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Historias de nuestro cementerio

Hermanos Gómez Galindo: Una tragedia más de la Guerra Civil

“El cementerio de la Purísima Concepción de Melilla es el guardián de las historias de sus moradores, de
aquellos que un día fueron parte activa del devenir diario de esta ciudad milenaria.”

Más de tres décadas de investigación, de interés por conocer todo aquello que hay tras los encalados muros del cementerio de la Purísima han dado como fruto algunas publicaciones y programas de radio en Onda Cero Melilla. Muchas son las personas que demandan conocer “algo más” de saber de estas historias y sus protagonistas. Espero que esta nueva sección sea del agrado de aquellos que tienen un especial interés por nuestro camposanto. Poco a poco y gracias a Melilla Hoy iré desvelando que historias permanecen ocultas junto a sus protagonistas tras los mármoles de tumbas y nichos.

Parcela 31

El 4 de febrero de 1917 venía al mundo en Nacimiento (Almería), la cuarta de los hijos de la pareja formada por José Gómez Ferre y de Mª de los Ángeles Galindo Martínez (él estaba casado y ella soltera): Manuel, Francisco, José y Carmen. Un día después en la parroquia de las Angustias era bautizada con los nombres de Carmen Calamanda.
Cuando nació Manuel al ser hijo de madre soltera fue inscrito con los apellidos de ella; sería con la llegada de José cuando el padre les reconoce
Una mejora en la economía familiar les traslada a Melilla. Ella concretamente estuvo trabajando en la fábrica de galletas “LA ESTRELLA”, propiedad de la Viuda de Rodríguez.
Parece ser que unos meses antes de la guerra, Carmen había encontrado trabajo como costurera en la casa de un militar cuya mujer estaba enferma. Éste quiso mantener con ella relaciones a lo que se negó rotundamente marchándose para no volver nunca más. Esta acción y un encuentro posterior, tal vez tuvieron graves consecuencias para ella.
Joven inquieta, sindicalista y de ideología socialista, al estallar la Guerra Civil fue detenida, acusada de “ser directivo peligroso de una organización sindical” y torturada esperando que delatara a sus compañeros; posteriormente la encarcelarían en la prisión de Victoria Grande, hasta el 14 de agosto de 1936. Una compañera de celda, Carlota O´Neill, esposa del que fuera capitán de aviación Virgilio Leret, fusilado en los primeros días del Alzamiento, escribió de ella:
«Era muy niña, o quizá la aniñaban más sus tirabuzones caídos por la espalda y la expresión siempre risueña de su rostro (…) Me era particularmente simpática Carmen. Me contó que eran muy viejecitos sus padres; ella, la más pequeña de sus tres hermanos…
Ella y sus dos hermanos mantenían la casa con holgura- era trabajadora en una fábrica de galletas- y ejercía un cargo de responsabilidad en las Juventudes Socialistas.»
M.ª Ángeles Sánchez Suárez en su obra Mujeres en Melilla dedica un capítulo a la joven almeriense y dice, entre otras cosas:
“Carmen había sido detenida en los primeros días de la rebelión fascistas y “Ni lloraba ni se lamentaba. A pesar de tener en su cuerpo señales de las torturas en el encuentro que tuvo con la policía que la abatió para que delatara a sus compañeros; pero su entereza fue mayor que el sadismo de los torturadores quienes la mandaron al hospital antes de llevárnosla a la cárcel”.
En el Diario ABC de 22 de mayo de 1937 era publicado un artículo titulado La Rebelión en África. Estampas sangrientas. Carmen Gómez Galindo y el humano sentido de la Falange, firmado por Jaime Fernández Gil. En estas líneas describe las últimas horas de la joven almeriense:
«Carmen Gómez fue llevada a una celda del ala izquierda del edificio. Con ella entró también el cura. La entrevista fue corta y el cura abandonó la prisión en unión de los falangistas.
En aquella celda permaneció Carmen Gómez Galindo varias horas. La celda recibía la luz de la bombilla que iluminaba el corredor. Una silla, llevada allí sin duda con piadoso celo carcelario, era la única muestra de respeto que aquella muchacha recibió.
Eran las once de la noche cuando tres automóviles repletos de falangistas pararon con estruendo sus motores y voces junto a la puerta de Victoria Grande…
Venían a llevarse a Carmen Gómez Galindo. El ordenanza nos había enterado ya de que el cura había ido a confesar a esta muchacha y a prodigarla sus auxilios espirituales de última hora…
La entrega de Carmen Gómez Galindo se hizo con la frialdad reglamentaria de aquellos días. Un recibo firmado, y a cambio de él veinte años llenos de ideas…

Con el mismo estruendo de voces y motores, los tres automóviles se alejaron de la cárcel, llevándose con ellos en aquella noche de agosto- noche de calma y de ahogo- a Carmen Gómez Galindo.»
El que fuera entonces Delegado Gubernativo, Jaime Fernández Gil de Terradillos, describe la escena del siguiente modo:
“El 14 de agosto, al atardecer, llegó a la prisión un automóvil del que bajaron un cura y dos falangistas con la pistola al cinto y látigos en la mano. Uno de los funcionarios fue a buscar a Carmen Gómez a las celdas altas. La hicieron bajar a otra que estaba vacía y le llevaron una silla para que pudiera sentarse. Al cabo de un rato el sacerdote desenvolvió un paquetillo que llevaba y sacó los ornamentos propios de su oficio, se introdujo en una celda y ofreció sus servicios espirituales a la joven. Carmen los rechazó serena e indignada y esperó con estoicismo lo que sabía que le tenían reservado.
A las once de la noche llegaron tres automóviles llenos de falangistas, sacaron a Carmen Gómez como si fuera un sujeto peligroso y se la llevaron. Poco después la acribillaron a tiros. No intervino tampoco ningún juez ni tan siquiera para mantener las apariencias”.
Efectivamente, así fue, la fusilaron en las llamadas “Huertas del Real” en la noche del 14 de agosto de 1936, tenía 19 años. Tres días antes había ocurrido lo mismo con su hermano Manuel, de 25. En 1937 le llegaba el turno al tercero de los Hermanos Galindo, José, secretario del Partido Comunista, quien perdía la vida el 23 de febrero de 1937, tenía 23 años.
Con respecto a ellos y volviendo a la información aportada por M.ª Ángeles Sánchez Suárez sabemos que el mayor Manuel Francisco nació el 5 de octubre de 1911 y José el 29 de diciembre de 1913. El cuarto de los hermanos, Francisco Severo había nacido el 7 de noviembre de 1914.
Este último estuvo tres años preso en Melilla y cuatro en Alicante. Volvería después a Melilla para escapar a Tánger y de allí a Toulon (Francia) de donde ya no quiso regresar.
Los tres jóvenes de Nacimiento morían antes de llegar a la treintena y juntos descansan en la misma tumba en la parcela que antaño ocupara el cementerio civil.

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