Si en estas fechas me he llevado una gran sorpresa; de lo cual se entiende que no sigo mucho la política, es de que la Consejería de Distritos, Juventud y Participación Ciudadana no ha podido cumplir los proyectos propuestos a tiempo. Sin embargo, ha prometido que los cumplirá en la medida de sus posibilidades. Esto no es lo realmente importante. Lo que de verdad importa, desde mi perspectiva, es que existe una consejería de Distritos y Participación Ciudadana y Juventud.
Todos mis lectores saben que yo siempre he propuesto en mis artículos que, sin la actividad vecinal, la democracia no existe y que son las asociaciones de vecinos quienes realmente tienen un concepto claro de la política municipal que se realiza en cualquier pueblo o ciudad. Precisamente por eso, es el contacto, la comunicación y la participación del día a día lo que hace que una democracia sea orgánica en sí misma o no.
Yo, que vengo de épocas ya heredadas del Franquismo, proponía una comunicación regular entre las asociaciones vecinales de cada distrito o barrio con una consejería de la Ciudad Autónoma, pero esta idea es mucho más directa y ágil. Los políticos no son adivinos, aunque sí conscientes de las necesidades de su ciudad, pero la guía ha de ser la propia ciudadanía, una guía que les dará una idea clara de hacia dónde tienen que dirigir la administración del capital público en función de las aspiraciones de la población que gobiernan.
Creo que la idea ha sido mejorada notablemente…Así como veo necesaria la crítica, también veo imprescindible admitir cuando las ideas son buenas, y en mi opinión, ésta ha sido un acierto de pleno por el nuevo gobierno. Ahora, solo espero que los proyectos se lleven a cabo con diálogo, capacidad de análisis sobre lo proyectado: si es positivo y viable o no, y si se logra una mayor interacción a través de dicha Consejería entre la ciudadanía y quienes nos gobiernan.
Creo sinceramente, que gobierne quien nos gobierne, esta nueva Consejería no debería desaparecer, ya que es una de las que más necesita de la gente de a pie para su propia razón de existir, y, por lo tanto, la más democrática…Votar; lo he dicho siempre, no es votar cada cuatro años, sino participar de la sociedad en la que se vive a diario.
La única melancolía que me queda de mi propuesta social es que pasados los cincuenta, uno se va dando cuenta de que ya va para viejo…Aunque las esencias sean las mismas, los tiempos cambian y las ideas también.
