Melilla no es precisamente un ejemplo de juego limpio electoral. A todo lo que conocemos (presuntamente compra de votos a 30 y 50 euros; compra de votos a cambio de puestos de trabajo; compra de votos a cambio de vales de comida; apelaciones a la religión; megáfonos incendiarios; división social entre “ellos y nosotros”; etc., etc.) ahora le añadimos los insultos post electorales de los que no saben perder. Anda una gran parte de la comunidad musulmana ampliamente disgustada y cabreada con los mercenarios de un determinado partido que lunes y martes han llenado las redes de insultos y menosprecio hacia los musulmanes que no votaron el pasado domingo. Incluso están pidiendo explicaciones a los que no lo hicieron después de consultar los censos de sus interventores. Cosa que recuerdo que es un delito sancionado por las Agencia estatal de Protección de datos.
Está claro que no saben perder, con lo que asusta saber qué harían si ganaran, pero con estas actitudes están demostrando quiénes son en realidad:
1. Han creído que los 10.000 votos que sacaron en las elecciones municipales eran de su propiedad y estaban cautivos.
2. Consideran a los musulmanes como gente sin criterio y que debían votarlos por temas religiosos.
3. Desprecian las libertades constitucionales que sancionan la libertad de voto.
4. Introducen aspectos racistas en su discurso al decir que “ya vendrán después a pedir alguna cosa”.
En fin, nada nuevo que no supiéramos, pero tendrán que aprender que cada ciudadano es libre de votar a quien quiera, de no votar porque no quiere o no puede, de irse de fin de semana a dónde les dé la gana y de cerrarles las puertas en las narices si así lo consideran. O por ejemplo no votarlos a ellos después de observar el dinero gastado en la campaña electoral.
Y además, con estas formas y actitudes, y de la manera que las muestran, tienen un nulo respeto por su religión: el resultado electoral es la voluntad de Allah. Y Allah sabe más.
