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Carta del Editor

Gobierno de distribución igualitaria de la miseria

Oigo decir que este Gobierno socialista-comunista nos precipita a una dictadura distópica perfecta. Distopía, o antiutopía, es una sociedad ficticia indeseable en sí misma. Perfecta, en este caso, quiere decir absolutamente mala, totalmente indeseable. Algo parecido a lo que describió el británico Aldous Huxley en su “Un mundo feliz” o el checo George Orwell, en “1984” y “Rebelión en la granja”. Oigo decir que este Gobierno socialista-comunista nos precipita a una dictadura distópica perfecta. Distopía, o antiutopía, es una sociedad ficticia indeseable en sí misma. Perfecta, en este caso, quiere decir absolutamente mala, totalmente indeseable. Algo parecido a lo que describió el británico Aldous Huxley en su “Un mundo feliz” o el checo George Orwell, en “1984” y “Rebelión en la granja”.
“Medidas de humo”, las que tomó este Gobierno “asqueroso” (calificativo que oigo y que comparto también) el pasado martes, con un objetivo final muy comunista: acabar con las empresas privadas. Decía Churchill que el social-comunismo “es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y la prédica de la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. A eso vamos, por este camino y con este, asqueroso, Gobierno.

Además, las medidas dictatoriales de este Gobierno, en forma de declaración e imposición de medidas “de alarma”, no son compatibles con la democracia, ni con la libertad y soberanía del pueblo, de los ciudadanos (no de la “gente” como dice Pablo Iglesias), ni caben en nuestra Constitución bajo ese paraguas de “alarma”, aunque sí podrían caber en un estado de “excepción”, que el Gobierno, bajo presión de los separatistas, no quiso decretar y que no es lo mismo. El peligro, cada vez más evidente y cercano, es que España termine siendo una distopía comunista, vía la “alarma” y escondidos, Sánchez y sus secuaces, bajo la sombra trágica de la pandemia.

Una posible solución sería un gobierno de emergencia, formado por expertos, no políticos sin los cocimientos y la preparación mínima imprescindible. Un nuevo gobierno que funcionara solo hasta los finales de la crisis sanitaria en la que estamos y de la monstruosa crisis social y económica en la que vamos estar muy pronto. Esa es la, buena, propuesta del ex miembro del PP y actual presidente de Vox, Santiago Abascal, persona con la que no he tenido apenas trato, aunque en el efímero contacto que tuve con él tiempo atrás me dio la impresión de ser más un chulo de barrio que un político de altura y que sabía de lo que hablaba.

Padecemos un Estado monstruosamente grande y caro. Para empezar, hay ahora nada menos que 23 altos cargos ministeriales en el Gobierno de España. Sus salarios, solo los suyos, los de sus jefes de gabinetes y sus asesores, nos cuestan, a todos los españoles, aproximadamente 500.000 € mensuales cada uno, lo cual, multiplicado por 23 (los miembros del actual Gobierno, nada menos que 1 presidente, 4 vicepresidentes y 18 ministros, el Gobierno más caro de la historia de España), nos da un gasto, solo en personal (que viene a ser el famoso chocolate del loro), de 11,5 millones de euros al mes, o casi 140 millones de euros al año. ¿Se podrían suprimir 15 de los 25 miembros del actual Gobierno? Desde el punto de vista de la eficacia y como los hechos demuestran, sí, sin duda alguna, y eso supondría, solo en salarios, un ahorro de más de 100 millones de euros anuales. Así, y dando ejemplo, es como se empieza a poder disminuir ese robo legal que suponen los impuestos exagerados. Así se podrían empezar a pagar, a tiempo, mascarillas, test anti virus, etc., etc., por ejemplo. Así podrían subsistir miles de autónomos y de pequeñas empresas, sin los cuales la economía española -y melillense- colapsará.

Escribió el genio Ludwig Van Beethoven, a los 23 años que hay que “amar la libertad por encima de todo”. Beethoven es el gran titán de la música, un verdadero genio. ¿Se puede ser un genio y ser considerado como tal sin libertad? Creo que la respuesta es clara: no. Ni Beethoven ni nadie puede ser y aportar lo que es y puede dar en un régimen de falta de libertad, como es el caso de esta falsa democracia que padecemos.

Termino repitiéndome: ante esta situación tan terriblemente angustiosa que padecemos, el Gobierno actual -tanto en Melilla como en el total de España- no es la solución, es el problema, el gran problema. “Los españoles tenemos lo que nos merecemos”, nos dicen aquí y en el resto de Europa. Puede ser, pero no debería de seguir siendo. “Menos palmas y aprender a votar”, dice un ciudadano que se asoma al balcón a las ocho de la tarde. No es que los sanitarios españoles no se merezcan los aplausos, que se los merecen, es que los españoles, incluyendo o no a los que les votaron y nos malgobiernan, no nos merecemos este gobierno socialista-comunista soviético y tiránico que, con su patente incapacidad, su intervencionismo y su ideología estalinista, nos está llevando, a marchas forzadas -nunca mejor dicho- a la ruina y la pobreza total.

La decisión de cerrar la economía totalmente, que solo han tomado en Europa Italia y España, ha sido un tremendo error, como dice el economista Daniel Lacalle, que añade: “Países como Alemania, Dinamarca y Corea del Sur demuestran que el Gobierno tiene que trabajar para contener la emergencia sanitaria, pero también debe preservar el tejido productivo”.

Posdata
Mis entrañables recuerdos, todo mi afecto, agradecimiento y cariño a mis colaboradores (en el Campo de Golf) y amigos José María López, David Pérez y Oli Sánchez. Han sufrido la ineficacia, no la mala voluntad, de la “burrocracia”, con el actual Consejero de Deportes, Rachid Bussian a la cabeza. Espero que la situación de paro de mis amigos dure poco. Seguiré luchando por ello. Son un ejemplo de buen hacer y de dignidad humana. Ni los olvido ni los olvidaré jamás.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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