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A debate

La desafección de los jóvenes

Las últimas declaraciones de Felipe González: "Todo el mundo sabe a quién voto, pero no me siento representado. Lo lamento, pero no me siento representado por el debate que he visto en el Parlamento", abren las puertas a la melancolía.
Que alguien como el ex presidente del Gobierno lamente la falta de conexión entre el debate parlamentario y los problemas reales de la gente en cierto sentido conecta con la creciente desafección de los jóvenes respecto de la política que reflejan las encuestas. Lo paradójico de la situación es que quienes gobiernan España son ciudadanos todavía jóvenes -Sánchez tiene 47 años, Iglesias 41 ,y en la oposición Casado 39 y Abascal 43-.

No hay distancia generacional entre los actuales gobernantes y los jóvenes, es otro tipo de distancia la que determina el alejamiento. Tiene que ver con la implantación de una forma de gobernar en la que los jóvenes perciben que el mérito y la capacidad, en definitiva el esfuerzo para alcanzar las metas de la vida, han sido reemplazadas por un clientelismo político descarado. Lo de menos es la experiencia, el recorrido laboral, ahora cualquiera puede ser nombrado para un cargo importante -desde ministro a director general o asesor- sí pertenece a la nueva casta política. La que ha llegado al poder denunciando a la "casta" que según ellos surgió durante la Transición. El período germinal de la democracia española que alumbró la Constitución que algunos de los actuales responsables políticos parecen decididos a rebasar para perpetuarse en el poder a través de alianzas con quienes no ocultan su voluntad de separar Cataluña de España.

La desafección de los jóvenes tiene motivos fundados cuando observa que los debates parlamentarios se tornan en broncas tabernarias, en discursos cada vez más alejadas de los problemas reales del país. El principal, el paro. El Gobierno que preside Pedro Sánchez no tiene un plan para disminuir el paro. De los tres millones doscientos mil parados, más del 30% son jóvenes de menos de veinticinco años. No hay un plan para atajar el paro pero nuestros políticos están entretenidos. Los unos con la eutanasia, los otros con el llamado pin parental y los de más allá con el raca-raca de la independencia. Se han instalado en una burbuja y crean debates artificiales para orientar a la opinión pública hacia causas alejadas de los problemas de la gente. No me extraña ni la desafección de los jóvenes ni la melancolía que rezuman las palabras de Felipe González.

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