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El Torreón del Vigía

Cambio de estilo

Ayer publicaba “La Razón” un análisis sobre el vestuario del ministro de Consumo, Alberto Garzón, y como él ha entendido la importancia que para un político tiene la imagen. Y esta comienza con lo externo, con lo que a primera vista percibimos de otros y como nuestra mente, sin gran esfuerzo, empieza a calificar.
Es instintivo y tantas veces puede llevarnos al error. Cuando cogemos el libro sobre etiqueta de Lillian Eichler podemos contemplar apartados sobre el vestido apropiado para cada ocasión, el secreto del buen gusto en el vestir, la significación de la moda, como es conveniente no llamar la atención, la elección del color y la adaptación de las modas a la figura. Lo que aparece en ese manual no difiere demasiado de lo que la mujer y el hombre del siglo XXI siguen buscando. Nadie, aún, ha podido definir qué es la elegancia o más en concreto como la misma prenda en ellos o en ellas difiere de quien lo porte. El diario madrileño alaba como Garzón ha aprendido a hacerse el nudo de las corbatas ya que antes no las usaba. Si nos centramos en los cuellos, opta por el inglés, mientras que Pablo Casado, es más de italiano. “La Razón” analiza el traje que el ministro eligió en su primer Consejo, uno gris claro que sencillamente no le favorecía. En esta prenda ahora prefiere un tono más oscuro y azules marinos, algo en lo que nunca se falla y es más acorde con la responsabilidad encomendada. Para el sport el titular de Consumo, dice el diario: “acudió con una elegante chaqueta marrón con pespuntes en las solapas, que combinaba con un jersey de cuello cisne. Sencillo, deportivo, pero sin renunciar a la elegancia que se le puede presumir a un representante público. Días después volvió a demostrar de manera clara que al parecer aspira a ser el ministro trendy del Ejecutivo. En esta ocasión fue en la reunión informal que el Gobierno tuvo en la finca de Quintos de Mora. Allí se presentó con un look de chaqueta y pantalón combinado con un jersey, con el que se colocó en lo alto del podio de estilo de aquella jornada, por encima incluso del mismísimo anfitrión, el presidente Pedro Sánchez”. Buenas apuestas para un ministro que ahora valora la ropa como parte de la comunicación no verbal y tarjeta de visita de cada persona.

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