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Atril ciudadano

La historia, maestra de la vida

Melilla tiene mucho potencial y sinceramente así lo creo. Estamos anclados en una encrucijada entre África y Europa, un punto privilegiado que ya supieron ver otras civilizaciones de la Historia como los fenicios, cartagineses, romanos y musulmanes de los tiempos de Al-Ándalus. Todos ellos pusieron sus ojos en esta tierra. Mucho después, fue foco de atracción para una población peninsular empobrecida que buscaba oportunidades al otro lado del Estrecho, Donde se erigieron los grandes edificios modernistas de Enrique Nieto, se modernizó el territorio gracias a una amplia red de telégrafos, carreteras y vías férreas y donde se construyó un puerto con numerosas conexiones comerciales y de pasajeros.

Tendemos a pensar que la Historia es progresiva, que cuanto más años pasen, mejor deben ir las cosas. Caemos en un cómodo conformismo, y el problema es que el tiempo no lo arregla todo. ¿Qué diferencia hay entre esa Melilla histórica y la de hoy día? Las personas que conocieron otra Melilla me contestarían de numerosas maneras, pues cada uno tiene su punto de vista. Sin embargo, yo prefiero argumentar lo siguiente; cada día estamos más encerrados en nosotros mismos, hemos desconectado de nuestro entorno, nuestra área geográfica natural, nuestro hinterland. Con la Independencia y el posterior desarrollo de Marruecos, Melilla no ha querido o sabido integrarse en el nuevo espacio. Es cierto que, en ocasiones, el Reino alauita no ha puesto facilidades, pero es que nosotros tampoco las hemos buscado.
¿Por qué tenemos miedo a explorar nuevos caminos de progreso? Hemos caído en un conformismo derrotista y decadente, encerrándonos cada vez más en nuestra jaula dorada. Algunos se niegan desde posturas racistas o de aporofobia, otros ni siquiera se han parado a pensar las oportunidades que nos ofrecería estar en mayor conexión con un vecino en desarrollo y en mayor sintonía con nuestro entorno natural.

De la Península Ibérica nos separan muchas horas en barco, mientras que de un Marruecos que se abre paso en el difícil equilibrio entre el progreso y el desarrollo social apenas unos minutos a pie. Esto no significa de ninguna manera desconectar o dejar de mirar a la España Peninsular, sino de ofrecer como España en África un digno devenir a nuestros conciudadanos y abandonar, poco a poco, la miseria estructural. ‘Cuarenta siglos de Historia nos contemplan’ diría Napoleón, y yo sigo teniendo fe en un futuro mejor, porque la Historia nos ampara.

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