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¿Melilla sostenible?

Aunque en los últimos años se han dado pasos para avanzar en la Movilidad Urbana Sostenible, sin duda no son suficientes y es necesario ahondar en una política decidida que vaya más allá de gestos simbólicos como dar el nombre de Sostenibilidad a la Consejería de Medio Ambiente, como ha ocurrido en esta legislatura Si alguien hiciera una encuesta sobre la opinión de los melillenses respecto a cómo se conduce en Melilla, probablemente podríamos encontrarnos ante uno de los temas que más consenso generan. Y es que a nadie se le escapa que en esta ciudad se conduce muy mal, por no decir fatal. Cualquiera puede comprobarlo cada día al salir a la calle y sentir el peligro, un problema que sufren, sobre todo, los colectivos más vulnerables, como son los peatones y los conductores de vehículos de dos ruedas, entre ellos los ciclistas.
Así lo corroboran los datos de siniestralidad vial de 2019 que dio a conocer hace unos días la Jefatura Provincial de Tráfico, según los cuales durante el pasado año 2019 se registraron un total de 371 accidentes de tráfico con víctimas, 21 más que en 2018, que originaron 16 heridos graves, uno más que en 2018. Todos los heridos graves pertenecen al colectivo de usuarios vulnerables: 6 peatones; 5 conductores de ciclomotores; 3 conductores de bicicletas y 2 conductores de motocicletas.
Además, también hubo 454 heridos leves, 10 más que los que se produjeron en el año 2018. La única nota positiva del balance de la DGT es que el año pasado no se produjo ningún accidente mortal, por lo que la cifra de fallecidos fue de cero, frente a los tres del año 2018.
Las asociaciones que trabajan de forma incansable en el fomento de la movilidad urbana sostenible, entre las que se encuentran Guelaya y Melilla Con Bici, llevan mucho tiempo advirtiendo de la necesidad de revertir esta situación apostando por otras formas de desplazamiento mucho más respetuosas con el Medio Ambiente, que además son más seguras y saludables para todos, y favorables a la hora de intentar conseguir un objetivo que debería ser común: poder disfrutar de una ciudad mucho más amable, sin el ruido y la contaminación que provoca el excesivo parque móvil que tenemos en Melilla.
Aunque en los últimos años se han dado pasos para tratar de conseguirlo, sin duda no son suficientes y es necesario ahondar en una política decidida que vaya más allá de gestos simbólicos como dar el nombre de Sostenibilidad a la Consejería de Medio Ambiente, como ha ocurrido en esta legislatura. Si de verdad se quiere fomentar la movilidad sostenible en Melilla, no se puede tardar cerca de un año en sacar la resolución de las ayudas para la compra de bicicletas y vehículos eléctricos, cuyas bases fueron publicadas en febrero de 2018. La convocatoria fue un éxito de participación, con casi 700 solicitudes de melillenses que llevan desde finales de mayo esperando a saber si la Ciudad Autónoma les subvencionará la compra de su bicicleta, patinete o vehículo eléctrico.
Esta lentitud es solo un ejemplo, aunque se podrían poner otros, como el hecho de que el carril bici no se extienda a una mayor velocidad por toda la ciudad para que cada vez más melillenses que quieren apostar por la movilidad sostenible tengan itinerarios seguros para desplazarse por la ciudad. O que no se apueste de manera decidida por el transporte público durante todo el año y no únicamente en eventos como la feria o la Navidad. O que no haya más mano dura hacia aquellos que se creen impunes al volante y ponen en peligro su vida y la de los demás con sus infracciones. Falta mucho por hacer.

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