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Atril Ciudadano

Las “cosas” de Estado

Tras los ajustados resultados de las elecciones del 10 de noviembre, algo que hizo entrar en pánico a más de uno y encender todas las alarmas en los ámbitos del “sistema” dominante, debo decir, que, si existen perdedores, ha perdido Melilla. Venció pírricamente el inmovilismo conservador, ha sumado más votos para nuestra desgracia y desconsuelo, de modo que tendremos que aparcar cualquier esperanza de cambio, así son las reglas democráticas, aunque nos juguemos el progreso y la prosperidad en ello.
El fracaso de los partidos nacionales y sus nefastas políticas territoriales pergeñadas desde confortables despachos de Madrid, se constituye en una pesada carga que soporta el estoico pueblo melillense, aunque a veces pienso que no somos muy conscientes de tal circunstancia. Una ciudad, por otra parte, fragmentada a causa de la enorme desigualdad social que no logra convertir en “ira política” ese impulso natural en otros tiempos revolucionario, y que ahora, más sabiamente, nos enseña a dilucidar en las urnas por la vía democrática. Pero ¿Acaso eso es pura ilusión? ¿Acaso es esa aparente libertad la que pretenden que nos creamos? ¿No será que quieren disfrazar de alguna manera lo que es una técnica de sometimiento?
Tras el finalizado proceso electoral, me reafirmo en la convicción de que el Estado -una especie de monstruo con identidad propia- es un poder constituido que normalmente está muy lejos de la gente sirviendo otros intereses. Por tanto, ni es tan protector, ni tan paternalista como debería y quieren pintarlo. Dicen que al Estado “le importa poco” quién gane unas elecciones y, en consecuencia, como argumentaba Norberto Bobbio “no se puede constituir en alternativa”, pero yo, y perdonen el atrevimiento, no me acabo de creer esa afirmación de imparcialidad. No, ya les aseguro yo, que al referido “ente” no le da igual quién gane unas elecciones, al menos en Melilla.

Al margen de otras reflexiones sobre el “establishment” que los ciudadanos sobrellevan, no debemos olvidar que los partidos nacionales son parte del Estado, están dentro de ese disciplinado organigrama, inicialmente como instrumentos o herramientas al servicio de los ciudadanos, aunque lo han contaminado de tal manera que se han hecho con el control absoluto.

No obstante, debo invocar un principio general de la física: “a toda acción le corresponde una reacción”, y el “aparato” – a veces sus ejecutores son muy torpes- sin quererlo, nos están ayudando a consolidar el nacimiento de un nuevo sentimiento ideológico e identitario, un emergente movimiento político basado en el “localismo reivindicativo y transversal” que es la segunda fuerza política en términos municipales, y que ya se mide -de tú a tú- con quienes tenían el monopolio mayoritario a la hora de representarnos en las instituciones de la capital de España.

Lo mismo, ha llegado el momento de “soltar lastres generosos” y comenzar a exigir el lugar que merece CPM dentro del Gobierno de la Ciudad conforme a su representación ganada en las urnas. Algo así como la aplicación de la Ley de Gamson, fórmula que de modo indirecto vendría a imponer –por otras argumentaciones- la reciente sentencia del Tribunal Supremo que parece puede obligar a reestructurar el ejecutivo local.

Se empeñan -otra vez errando la estrategia- en hacer cada día más significativa la figura de una persona carismática como Mustafa Aberchán –guste o no guste- que además de abanderar políticamente a su partido, es conforme pasa el tiempo, más líder social –no confundir con un padrino clientelar, eso es otra cosa bien distinta-
Sí, han leído bien, líder social, una dimensión que visto el cariz que están tomando las cosas y el abandono insultante de esta tierra por parte de todos los gobiernos, está llamada a ser cada día más relevante, reivindicativa y beligerante, ya que poco o nada podemos esperar de las “franquicias” del Estado que llevan años practicando con Melilla y sus pobladores políticos de simple beneficencia a través de un goteo caprichoso de dinero público. Reclamamos y exigimos ser tratados con la misma dignidad que al resto de los españoles, reclamamos los mismos derechos, ni más ni menos. Coalición por Melilla es un partido localista que nace del pueblo, un pueblo sin excepciones, sin arrinconar a ningún sector de su población, en la búsqueda de una mejor redistribución de la riqueza, la igualdad y la cohesión, comprometidos con la justicia social.

Melilla y también el Estado, deben saber que ya somos muchos los que hemos perdido el miedo manipulador e interesado esparcido durante años, y aunque algunos intenten desesperadamente retrasar lo inevitable en su propio beneficio, sacrificando el de los demás, el futuro político de este pueblo ya está definido. Y ahora valientes, después de ver “las orejas al lobo” cambien lo que nunca quisieron modificar porque no les interesaba: la LOREG, como llevamos mucho tiempo proponiendo. Si es que pueden y se atreven.

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