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MUCHO MÁS QUE SOLO BICI

Cifras y Letras

En la actualidad más inmediata en que vivimos, el “Coronavirus” llena todas las portadas de los informativos, canales de redes sociales, esfuerzo político e impacto económico y social al convertirse casi de la noche a la mañana en la única prioridad a combatir desde el punto de vista de la salud pública. Acciones tales como cierre de centros docentes, restauración, lugares de ocio, imponiéndose incluso limitaciones en determinadas actividades laborales, ocio en nuestras relaciones personales, en nuestro entorno social y lo que es más importante familiar, se están produciendo en cascada. La misma limitación de algunos derechos fundamentales tras la declaración a día de hoy del estado de alarma, da idea de los esfuerzos por parte de los responsables de la salud pública, así como de los propios políticos, pues todos los estratos sociales están afectados por tales medidas y el proceso de decisiones tal parece que no acabará nunca.
Los daños económicos y sociales que se están produciendo, se presuponen tendrán fecha de caducidad. Ya algunos países han pasado los peores momentos de esta crisis y se comienzan a recuperar. La temporalidad de este virus queda, por lo tanto, demostrada. Por decirlo de algún modo, tiene fecha de caducidad, no así el siguiente invitado a este concurso de cifras y letras: “El Cambio Climático”.
Si comparamos el estado actual de alarma por el dichoso virus con el ya declarado hace meses de emergencia climática, la diferencia no puede ser de mayor grado. La primera, según explicamos antes, ha recibido la absoluta implicación de todos los estamentos públicos. La segunda, claramente no. Seguro que algún lector pensará que esta propuesta que se plantea en este artículo peca de oportunista. Nada más lejos de la realidad. El objetivo es intentar comprender cómo siendo la crisis climática una certeza que acabará con nuestra especie, a los datos me remito OMS, AEMA, IPCC … etc, no es capaz de movilizar a toda la clase política, a la sociedad en general, que es la que sufrirá tan duras consecuencias y, sin embargo, una enfermedad que tiene fecha de caducidad, sí lo hace.

Las cifras
Decir que la exposición de los datos que expondremos a continuación no exime en ninguna forma de la gravedad de los momentos que estamos viviendo en la actualidad, y del pesar que ya muchos ciudadanos están sufriendo a través de ellos mismos o de sus familiares, creo que es digno de mención, pero al igual que otros muchos ya sufren o sufrirán los efectos de la crisis climática.
Probablemente el plantear este debate, subjetivo a veces, sobre la capacidad del ser humano en discernir lo grave de lo vital, caiga en saco roto. La palabra de moda hoy es la tan renombrada enfermedad y todo lo demás queda en segundo plano, aunque curiosamente esta, en estos últimos días, ha logrado más en beneficio del medio ambiente que todas las “supuestas medidas y golpes de pecho” de los políticos en los últimos años.
Durante las últimas tres semanas (dato sobre la fecha 28/02/2020), China emitió 150 millones de toneladas métricas (mtm) de CO2 menos que durante el mismo período el año pasado. Para hacerse una idea, 150 mtm es más o menos el equivalente a todo el dióxido de carbono que la ciudad de Nueva York emite durante un año, y una reducción del 25% de las emisiones de China equivale a una reducción del 6% global, datos estos respaldados por la Agencia Internacional de la Energía.
Pero no se hagan ilusiones, el cambio en las emisiones CO2 no será permanente, además de esperarse un rebote que restará rápidamente el efecto de este dato tan positivo.
Las medidas para frenar el coronavirus hacen que la calidad del aire mejore. Esta mejora ha evitado a nivel mundial más de 4.000 muertes de niños menores de 5 años y más de 73.000 adultos de más de 70 años según la Universidad de Stanford, dando lugar a una realidad incómoda, y es que el coronavirus ha salvado 20 veces más vidas de las que ha matado, además de retrasar el cambio climático y mejorar la salud en general de la población donde está presente, debido a la consecuencia indirecta en la reducción de las emisiones de gases contaminantes, al frenar el transporte, el consumo, reducir la actividad económica y empresarial.
Exponer esta perspectiva tan disonante con la marea actual puede que moleste más que ilustre, pero eso no nos alejará más de la realidad que expongo hoy aquí.
Cifras del coronavirus en nuestro país: 2.965 afectados y 84 muertos, según los últimos datos (15/3/2020), datos de https://www.redaccionmedica.com a las 22:25, el gobierno adelanta 2.800 millones para gasto sanitario, a nivel global se estiman 152.000 casos confirmados y 5.720 muertes.
Cifras de la Contaminación del Aire en nuestro país: 34.300 muertes prematuras (17/10/2019) https://www.lavanguardia.com, con un gasto sanitario de 37.000 millones de euros al año. El 97% de la población española respira aire contaminado, más de 45 millones de habitantes están afectados.
A nivel global más de 8,8 millones de muertes prematuras son debidas a la mala calidad del aire. Entre otros factores, cerca de 1800 millones de niñ@s respiran aire contaminado, más del 50% de las muertes por neumonía en menores de 5 años son causadas por partículas inhaladas en interiores con aire contaminado. Son cifras que nos llevan dando la alerta años y seguimos sin hacer lo necesario.

La letra
Antes han sido presentadas las cifras, ahora propondremos la letra; la reflexión está clara a nuestro entender. La magnitud de los problemas en términos de salud pública el ¿cómo deben de ser cuantificados? Creemos que, según los datos, así es. Fallecidos, afectados, sufrimiento humano, gasto económico… la lista se antoja muy larga. Aun así, la comparación no deja lugar a dudas de la magnitud del problema, tanto el coronavirus como la contaminación medioambiental deben de ser atajados urgentemente, pero tengamos claro que, si de una liga se tratase, no cabría la posibilidad de que se enfrentaran jamás, pues la diferencia entre ambos “problemas”, es abismal.
En nuestra ciudad se siguen observando a personas en las calles relacionándose socialmente, guardando colas en los supermercados, a ciudadanos de nuestra ciudad en cafeterías, charlando tan despreocupadamente, incluso a niños por las calles, (tutelados o no) “quemando” tiempo libre. Y yo me pregunto; ¿qué necesita la psique del ser humano para modificar su proceder? ¿Qué necesita para ser consciente de la gravedad de los procesos sociales que perpetuamos tras tantos y tantos avisos? “Alarmas”, “crisis”, “pandemias” incluso el tan nombrado “#Quédate en casa”. Mientras escribo estas palabras, hoy sábado, siguen llegándome imágenes a través de wassap de colas “infectadas” de personas en los centros comerciales sin ninguna medida de seguridad sanitaria para evitar contagios. Así me creo en la obligación de recordarles a los que cohabitan esas colas que, ya que arriesgan su salud, las de sus vecinos y familiares que no se olviden de comprar el tan valorado papel higiénico, ya que, a tenor de lo visto, da la impresión de que puede “salvarles la vida”.
Cuando observo estas actitudes, me asaltan cuestiones que me llevo preguntando días: ¿nos es imposible como individuo aceptar el rigor científico, el rigor médico? ¿Actuaremos en algún momento de forma responsable y generosa? ¿Será demasiado tarde cuando lo hagamos? ¿Añadiremos un sufrimiento gratuito a nuestros conciudadanos, a nuestros familiares? La incertidumbre a esa respuesta se nos dará en los próximos días, estemos preparados o no. Por último, un deseo #Quédate en casa, la otra cifra la seguiremos tratando más adelante.

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