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Carta del Editor

Adiós comercio atípico, adiós

Leí y releí, el domingo pasado, las declaraciones de los líderes de los mayores partidos políticos melillenses a propósito de las declaraciones, un auténtico mazazo y una omisión deliberada de las ventajas (médicas y de acogida de menas, por ejemplo) que Melilla proporciona al régimen marroquí, del director general de Aduanas de Marruecos anunciando el fin del “comercio atípico”, si no recibía “órdenes” en contrario provenientes de la superestructura marroquí. Lo cual, como hubiera dicho Mariano Rajoy, puede ocurrir… o no. Leí y releí, el domingo pasado, las declaraciones de los líderes de los mayores partidos políticos melillenses a propósito de las declaraciones, un auténtico mazazo y una omisión deliberada de las ventajas (médicas y de acogida de menas, por ejemplo) que Melilla proporciona al régimen marroquí, del director general de Aduanas de Marruecos anunciando el fin del “comercio atípico”, si no recibía “órdenes” en contrario provenientes de la superestructura marroquí. Lo cual, como hubiera dicho Mariano Rajoy, puede ocurrir… o no.

Por orden de aparición en este nuestro, su periódico – MELILLA HOY es el primero, el más grande y más leído, en papel y en internet, de Melilla, con enorme diferencia, además de ser el mejor impreso de todos los periódicos diarios del mundo- Juan José Imbroda, Eduardo de Castro, Mustafa Aberchán y Gloria Rojas vienen a decir más o menos lo mismo: que hay que lograr una nueva economía en Melilla con nuevos -e indeterminados- planes, que hay que ser buenos y llevarnos bien (marroquíes incluidos), que la culpa de lo mal que está nuestra economía la tienen los otros partidos y otras generalidades de similar calibre. La única que dijo algo concreto es Gloria Rojas, volviendo a proponer, el domingo pasado, que Melilla entre en el régimen aduanero de la Unión Europea, medida que, como vengo diciendo y escribiendo desde hace mucho tiempo, es imprescindible para que nuestra ciudad pueda desarrollar una economía local productiva y pueda actuar como puente entre África (Marruecos incluida) y Europa, la única medida que nos abriría el mercado europeo, hoy inasequible. Una medida que, además, le vendría muy bien a la hoy, tras el Brexit, atribulada y empobrecida Unión Europea.

A lo largo de la semana todos los políticos se han manifestado, ahora, a favor de la entrada de Melilla en la Unión Aduanera europea. Con una insistencia comparable a la negligencia e ignorancia con la que antes trataron este tema vital para nuestra economía. El PP es el más señalado, porque durante 20 años ha presidido el Gobierno local. El PSOE- que según Gloria Rojas nunca se ha equivocado y jamás se equivocará- lleva años gobernando en España y tampoco ha hecho nada a favor de nuestra entrada en la Unión Aduanera. Como tampoco lo hizo Aberchán cuando fue presidente. Ahora todos se apuntan a la única solución que tiene la economía melillense, aunque tiene razón Jaime Bustillo, del PSOE, cuando resalta que se necesitarán varios años para que el deseo de entrar se convierta en un hecho (y si el gran gafe Liarte está por medio, siglos).Pero lo que es evidente es que solo lo que se empieza se puede terminar, así que, aunque sea ya muy tarde, bienvenidos al club de los favorables a nuestro cambio aduanero.

Cambios hacen falta, más que el comer, también en la política melillense. La nueva Vox Melilla, ya liberada de la catástrofe de Delgado Aboy, hizo el domingo pasado su recatada presentación, con el nuevo presidente de la gestora, José Miguel Tasende -un gallego con muchas raíces en Melilla- a la cabeza y Juan Carlos Escoz, “el único diputado de Vox en la Asamblea de Melilla” explicando algunas de las razones por las cuales Delgado Aboy ha sido expulsado del partido. La primera propuesta de la nueva Vox es muy sensata: Aislar a los tránsfugas -empezando por Jesús Delgado- y aplicar -en la Corporación local- “medidas disuasorias de carácter económico”, que es lo que más puede importar al recién expulsado que, como ya dije desde el principio, se niega a dejar su escaño… y las ventajas económicas directas e indirectas -el disputado puesto de diputado local número 13- que dicho escaño le pueden reportar.

La atención mediática de la semana que hoy termina ha estado centrada especialmente en dos temas: la llamada Mesa del Diálogo y el coronavirus. Aunque la palabra “diálogo” es un recurso generalmente utilizado para tapar todo y especialmente por los que se amparan en la mágica palabra -como la palabra “democracia”, tan utilizada por los regímenes social comunistas- para ocultar, socialistas comunistas y separatistas catalanes, que no dialogan, porque no pueden dialogar sobre la anticonstitucional autodeterminación. El corona virus es, sobre todo, un útil recurso de los malos políticos -que son multitud- para que la sociedad civil no piense en lo mal que se está utilizando la democracia, la política representativa, para evitar que podamos tener una sociedad civil activa y representativa.

El panorama, nacional y local, nos retrotrae al pasado, a la Canción a las ruinas de Itálica que escribió Rodrigo Caro en el siglo XVII y que empieza con el archifamoso: “Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa”. Pues eso.

Corolario.

Tiene gracia lo del Grupo Mixto de la Asamblea y el obligado reparto de dinero, asesores, etc., entre De Castro y el diputado de Vox, Juan Carlos Escoz. No tiene ninguna gracia que se pueda siquiera intentar ocultar que Delgado Aboy es un tránsfuga, como bien define la Academia Española de la Lengua y resaltaba nuestro Editorial del pasado viernes. Apoyar el transfuguismo es un tiro en la nuca para la ya tan mal utilizada democracia y un suicidio para los partidos políticos. En Melilla ya hemos padecido mucho, no hace mucho tiempo, con el transfuguismo.

Tampoco tiene gracia alguna lo del cambio de nombre del Pabellón de Deportes público. Javier, se apellide Imbroda como si se apellidara con cualquier otro nombre, es una magnífica persona y uno de los melillenses históricamente más destacados en el ámbito deportivo. Rachid Bussian intenta justificar lo que le imponen -y se deja imponer- pero es difícil mantener al mismo tiempo una cosa y la contraria, resaltar lo de “Melilla Ciudad del Deporte” y hacer lo contrario, intentar que desaparezca y mantener en la incertidumbre a los trabajadores de un deporte que ya existe en Melilla, como el golf, por ejemplo.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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