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Ante las adversidades, mi mejor versión

Son las 6 de la mañana, siento algunos dolores en mi cuerpo, apenas puedo erguirme hasta pasado unos minutos después de despertarme por las lesiones; pero estoy bien, no es nada nuevo. Mi vida es una guerra constante y hoy está comenzando una nueva semana de mucha lucha, pero amo lo que hago. Esta es una historia de dedicación y superación, esta es mi historia. Todos los que me conocen saben de qué soy capaz, pero a veces todavía me preguntan qué te hace ser tan diferentes a los otros. Un guerrero no desiste de todo aquello a lo que ama, él encuentra amor en todo lo que hace. Fue de esta forma que escogí seguir mi vida.
Ya caí; caí muchas veces. Tuve que superarme día a día, fueron necesarias mucha dedicación, disciplina, humildad y fe para levantarme ante las adversidades. Con mucho orgullo hoy puedo decir que triunfé, pero después de tantas conquistas las personas continúan preguntándose por qué Yusef Kaddur es lo que es. Solo yo sé lo que tuve que hacer para estar donde estoy hoy. Cada vez que caía me levantaba con el doble de voluntad de crecer. Yo entrené, entrené y entrené. A veces, hasta la extenuación; no me contenté con poco, nunca quise estar en la media y ser apenas un campeón, yo quería ser el campeón.

Yo quería ser 11 de 10, por eso me privé de la compañía de mi familia, no bebí, no fumé, no salí de fiesta, me sacrifiqué y lo di todo por mi parte. Cada gota de sudor que derramé, cada lágrima que cayó no fue en vano. Hice mi sueño convertirse en realidad, y en mi realidad yo vivo mis sueños, pero aún así me pregunto: ¿por qué durante todos estos años, teniendo tantas excusas para desistir, no lo hice? ¡Nunca! Cogí todas esas excusas y las destruí una a una porque donde las personas encontraban dificultades yo veía oportunidades, cuando ellos paraban yo aceleraba. Yo me reí en la cara de las adversidades porque sabía que no sería suficiente para abandonar mis sueños, sabía que la tempestad llegaría algún día, me acerqué a las personas que me hacían el bien, me preparé para seguir al frente, para llevarme golpes y caer, pero aun así seguí al frente sin temer al fracaso.

Sabía que la mayoría de las personas que aplaudieron mi victoria no estarían para abrazarme en las derrotas, ellos no entenderían que en la vida de un samurái no todos los días el sol brilla, pero siempre supe eso. Por eso siempre me fortalecí y busqué fuerzas donde ni yo sabía que las tenía para que cuando los malos momentos llegaran yo pudiera golpearme en le pecho y gritar “¡yo puedo, lo conseguiré, me preparé más que cualquiera para este momento!”. Para que pudiera con mis ojos ensangrentados llegar con confianza a cualquier lugar, sea un tatami, un ring o en la vida misma, y vencer, convirtiéndome en un campeón.

Entre depredador y presa, yo nací para ser un depredador. Y ahora, con estos valores que el deporte de alta competición y las artes marciales me han transmitido, afronto con ilusión, ganas y humildad este nuevo reto para continuar representando a mi ciudad y a mi país desde otra perspectiva y, ante todo, como un humilde y leal servidor público.

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