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El torreón del Vigía

La ensoñación de las barricadas

Desde Barcelona y a la hora que escribo esta columna insisten los periodistas y el Concejal de Seguridad del Ayuntamiento que las manifestaciones del sábado son tranquilas, que no hay incidentes y que el ambiente es festivo. Frente a esto el balance de heridos es de quinientos setenta y las pérdidas, hasta ahora, han llegado a los dos millones de euros. Los gritos en la calle tachan de persecución a unos políticos que han sido condenados y de su libertad, de la expulsión de Cataluña de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado a los que tachan de fuerzas de ocupación, torturadores y asesinos mientras los abuchean o que la prensa española es manipuladora. Pese a esto los periodistas hablan de tranquilidad. Todo lo que seguimos viendo por televisión es una puesta en escena de los independentistas, tal vez con la intención de poder así sentarse como se ha pedido al presidente del Gobierno en funciones. Desde el punto de vista de la comunicación no verbal analizando el escenario en el que se dirige a los ciudadanos, Joaquín Torra, presidente de la Generalidad catalana, se subraya su cerrazón al observar que la puerta de atrás no está abierta. Mas allá de esa madera, su silencio al no condenar a los independentistas violentos o su no respeto al Estado de Derecho, dicen todo de un representante público. Las imágenes de una Cataluña que arde cada noche con unos comandos independentistas perfectamente pertrechados y organizados es una mala imagen para España, es una vergüenza para el Gobierno y no los merecen ni los empresarios que ven como sus negocios siguen perdiendo ni los ciudadanos que no pueden vivir el terror impuesto por quienes claman por la independencia. Siempre quienes han apostado por la inacción han perdido miles de votos y se han quedado fuera del Gobierno. Y los españoles, hartos, cansados que todo se permita. Salta ahora otro foco de violencia, Madrid. Gran Vía cortada y cargas policiales frente a los independentistas también en Sol y aledaños. ¡Cuando vamos a vivir otra vez en paz! Vuelven las conexiones con Cataluña y a las nueve y diez de la noche ni dejan que los periodistas hagan su trabajo y les lanzan tornillos y botellas, entonces se colocan cascos en sus cabezas. La policía ha incautado en las mochilas líquidos inflamables, ropa negra y gafas protectoras. Existen medidas que aplicar y la Constitución que cumplir. Gracias a la Policía, Guardia Civil y Policía autonómica por su actuación frente a los violentos. En las barricadas se quita el sueño a las personas y el progreso a una nación. La noche, al terminar esta crónica, vuelve a ser igual que en estos últimos días, terror en una España en libertad.

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