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EL TORREON DEL VIGIA

Camino

Misa en honor a la Virgen de la Victoria

“El sol entre semana tiene una luz que alumbra, y aun calienta; pero no anima. Entre semana, el sol no mira a la tierra. Parece que está mirando a la tierra, pero mira mucho más lejos. Pero el domingo, el sol mira a la tierra; su mirada se mete por los poros de la tierra, la baña de luz, y todo se estremece”. Esto pintó un día Pérez de Ayala. Da igual que este 8 de septiembre el Levante haya envuelto la Ciudad, la luz de esta Natividad ha vuelto a ser única.
La Novena a tus pies, María, ha sonado a perdón, misericordia, entrega, a bienaventuranzas, a evitar las murmuraciones o a no juzgar para no ser juzgados, y de nuevo un Sí, incondicional, que nace de la fe y el amor.

Todos los días del año hacemos contigo el camino y ayer, saliste para hacerlo de vuelta con nosotros, parándote en nuestros hogares, en los rincones que por trabajo, ocio o necesidad nos son cotidianos, donde en silencio te buscamos y donde mirándonos en tu espejo hacemos que tendamos una mano o con una palabra ayudemos a quien más nos necesita sin importarnos que sea un desconocido o que por las circunstancias lo hayamos visto así.

Tu camino, Virgen de la Victoria, comenzó con el nuestro, entre murallas, allí se forjó la personalidad melillense, entre esfuerzos, sacrificios, pero siempre teniéndote como Patrona, como guía, en un terremoto, ante la enfermedad, en la soledad del asedio o con el hambre por lejanía. Madre de baluartes, Madre del Llano, Madre nuestra. Decía San Juan de Ávila… “no queda por Ella, no; no le queda cosa alguna para buena abogada. Mucho puede con Dios; mucho nos quiere a nos”.

Por eso ayer en su homilía, el Vicario, Eduardo Resa, recordaba que Ella, que es puerta, socorro esté en la hondura de nuestros corazones, en nuestra vida, que junta a Ella hagamos el camino de conversión, de fraternidad, de servicio a los pobres”. Ellos que no son solo los que les falta lo más necesario para subsistir, sino también aquellos que viven en soledad o que tienen un camino vacío o que han caído por el abismo de las dependencias o del rencor o que sufren alguna violencia.

La Virgen de la Victoria también está sentada en el camino de la vida para con toda la paciencia escucharnos, para que en Ella nos apoyemos cuando la flaqueza aparece, tomándose el tiempo para mirar nuestras obras mientras eleva al Padre aquello que le venimos suplicando. Otro 8 de septiembre hemos ratificado tu Patronazgo, como hicieron nuestros mayores. Sigue acompañándonos María en las rectas y en los recodos del camino para que siempre nos des tu Victoria.

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