En este 2.019, la fiesta nacional del 12 de octubre no se ha circunscrito a un día. El viernes cuatro, la cena de hermandad de la Guardia Civil en el 175 aniversario de su fundación dio paso al jueves diez con el acto institucional del Benemérito instituto para concluir con la Misa en honor a su Patrona, la Virgen del Pilar. Pero junto a todo lo organizado desde la Casa-Cuartel, el Centro Unesco de Melilla y su presidente, Juan Antonio Vera, han tenido la feliz idea coincidiendo con la fiesta de la hispanidad de ofrecer una conferencia en el Salón de Grados del Campus que, impartida por el licenciado en historia y profesor, Fernando Saruel, se ha centrado en la gesta de Magallanes y Elcano, hace ahora quinientos años, y que supuso la primera vuelta al mundo. Melilla ha sido de los pocos lugares en conmemorar la efeméride. Lejos de una fecha en el calendario que supone para todos un descanso en nuestras tareas, el sentimiento de pertenencia a una nación se construye día a día desde cualquier ocupación, pero igualmente con el recuerdo a quienes nos precedieron, que, siendo héroes con nombre o anónimos, todos nos legaron tareas, esfuerzo y sacrificio. Uno de los males que aún sigue azotando a la vieja España es preferir lo de fuera infravalorando lo nuestro o como decía Américo Castro, “vivió desviviéndose”, insegura de sí misma, sumida en un quehacer incesante, sin dar respiro a sus moradores que jamás disfrutaron de los “gozosos eurekas de quienes descubren objetos universales e inmutables”. Entre estos y como fue relatando Fernando Saruel en su ponencia “Primera Vuelta al mundo. Quinientos años después”, no somos capaces de sentir orgullo de Pueblo por algo impensable en aquel momento y que si hubiese sido emprendido por otra nación las pantallas de cine del mundo entero ahora estarían proyectando lo consumado por ese país. Saruel quiso subrayar las vicisitudes con Portugal por el Tratado de Tordesillas, las pérdidas de todas menos una de las naos que iniciaron junto a la Torre del Oro el camino marítimo hacia la tierra de las especies, los motines, renegados y la muerte de Magallanes en Filipinas que llevó a Juan Sebastián Elcano a hacerse con el mando hasta regresar a España consumando un gran avance para la humanidad. Ortega y Gasset se lamentaba en su “España invertebrada”, de la carencia de una idea común de Patria en torno a la que agruparse. Si en Ortega era frustración, en Castro expresaba la realidad estimulante de una pasión sostenida hasta el Renacimiento. ¿Que vivimos en Melilla?, lo que trasladó a su discurso la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, en el acto de la Benemérita, “la Guardia Civil tiene que afrontar unas dificultades añadidas cuya dimensión no siempre se entienden desde la Península”. ¿Que nos pasa? ¿Por qué tiramos para otro lado? Un mal endémico que necesita la medicina ajena a la política para recuperar, sin enfrentamientos, la memoria colectiva de todos.
