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Historia

En el 98 aniversario de la pérdida de ABARRÁN….”CARCOMA DE LOS HUESOS”… Prologo del Desastre de Annual (IV)

Ocupación del Biutz. Retirada de muertos y heridos

Salafranca, después de haber sido herido gravemente, continúa alentando a la tropa a seguir luchando, herido nuevamente, deja el mando en manos del único oficial que le queda, Flomesta; éste al quedarse sin munición de cañón manda inutilizar los cañones. Este es el momento que aprovecha la harka para asaltar la posición. Seguidamente caen sobre Flomesta, que está herido, lo capturan, le obligan a levantarse y se lo llevan prisionero.

A partir de este momento la desbandada es general….

A la muerte de estos oficiales había que añadir la desaparición o muerte de ocho artilleros y uno de Ingenieros. De tropa, entre Policía, Regulares, Artillería e Ingenieros, hubo setenta y dos heridos, de ellos veinticinco españoles.

Europeos e indígenas regresaron a las posiciones, ilesos, unos ochenta.
Anochecía, en Annual, cuando empezaron a llegar los supervivientes. Los Regulares y Policías se lamentan: “¡Culsi mut! ¡Por Dios grande! ¡Todos muertos! ¡La harka daban voces de “¡A Sidi Dris! ¡A Sidi Dris!
El teniente Flomesta es ya un prisionero más. Pero le sorprende la solicitud con que curan sus heridas. Los móviles interesados se hacen visibles a los pocos días. Quieren que les instruya en el manejo de las piezas que han caído en su poder.

El teniente Flomesta se ha negado. Aún hace más clara su resolución. En lo sucesivo rechaza cualquier cosa que venga de manos enemigas. Ni alimento ni bebida.

El teniente no vacila en un lento sacrificio de la vida. Estoicamente se deja morir de hambre y de sed, ante el asombro de sus enemigos, que no pueden dejar de admirar como cosa santa la superioridad moral de quien se muestra gigante de la voluntad, que consumaba su sacrificio, ardiente de sed y patriotismo, el jueves día 30 de junio de 1921.

Era el sacrificio oscuro y ejemplar. Acaso el pueblo no lo valorase en toda su grandeza. Por eso creyó preciso destacarlo con toda la fuerza del contraste hiriente un escritor que hizo ilustre el pseudónimo de Armando Guerra, comparándolo con Daoíz y Velarde:
“Morir en las calles madrileñas, al pie de los cañones, sintiéndose alentado por los gritos de rabia de majas y chisperos, es un bello morir. Pero morir en la plenitud de la vida, en los riscos africanos, sintiéndose aislado, sin el alentar de voces amigas, vivir muriendo en una agonía voluntaria de treinta días, negándose a tomar alimentos, batiéndose a diario contra el instinto de conservación, eso acaso lo hubieran hecho Daoíz y Velarde, pero eso lo hizo Flomesta”.

Los dos héroes de Abarrán, el capitán de Infantería Juan Salafranca Barrios y el teniente de Artillería Diego Flomesta Moya, fueron laureados a título póstumo.

Grande fue la sorpresa que el desgraciado hecho provocó en la opinión pública. No se esperaba que una operación de tan pequeña envergadura, como operación de Policía, para la que se aprovechó una circunstancia favorable y que fue brindada por los mismos cabileños de Tensaman, tuviera un resultado tan negativo, ya que Abarrán se ocupó por sorpresa y utilizando los elementos locales, como se había previsto, y sin resistencia por parte del adversario.

De lo ocurrido después no hay datos muy precisos. Los fugitivos de la retirada, casi todos ilesos, y los heridos más bien de contusión que de armas, contaron diferentes versiones, suponiéndose con algún fundamento verosímil, que lo sucedido tuvo su origen en una defección de la harka amiga de Tensaman y que, al ser muertos los oficiales, la situación degeneró en una franca huida, abandonando Cudia Abarrán gran parte de la guarnición.

Hecho tan lamentable decidió sin duda a un numeroso enemigo envalentonado, llevar a cabo el día 2 la embestida a Sidi Dris, en donde sus defensores al mando del Comandante de Infantería don Julio Benítez (el héroe de Igueriben), resistieron heroicamente durante más de treinta y seis horas los repetidos asaltos de los rebeldes que, rechazados, se vieron obligados a desistir de su empeño, retirándose después de sufrir más de un centenar de bajas, muchas de las cuales, más de 50, quedaron en las alambradas de la posición.

Bastó la pericia de aquel hombre, auxiliado por una brillante oficialidad, y el valeroso comportamiento de los ciento cuarenta y cinco hombres que formaban la guarnición de Sidi Dris, para que el desaliento prendiera en las filas del enemigo, abandonando el asedio. En estos momentos las comunicaciones entre Annual y Sidi Dris quedan cortadas.

El general Silvestre previendo las consecuencias de aquel inesperado zarpazo, ordenó un rápido movimiento de fuerzas formando en Annual una columna al mando del teniente coronel Tamarit, que al frente de una compañía de África, acampada en zoco el Telata, y de cinco compañías de San Fernando recogidas en Dar Drius, llega al campamento general de Annual. Son las únicas fuerzas de que se puede disponer, pues las restantes circunscripciones cuentan con guarniciones tan pequeñas, que sería una locura restarle un solo hombre.

De vuelta Silvestre a Annual ordena al teniente coronel Tamarit las obras de defensa a efectuar en Annual, procediendo a su ensanche. Son convertidas en posición dos alturas próximas, quedando el campamento constituido por un triángulo equilátero, cuyos lados lo forman las tres lomas. En una de ellas levantan sus tiendas los Regulares; otra la ocupa la columna de Ceriñola y Artillería, y en la tercera acampan las compañías de San Fernando y África.

La prensa de la época se ocupó ampliamente del incidente de Abarrán. El Telegrama del Rif del martes día 7 de junio de 1921, por su proximidad al lugar de los hechos, es el que más fácilmente pudo recoger datos de primera mano.

La caída de Abarrán tuvo, como era de suponer, inmediata consecuencias unas militares y otras políticas. Entre las militares, dos nos fueron resueltamente desfavorables; La primera fue el ataque por el enemigo el 2 de junio a Sidi Dris, ataque que si no fue más intenso se debió, sin duda a que el enemigo no pretendió hacer más que acción de presencia y amenaza, pero que tampoco pudo ser evitado, ni aún dominado desde fuera, pues el auxilio intentado no pudo realizarse ante la presencia de fuertes núcleos de la harka enemiga; la segunda fue el desistimiento de una operación proyectada sobre Beni Melul.

Sólo la aproximación sin dificultades de fuerzas a Annual y la ocupación el 3 de junio de Talilit para enlazar Annual con Sidi Dris, y la de las intermedias A y B para asegurar por Yebel Uddia e Izumar las comunicaciones de Dar Drius y Ben Tieb, con el mismo Annual, afirmando la línea de posiciones en esta parte del frente, dieron por el momento buen resultado en este aspecto militar y en el moral de desconcertar y contener algo al enemigo.

Pero las consecuencias políticas fueron todas desastrosas, pues no sólo se perdió el prestigio de nuestra fuerza, sino que aumentó el de nuestro ya claro enemigo Abdelkrim, que pudo obtener como Jefe organizando sus fuerzas, amenazando a los sometidos y a los dudosos y produciendo la defección completa de Tensaman y casi completa de Beni Ulichek, la duda de Beni Said y la posición franca y resuelta de Beni Urriaguel y de las otras kábilas frente a nuestra línea avanzada.

El diario melillense “El Telegrama del Rif “ de fecha 2 de julio de 1921, noticiaba en primera página lo siguiente:
SOLEMNES FUNERALES POR LOS HÉROES DE ABARRÁN
“”Como era de esperar, los solemnes funerales celebrados por el eterno descanso de quienes por la Patria perecieron en Monte Abarrán el día 1 de Junio último, fueron motivo de una gran manifestación de duelo en la que tomó parte el pueblo entero de Melilla.

En la nave central del templo del Sagrado Corazón se había levantado un severo túmulo, sobre cuyo negro fondo lucían los colores de la Bandera y los claros matices de las flores en artístico y representativo conjunto, dándole marco las llamas de la cera de gran profusión de cirios.

A las diez en punto llegaba al atrio el general Fernández Silvestre, acompañado por el general Navarro, y ya en aquel momento la plaza de Menéndez Pelayo estaba llena por las personas que habían de acudir a las exequias.

SS. EE. fueron recibidos por el Vicario don José Casasola, é instantes después daban comienzo las fúnebres honras, ocupando la presidencia con el Comandante General y General 2º Jefe, el teniente coronel de Infantería, hermano del heroico capitán Salafranca, D. Mariano; Comandante de Marina D. Juan Luis de María, general de la reserva D. José Tomaseti, Inspector médico retirado don Pedro Cardín, general de la reserva don José Ferrando.

La iglesia ofrecía el aspecto de las grandes solemnidades y era incapaz de mayor concurrencia.

Los invitados ocupaban el centro de la nave principal en triple hilera de sillas, viéndose allí cuanto en Melilla significa algo. Todos los centros, corporaciones y entidades habían acudido al funeral, siendo nutridísima la representación del elemento civil.

Allí estaban las autoridades de los distintos órdenes, los funcionarios del Estado, la oficialidad de los cañoneros “Bonifaz” y “Laya”, los jefes de los Cuerpos militares y numerosas comisiones de todos ellos; la ciudad entera, en fin, para abreviar. La mujer no podía faltar al piadoso acto, y, en efecto, las naves laterales daban cabida a ellas, desconsoladísimas, la viuda y madre del heroico teniente Reyes.

Estaban presentes también secciones de tropa de los distintos Cuerpos de la guarnición, y para que pueda formarse idea de cómo todos los elementos de la población se habían unido en el mismo sentimiento de amor a la Patria y á sus heroicos hijos, bastará decir que fueron al templo hasta las dotaciones del “Isla de Menorca” y del “Monte Toro”. El comercio, por otra parte, había cerrado sus puertas desde las nueve de la mañana en señal de duelo, y muchos talleres lo hicieron también para que sus operarios pudieran ir a la iglesia del Sagrado Corazón.

Después de las preces de ritual con acompañamiento de una excelente capilla, dijo la misa el coadjutor don Bartolomé Ruiz, actuando de diácono el Rvdo. Padre Fray Jacinto de Chucena, Superior de los Capuchinos, y de subdiácono don Joaquín del Toro.

A gran orquesta se cantó la Misa de Difuntos de Cosme J. de Benito, por los señores Cardoso, P. Félix de Segura y Díaz.

También se entonó el solemne responso a tres voces de Vergés.

Dirigió la capilla con su habitual acierto el maestro señor Díaz.

Terminado el santo sacrificio, los sacerdotes bajaron las gradas del altar y ante el túmulo entonaron solemnísimos responsos, terminando así las honras, que constituyeron un homenaje debido a los héroes de Abarrán.

Los Jefes y Oficiales que formaban la comisión organizadora del acto, y que han sido muy felicitados, recibieron una espléndida corona enviada con expresiva carta de “Un benemérito”, que así quiso contribuir al tributo rendido a las víctimas de Abarrán.

Ante el general Fernández Silvestre y sus acompañantes en la presidencia, desfilaron todos los concurrentes, en el atrio.

Melilla ha rendido el debido homenaje a los gloriosos héroes de Abarrán””.

BIOGRAFÍAS
Juan Salafranca Barrio
Nació en Madrid el 21 de septiembre de 1889. Hijo de Juan Salafranca Butibug, contador de navío, y de Consuelo Barrio Ruiz-Vidal.

Ingresó en la Academia de Infantería el 30 de agosto de 1907, y fue promovido a segundo teniente el 13 de julio de 1911. Su primer destino fue el Regimiento de Ceuta número 60, al que se incorporó el 28 de agosto, iniciando su vida en campaña.

El 3 de enero del año siguiente marcha a Melilla para incorporarse al primer batallón de su regimiento, destacado en aquella zona, hasta el 7 de julio que embarca en el vapor “J. J. Sister” rumbo a Ceuta para incorporarse al segundo batallón de su regimiento, con el que participa en numerosos hechos de armas.

Una oleada de huelgas revolucionarias agitan en el mes de septiembre la región de Andalucía, y el segundo batallón, del que forma parte Salafranca, embarca en el “Vicente Puchol” para ir a reforzar la guarnición de Sevilla, donde desembarca el día 22. Sofocado el movimiento revolucionario, el batallón regresa a Ceuta en el transporte “Almirante Lobo” el día 3 de noviembre.

Nuevamente en campaña. El batallón se bate en los territorios de Ceuta y Tetuán. En 1913 asciende Salafranca a primer teniente, siguiendo en el mismo destino hasta el 5 de enero de 1916, que es destinado al Grupo de Fuerzas Regulares de Melilla número 2, incorporándose al segundo tabor, que opera en Tetuán.

La actividad bélica del teniente Salafranca se acentúa al formar parte de estas fuerzas de vanguardia. Con su tabor interviene en numerosos combates. El día 29 de junio de 1916 el tabor forma parte de la columna del coronel don Juan Génova, para la ocupación de Biut (Ceuta). El combate es muy duro y el asalto a la “Loma de las Trincheras” pródigo en bajas. Entre los muertos se cuenta el comandante Muñoz Gui, jefe del tabor, y entre los heridos, el capitán de la tercera compañía Francisco Franco Bahamonde. El teniente Salafranca es también herido, en el cuello y en una pierna, pero continúa al frente de su sección hasta que termina el combate. Por su comportamiento fue ascendido a capitán por méritos de guerra.

La cura y restablecimiento de sus heridas duró hasta febrero de 1917, en que se incorporó al Grupo de Regulares de Melilla, donde había sido destinado como capitán. En Segangan (Melilla) tomó el mando de la segunda compañía del segundo tabor. El Cuerpo de Regulares desarrolla una gran actividad en la zona de Melilla. Sería prolijo enumerar los combates en que actuó el capitán Salafranca al frente de su compañía, hasta el 1 de junio de 1921, que, formando parte de la columna del comandante Villar, participa en la ocupación del Monte Abarrán.

Queda como jefe de la posición recién establecida, y al ser duramente atacada por un enemigo muy superior en número, dirige la defensa con exaltación hasta morir heroicamente. Le fue concedida la Cruz Laureada a título póstumo.

Tenía la Medalla de África con los pasadores de: Beni-Bu-Yahi, Beni-Bu-Gafar, Rif y Tetuán. Seis cruces del Mérito Militar con distintivo rojo. Había sido citado dos veces en los partes de operaciones como “Muy distinguido” y otras dos como “Distinguido”.

Concesión de la Laureada
El día 1 de junio de 1921, el capitán del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla número 2, don Juan Salafranca Barrio, en el combate librado en la posición de Abarrán, con ocasión del ataque realizado a dicha posición, organizó y dirigió la defensa de la misma, como jefe que era de ella, alentando con su ejemplo a las fuerzas de la guarnición y continuando al frente de ellas después de ser herido, dando ejemplo de valor, abnegación y entereza ante un enemigo muy superior en número, y a pesar de luchar en condiciones desventajosas, la prosiguió con entusiasmo hasta el momento de sufrir otra herida, que le ocasionó gloriosa muerte, recomendando en sus últimas palabras la continuación de la lucha.

El Rey se ha dignado conceder al capitán don Juan Salafranca Barrio la Cruz de la Orden de San Fernando.

R.O. de 10 de mayo de 1924. (D.O. núm. 101).
(continuará)

Bibliografía consultada

El Telegrama del Rif
España en sus Héroes. Ediciones Ornigraf
Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III.

Igueriben. Teniente Casado Escudero.

Resumen expediente Picasso.

Algo Sobre Abarrán. Eduardo Maldonado Vázquez y Manuel González Scott.

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