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Lo que ocurrió el pasado domingo en Melilla en las elecciones ha sido muy importante y tendrá, se quiera evitar o no, una gran incidencia sobre nuestra ciudad. En primer lugar es destacable que Melilla ha vuelto a ser el último lugar de España en el que fue posible conocer el resultado electoral. Cuando en el resto de España se sabían los resultados sobre las 10,30 horas de la noche, los de Melilla no se empezaron a conocer hasta pasada las 3 de la la madrugada. No se conocen ni se investigan las razones de tan empecinado y siempre repetido retraso, aunque algunos de los interventores creen que se debe al bajo nivel de lectura y escritura en español que muchos de los miembros de las mesas electorales demuestran y que se traduce en lentitudes y finalmente en retrasos que contribuyen a alimentar una mala imagen de nuestra ciudad en el resto de España.

Sobre los resultados Juan José Imbroda ha definido como “heroica” la apretada victoria del PP. Heroica porque ha sido una victoria sobre el fango de los votos por correo, la utilización y manipulación de una etnia en contra del resto, la absurda decisión de Vox de presentarse a unas elecciones en las que solo podían lograr que el PP no ganara y lo hiciera su presuntamente odiada CpM, la insistencia progresista de un PSOE que padece un absurdo sentido de superioridad que los hechos demuestran falso una y otra vez y, para terminar, la presencia electoral del partido de Eduardo de Castro (no de Ciudadanos).

De Castro, tras las elecciones en las que ha tenido una vez más un pésimo resultado, a pesar de que los candidatos de Ciudadanos eran buenos, ha demostrado con sus declaraciones contra Rivera la clase política despreciable que le caracteriza y que los melillenses ya conocen, como se vio en los paupérrimos resultados que él como cabeza de lista obtuvo en las elecciones locales en un momento en el que Ciudadanos estaba fuerte y pujante. Por supuesto que De Castro debería dimitir, como ha hecho con honor Rivera, su jefe al que debe todo políticamente y al que ahora critica con una desvergüenza que da asco. Por supuesto que De Castro no dimitirá. Habrá que echarle, antes de que termine de hundir Melilla y es responsabilidad primera de CpM y del PSOE hacerlo, con los pactos que sean precisos.

Esa es la primera y quizás la más importante de las conclusiones que se pueden destacar en Melilla de las elecciones generales del 10 de noviembre. En el ámbito nacional la conclusión es que España es hoy, gracias a Sánchez, aún más ingobernable que ayer. La solución sería que Pedro Sánchez, principal responsable del desastre, dimitiera, pero Sánchez, como Castro y a diferencia de Rivera, no lo hará, así que todo dependerá de los pactos que, de ser los del PSOE con los comunistas (ayer se materializó con Podemos), los terroristas y los independentistas republicanos, llevarán a España a un desastre del que ni la Comunidad Europea nos podrá salvar.

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