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El faro de Melilla, un lugar emblemático donde “muchos ciudadanos han cumplido sus sueños”

El faro de Melilla se sitúa en el Torreón de Bonete, Primer Recinto Renacentista de Melilla La Vieja

Uno de los lugares más característicos y conocidos de la Ciudad de Melilla es su faro. Un edificio que preside las alturas de Melilla La Vieja y que, con su luz, guia a los marineros en su llegada a la ciudad. El pasado año, cumplió 100 años y desde entonces, gracias a la Fundación Melilla Ciudad Monumental, los turistas y los propios melillenses pueden visitar este enclave de forma más cercana; de hecho, la historiadora, Isabel Migallón, asegura que “muchos melillenses nos han indicado que, estando en las alturas del faro, han cumplido sus sueños de visitarlo”.

Todo aquel que visite por primera vez a la Ciudad, uno de los principales lugares donde va a dedicar tiempo será a Melilla La Vieja y a su característico faro, un edificio cuadrado con un linterna de 195 cm de diámetro y una altura total de 302 cm que ofrece luz a los marineros desde hace más de 100 años.
Ayer, 7 de agosto, fue el Día Mundial de los Faros Marítimos, y el de Melilla, entre sus fuertes muros y su potente luz, guarda diferentes “secretos” o aspectos que están siendo conocidos desde que el pasado año se permitiese visitar sus instalaciones.

Un faro más cercano
Isabel Migallón, historiadora y partícipe de las visitas guiadas en el faro de Melilla, indica que “son miles las personas que han pasado, en las distintas acciones que se han organizado desde la Fundación Melilla Ciudad Monumental, por las instalaciones del faro, en las que se ha subido a la terraza de arriba y han podido comprobar, por ellos mismos, las impresionantes vistas que hay desde allí arriba”.
Migallón explica que a lo largo de este año, y entre esa cifra de visitantes, han habido diversas personalidades que han mostrado su sorpresa al visitar el faro. “Nos han visitado autoridades como el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, o la actriz Belinda Washington, que quedó impresionada”, explica la historiadora.
Pero no solo personajes públicos o visitantes de fuera de la Ciudad han disfrutado de este emblemático lugar, sino que los propios melillenses han querido formar parte de las visitas y conocer un poco más de cerca la historia y las instalaciones de un edificio que ha alumbrado camino a lo largo de sus vidas.
“Ha habido momentos emocionantes, al menos para mí, cuando un o una melillense se me acercaban y me decían que estaban cumpliendo sus sueños de poder visitar el faro y conocer sus instalaciones de manera más cercana; de subir a lo alto del todo y ponerse frente a las vistas del mar; todo eso merece la pena”, detalla Isabel Migallón.
Así pues, se cuelga el cartel de ‘completo’ para las visitas de este mes, en septiembre se podrá volver a acceder al faro y conocer sus entrañas un poco más.

El faro de Melilla y el conocido Big Ben

Quizás el visitante que se adentra en las instalaciones del faro de Melilla no sepa la relación que existe entre este conocido edificio de la Ciudad y la emblemática torre londinense, Big Ben. Esto es debido a que es una de las curiosidades, o secreto a voces, que guarda el faro y que se está dando a conocer con las visitas guiadas. La relación que guardan ambas edificaciones es que la óptica del faro melillense está producida por la misma empresa fabricante de vidrio británica, Chance-Brothers, que realizó los cristales que se pueden ver en el torreón inglés. Asimismo, otro aspecto poco conocido del faro de Melilla, es que en 1918, hace 101 años, la edificación contaba con un balcón y una barandilla, en la primera planta, que rodeaba la cuadrada edificación, lo que facilitaba las labores de mantenimiento, en la actualidad, esto ha desaparecido y para arreglar los desperfectos “hay que colgarse”, como indica Migallón.

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Luisa Maria Sanchez Ballesteros

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