Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Progres de extrema izquierda y las alforjas

Los nuevos progres son “un colectivo de extrema izquierda que, desde una posición de (supuesta) superioridad moral, dicen defender los intereses de la clase trabajadora” “El rucio, el burro, que se deja poner las alforjas ya no se las puede quitar nunca” (del libro “Así se domina el mundo”, de Pedro Baños). Hay alforjas militares, geopolíticas, políticas, económicas, de todo tipo. Los burros son tozudos y pocas veces se dejan poner las alforjas, pero muchos hombres -y mujeres- no son nada tozudos, se dejan poner las alforjas y ya no se las pueden quitan nunca. Vivan las cadenas, gritaban los partidarios del rey felón, Fernando VII. Viva la burocracia, gritan muchos melillenses, cuyo objetivo vital, ser empleado público, se logra mejor con alforjas políticas que sin alforjas.

Lo que sí hay que hacer, la alforja que nos hemos de colocar, lo manda el buenismo oficial, de izquierdas, naturalmente. Lo políticamente correcto es confesar que somos “progresistas”, algo que es una exclusiva de la izquierda, según la izquierda. Los nuevos progres son “un colectivo de extrema izquierda que, desde una posición de (supuesta) superioridad moral, dicen defender los intereses de la clase trabajadora” (Gloria Álvarez en “Cómo hablar con un progre”). Y mucho cuidado con ambicionar nada, a pesar de lo que escribió Miguel de Cervantes: Ambición es, pero ambición generosa, la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuicio de tercero.

Lo único progresista, según Pedro Sánchez -al que le gustaría ahora ser Rey, progresista, claro- es su personal Gobierno, permitido por el otro partido progresista, el Podemos venezolano y por los separatistas antiespañoles varios, también progresistas. Progresista es, según el diccionario, el que es progresivo, avanzado, desarrollado, moderno, próspero. El antónimo es el regresivo, lo retrógrado, negativo, nocivo, contraproducente, desactivo. No hay duda: es mejor ser progresivo que regresivo. Tampoco hay ninguna duda racional de que el progresismo no es ni de derechas ni de izquierdas, aunque esta, apoyada en su enorme peso en los medios de comunicación, se haya auto adjudicado el dominio del progreso, a pesar de que los hechos lo desmientan una y otra vez. ¡Qué importa la realidad frente a una buena propaganda, pagada con medios públicos, si es posible (que lo es)! Propiciemos que gobierne el “Progresismo” exclusivo y excluyente del socialista Pedro Sánchez, el comunista Iglesias (qué apellido tan poco apropiado para él), el separatista Rufián (apellido muy adecuado, en este caso), el racista Torra y los terroristas de Bildu y veremos cómo pierde vigencia lo que dicen que dijo Bismarck, eso de que España es el país más fuerte del mundo y de la historia, porque lleva siglos intentando destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido.

A Melilla le puede pasar algo parecido. Decíamos en nuestro Editorial del pasado martes: “Los pasos fronterizos de Melilla pierden casi una cuarta parte del tráfico marroquí. Las fronteras terrestres de Melilla con Marruecos son un desastre sin paliativos, una catástrofe sin solución. Si la economía de Melilla depende de la frontera con un país, Marruecos, cuyo objetivo oficial es que la Melilla española desaparezca, Melilla está muerta económicamente y no hay manera oficial de resolverlo. Si no entramos en la Unión Aduanera Europea, Melilla no tiene futuro. Si no se dejan las relaciones con Marruecos, e incluso la misma frontera en lo que a tráfico comercial se refiere, en manos de empresarios -no de traficantes, ni de fuerzas de orden público sin directrices claras- no habrá solución para Melilla y menos con este absurdo Gobierno local de dos partidos y Castro, mal avenidos, que padecemos”. Lo repito, porque creo que conviene pensar sobre todo ello.

También conviene volver a la hemeroteca de MELILLA HOY y recordar todo lo que muchos dirigentes políticos ahora en el poder, antes en la oposición, encabezados por Mustafa Hamed Moh, o Mustafa Aberchán, dijeron sobre la prohibición de entrada de los borregos marroquíes. Ahora CpM ni siquiera asiste, junto a PSOE y Castro, al Consejo de Gobierno en el que se toman decisiones sobre los borregos y la fiesta musulmana del 12 de agosto, mañana.

Lo último del actual presidente de la CAM, adjudicarse el sueldo más alto que la ley permite, 7.000 euros mensuales, es un dato más que demuestra hasta qué punto este Gobierno no puede seguir, por mucho que reparta dinero público a mansalva y a muchos que no tienen otros ingresos más que los que la CAM les adjudica. Eduardo de Castro es un presidente que impuso ser nombrado y lo consiguió porque era el diputado 13, no por mérito suyo alguno. Ayudó el hartazgo de un demasiado largo gobierno presidido por Imbroda y, sobre todo, la falta de novedad en las listas del PP, a pesar de lo cual lo cierto es que el PP ganó las elecciones. Imbroda 10, Castro 1, fue el veredicto electoral.

Castro, como presidente -lo ha demostrado con sus nombramientos, sus relaciones con la prensa y su sueldo- es un incapaz. Incapaz para Melilla, para beneficiarse él no. La única solución para nuestra ciudad, vuelvo a repetirlo, es una coalición sólida y a largo plazo entre los dos partidos mayoritarios, renovados. Y me permito insistir: MELILLA HOY lleva en Melilla treinta y cuatro años y cuatro meses, mucho más que cualquier Gobierno o Presidente, aunque algún incapaz no se haya dado cuenta todavía.

Loading

Enrique Bohórquez López-Dóriga

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€