Cuando cierto sector de la sociedad se involucra en la realización de actividades de forma desinteresada y generosa, produce en quien lo observa desde la comodidad de su sillón favorito, un sentimiento de orgullo, incredulidad, desconfianza, esperanza o cualquier otro sentimiento más o menos noble y es en ese momento, cuando tras algunos segundos de reflexión atendemos el móvil, cambiamos de emisora o de canal televisivo, dejando que ese pensamiento apenas furtivo se escape entre nuestras otras distracciones diarias.
Cuando chavales jóvenes invierten la mañana de un sábado o la tarde de un domingo realizando labores de recogida de cualquier tipo de residuo contaminante, realizan el riego de algunos árboles o cualquier otra actividad de forma casi anónima y se convierten en parte activa, de un movimiento global de lucha contra la crisis climática, los “adultos”, que deberíamos ser ejemplo para esa juventud, que alza la voz en forma de apenas un susurro, somos los responsables de este movimiento juvenil (nuestra inacción los nutre), que nos demandan derechos fundamentales; aire limpio, aguas no contaminadas, espacios verdes, un planeta con futuro donde ellos y sus hijos puedan desarrollarse sin poner en grave riesgo sus vidas, (esta generación, es la primera vez en la historia de la humanidad que vivirán menos que sus padres).
Realizar limpiezas, recoger colillas es solo la punta del iceberg, la deforestación de la masa verde del planeta, la contaminación de nuestros ríos y mares, la desaparición de los glaciares, la emisión de ondas electromagnéticas de las líneas de superficie, las emisiones de gases de efecto invernadero, los microplásticos en la cadena atrófica, la contaminación de la tierra, la proliferación de las zonas desérticas, la extinción de la biodiversidad, el “record” de CO2 en la atmósfera, la reducción en el oxigeno de los ríos mares y océanos, la escasez de agua dulce, el cambio de las corrientes oceánicas, la desalinización de los océanos, son el resto de ese iceberg que si no actuamos ya, acabará hundiéndonos y esto que pudiera parecer un canto ecologista, no lo es, es una llamada a la coherencia, al sentido común más básico.
Si ya has “perdido” 2 minutos en leer este articulo, te invito a que no me creas (el momento de actuar es ahora y no habrá ningún otro), que no creas a ninguna entidad ecologista (queda menos de una década para actuar) ni a Greta Thumber (nuestra casa está en llamas), no creas a los mayores expertos a nivel global IPCC ( reducir el 50% de los GEI para el año 2030 o la crisis climática será inevitable), no creas tan siquiera lo que ves por los medios de comunicación cada día (el 20% del pulmón del planeta se quema). Lo que si te pido es que te formes una opinión, indaga, infórmate, busca respuestas (yo ya lo hice), forma tu opinión realista, crítica, formada de la situación global de “crisis climática o no”, tú decides y así cuando estos chavales u otros quieran “perder el tiempo” mostrándonos la punta del “iceberg”, tal vez decidas levantarte de tu sillón favorito y simplemente sumar.
