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PÁDEL - COMPETICIÓN

Miguel González: “Soñar puedes soñar lo que quieras, pero yo prefiero centrarme en lo posible”

-Destaca la lucha frente a la técnica ¿El carácter luchador se mantiene cuando sale de la pista o se queda dentro? Doy todo cuando algo me importa, el pádel me encanta y siempre trato de dar todo en la pista. En mi día a día pasa igual, si algo me gusta me dejo la piel si no, no cuentes ni con el 1% de mis ganas. No creo en el talento, sin el trabajo y la lucha no eres nada. -Está en su último año de carrera ¿Qué pasará con el pádel cuando tenga el título en la mano el día de la graduación? Mi prioridad es trabajar como fisioterapeuta, pero si la suerte no sonríe tengo abierta la puerta del pádel. Estoy en mi mejor momento en el ranking y sé que aún tengo mucho margen de mejora si esa es la dirección que finalmente elijo. Mi plan ‘B’, si no veo salidas de fisioterapeuta, sería dedicar un año exclusivamente al pádel y ver que tal sale. ¿Y un futuro como entrenador? Doy clases como fuente extra de ingresos, y es algo que me gusta por lo que no lo descarto. Eso sí, estaríamos hablando de entrenar a jugadores con proyección competitiva, porque no disfruto enseñando a gente que no tiene intención de pasar del partido de los domingos. Creo que tengo las características y la experiencia para conseguir que un jugador triunfe y eso que reconozco que, con 22 años, me queda mucho por aprender.
(Autor: MELILLA HOY)

El melillense Miguel González García (1997) empuñó su primera raqueta desde bien pequeño. Era de tenis, aunque tardó poco en cambiar las cuerdas por la fibra de carbono. Siendo jugador de la categoría Benjamín destacó en las pistas de tenis y pádel de nuestra ciudad, aunque pronto descubrió que su pasión se encontraba dentro de las cuatro paredes de cristal. De eso hace ya varios años, ahora el niño que creció junto a su pala vive en Madrid, y es uno de los cien mejores jugadores del mundo.

– Este año ha jugado menos partidos que en los anteriores ¿Va bien la temporada?
Comparado con años anteriores, bastante bien. Si he jugado menos, pero he jugado mejor y, sobre todo, he tenido más regularidad que en temporadas anteriores. Además, realicé buenas actuaciones en los torneos más importantes, como en el Máster de Madrid, en el que estuve a punto de entrar en el cuadro final. Sin duda, he exprimido más cada participación en los torneos, ganando a parejas más duras.

-Ha jugado menos que años anteriores, pero observando sus registros entre partidos World Padel Tour, Estrella Damm Open de Madrid y torneos ajenos a ránkings oficiales, juega entre dos y tres partidos por semana ¿Considera el pádel como su profesión, aunque estudie una carrera universitaria de forma paralela?
Lo considero una profesión desde el punto de vista de que compito en un ámbito de profesionales de este deporte. Realmente, para mí no es una profesión porque, aunque me gustaría, no vivo de ello. Mi objetivo profesional principal es el que logre mediante los estudios, no tengo un enfoque total hacia el pádel, aunque uno nunca sabe dónde va a estar en unos años y, por ahora, tengo energía para mantener la puerta del pádel abierta.

-Jugar tantos partidos parece que e pasa factura, pues ha estado fuera de las canchas durante un mes por problemas en la muñeca ¿No aguanta tanto el ritmo de la competición?
Sí, tengo problemas en la muñeca que estoy tratando de resolver, aunque los médicos no están consiguiendo dar con la solución definitiva, pero por lo menos he acabado con el terrible dolor que me impedía entrenar y ahora puedo jugar, eso sí, con algo de dolor. Esta lesión viene dada por un mal gesto en mi técnica, nada tiene que ver con la falta de preparación. He de decir que nunca he entrado a una pista sabiendo que no he entrenado lo suficiente, el físico es mi mejor baza y, con 22 años, tengo capacidad de competir sin fatiga en todos los torneos en los que me inscribo.
-Los estudios y el deporte le obligaron a marcharse de Melilla ¿Fue difícil salir del ‘nido’?
La verdad es que, en general, no. Es cierto que separarse de la familia siempre es duro y no es agradable de llevar, pero me esfuerzo mucho en mantener el vínculo con ellos, y son mi apoyo incondicional desde la distancia cuando algo va mal. La ciudad es otra cosa, Melilla es pequeña, y si es verdad que le coges cariño porque has vivido toda tu vida allí, pero no sé si volvería para quedarme. Quizás Málaga sea una buena opción para vivir en un futuro, tendría las ventajas de una gran ciudad a la vez que la cercanía a Melilla para cuando desee volver.

-Si algo suelen destacar los deportistas de élite son esos sacrificios que hicieron de jóvenes por llegar a ser lo que querían. Es deportista de élite ¿Ha sacrificado mucho para llegar hasta aquí?
A decir verdad, ahora estoy empezando a sacrificar algo de la vida que puede llevar un universitario normal.

-Pero debutó con diecisiete años (2014) en los torneos oficiales de World Pádel Tour y ahora está en el puesto 95 ¿Nunca dijo que no a una fiesta?
Mi debut en torneos de este nivel coincidió con mi llegada aquí. Eres joven, conoces a mucha gente y tienes independencia para hacer lo que quieras. Mi primer año fue una locura, iba a los partidos después de haber estado toda la noche de fiesta.

-Entonces, ha madurado ¿Se acabó la fiesta?
No, ni mucho menos. Ahora no se me ocurre salir el día antes de un torneo, pero soy joven y tengo vida social, por lo que creo que con la filosofía con la que planteo mi carrera deportiva, puedo hacerlo todo si me organizo bien.
Según declaraciones en otras entrevistas su comida favorita es la pizza ¿Tiene en cuenta la alimentación o cometes excesos?
Es algo en lo que también he mejorado, pero he de confesar que no le puedo prestar demasiada atención, porque los entrenamientos y las clases me quitan el tiempo de hacer la compra y preparar la comida. Seguramente podría comer mejor, pero muchos días como fuera de casa, a falta de un nutricionista el sentido común me dice cómo controlar los excesos.

-El aspecto mental suele ser especialmente determinante para los deportistas de élite ¿Presta atención a entrenar la mente?
La cabeza también se entrena y yo trato de hacerlo, porque reconozco que, a veces, tengo problemas para controlarla en momentos de tensión. Creo que es una faceta del juego compleja sobre todo cuando ‘tiras de garra’. Muchas veces juego con esa mentalidad luchadora y me dejo llevar por lo emocional, cuando quizás debería mantener la cabeza fría.

“Todos tenemos problemas y te puedo asegurar que se ven reflejado en la pista”

-¿Ha perdido partidos contra usted mismo, le ha podido lo mental?
Ahora estoy contento, pero creo que a todo deportista le ha pasado alguna vez, y a mí también. Todos tenemos problemas, y te aseguro que se ve reflejado en la pista. Nunca he abandonado un partido por no poder afrontarlo mentalmente, y si estoy mal mi compañero de pista nunca se va a enterar. Si tengo un problema fuera, lo resuelvo fuera, solo o con la familia, pero no va a salir de ese círculo.

-¿Odia perder?
Si el rival te supera porque su juego es mejor, salgo de la pista sin nada que reprocharme. Diferente es si pierdo por no haber dado todo o por haber jugado mal, en ese caso si odio perder y me enfada bastante. Cuando pasa lo segundo, trato de aislar el tema y despejar la cabeza en otra cosa, pues seguir dándole vueltas una vez acabado el partido es lo que me destroza, porque, además, habiendo perdido es inútil machacarte.

-¿Le gusta o le presiona que su familia y amigos vayan a ver sus partidos?
No me gusta que muchas personas vean mis partidos. No soy de los que le gusta ver la grada llena de los suyos, pero sí que mis padres vengan a apoyarme. No es una cuestión de presión, nunca la tengo en la pista, es que simplemente me gusta que venga quien realmente quiera verme. No invito a todo el mundo a los partidos.
-Los deportistas, en especial los de deportes de raqueta, suelen ser muy maniáticos o muy supersticiosos ¿Es su caso?
Tengo muchos compañeros que hacen prácticamente rituales antes de entrar a la pista, tocan los postes de la red, entran siempre con el mismo pie o juegan con la misma ropa con la que ganaron otro partido. Yo no creo en nada de eso, no hay manías ni amuletos que ganen partidos, prefiero alejarme de esas cosas y centrar mi tiempo en el trabajo y el entrenamiento. Bueno, quizás bote la bola más veces antes de los puntos importantes (confiesa sonriendo), pero es mi truco para ganar tiempo de descanso y poder pensar la estrategia, nada de rezos ni supersticiones.

“Doy todo cuando algo me importa”

-Destaca la lucha frente a la técnica ¿El carácter luchador se mantiene cuando sale de la pista o se queda dentro?
Doy todo cuando algo me importa, el pádel me encanta y siempre trato de dar todo en la pista. En mi día a día pasa igual, si algo me gusta me dejo la piel si no, no cuentes ni con el 1% de mis ganas. No creo en el talento, sin el trabajo y la lucha no eres nada.

-Está en su último año de carrera ¿Qué pasará con el pádel cuando tenga el título en la mano el día de la graduación?
Mi prioridad es trabajar como fisioterapeuta, pero si la suerte no sonríe tengo abierta la puerta del pádel. Estoy en mi mejor momento en el ranking y sé que aún tengo mucho margen de mejora si esa es la dirección que finalmente elijo. Mi plan ‘B’, si no veo salidas de fisioterapeuta, sería dedicar un año exclusivamente al pádel y ver que tal sale.

¿Y un futuro como entrenador?
Doy clases como fuente extra de ingresos, y es algo que me gusta por lo que no lo descarto. Eso sí, estaríamos hablando de entrenar a jugadores con proyección competitiva, porque no disfruto enseñando a gente que no tiene intención de pasar del partido de los domingos. Creo que tengo las características y la experiencia para conseguir que un jugador triunfe y eso que reconozco que, con 22 años, me queda mucho por aprender.

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Miguel Macarro

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