Hoy la cofradía del Humillado, al anochecer de este Martes Santo, al redoble de tambores, Ntro. Padre Jesús Humillado abandonaría su capilla del templo, para escuchar el desagravio de los que se sienten solos, para poder aliviar sus penas. El acto de desagravio es un momento muy emotivo en Melilla. Los insultos y los desprecios continúan en la Pasión de Cristo. Le despojaron de sus vestiduras y los soldados le cubrieron con un manto escarlata, trenzaron una corona de espino, se la pusieron en la cabeza, y en la mano derecha una caña por báculo. Jesucristo, sólo, abandonado, maltratado, humillado y hasta negado por su discípulo, hasta tres veces.
Los hombres y mujeres de trono, de negra túnica, nos mostrarían a Jesús Humillado, al Cristo que perdona. Marcialmente, hombro con hombro y entre lágrimas y sollozos, con paso lento irían arrastrando sus pies, por las calles del centro de Melilla. Es emocionante haber visto el gran recogimiento que mantienen sus penitentes en el recorrido.
Por nosotros, se ve sólo, golpeado, maltratado, despreciado y humillado. La sensación que se vive es de gran inquietud, que experimenta quien sabe que va a morir por nosotros, esparciendo perdón. Ya ha sido golpeado, coronado de espinas, ha sufrido las burlas de romanos y judíos, sólo queda su muerte.
