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Atril Ciudadano

Día histórico en Argentina

El país hermano del Cono Sur está de celebración, el pasado día 10 miles de personas se congregaron en la Plaza del Congreso de la Nación, en pleno centro de Buenos Aires. Las masas populares ocupaban también ambas aceras de la Avenida de Mayo que une el Congreso con la Plaza de Mayo, donde se encuentra la Casa Rosada, sede del gobierno argentino. Por mi parte, decidí no perderme aquel momento histórico, desayuné en una cafetería cercana e intenté acercarme sin éxito a la Plaza del Congreso, que estaba atestada. Finalmente pude hacerme un hueco en la Avenida de Mayo, desde donde se escuchaba al nuevo Presidente dar su discurso por los altavoces. Cuando acabó, Alberto Fernández se trasladó desde el Congreso hasta la Casa Rosada conduciendo su coche particular, saludando con la mano desde la ventanilla abierta.

La política en Argentina es apasionada como un partido Boca-River. Miles de panfletos, pancartas, globos y camisetas de líderes políticos se veían y podían comprarse por todas partes. Las caras del General Perón, Evita y Néstor Kirchner daban la impresión de que eran ellos quienes asumían ese día como nuevos jefes del Estado. Cuando Alberto pasó con su coche, todo se volvió una fiesta. El pueblo – ayudado por la Policía – apartó las vallas y siguió los pasos de Fernández copando la Avenida de Mayo en toda su extensión. En ese momento pude entender ese extraño movimiento político que llaman ‘peronismo’. Eso que no era ni de izquierdas ni de derechas, ni de arriba ni de abajo, ni de azules o rojos, ni de pobres ni de ricos. Ese movimiento en el que podían encontrarse neoliberales, populistas conservadores, progresistas, y, en un pasado no tan remoto, personas cercanas al fascismo.

Pude ver cómo las gentes de las villas-miseria, descamisados, y de los barrios más pobres compartían la calle, hombro con hombro, con hombres trajeados y con corbata mientras entonaban juntos canciones como ‘La Marcha Peronista’ o gritaban, haciendo el signo de la victoria con los dedos, ‘Patria sí, colonia no’. Aquello fue sorprendente e impactante, sobre todo para alguien que viene de un país donde las divisiones ideológicas son tan profundas, y para alguien en cuya ciudad – nuestra maltratada Melilla – además se combinan con tintes étnicos y religiosos.

Mientras escribo estas líneas, Alberto ha anunciado sus primeras medidas sociales: Tarjeta alimentaria para madres con hijos menores de seis años y jubilados, gratuidad de los medicamentos para los jubilados, concesiones de créditos no-bancarizados para la apertura de primeros negocios y la compra de primeras viviendas, la inclusión de los ‘empleos populares’ (cartoneros, chatarreros…) en la Seguridad Social, etcétera.

Al final será verdad aquello que entonaban en las calles: ‘Para que reinen en el pueblo, el amor y la igualdad’.

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