Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El crudo en tiempos de cólera

Aunque la producción solar y eólica creció en gran parte de continente, llegando a valores récords en algunos mercados, según datos de Marzo de 2020, las No Renovables copan la producción actual

La influencia del COVID-19 en la reducción de los GEI (gases de efecto invernadero), así como en el descenso de la temperatura de la superficie terrestre por las bajas emisiones de CO2, ha quedado demostrado que está siendo determinante. La disminución drástica en la demanda energética ha provocado un descenso sin precedentes en el precio del barril de BRENT y, por consiguiente, un acuerdo entre la OPEP y Rusia, el cual establece una reducción en la producción de 10 millones de barriles diarios, lo que supone una merma del 23% en la producción mundial de extracción de petróleo. Esta iniciativa presiona a los demás productores de crudo para que reduzcan sus extracciones, todo ello auspiciado por una disminución en el consumo. Aun así, el propio Financial Times afirma que existen dudas en el mercado de que este recorte vaya a ser suficiente, teniendo en cuenta que la demanda ha caído en más de un tercio, fruto de las restricciones de viaje que hay en todo el mundo.
El confinamiento reduce en un 62,3% los desplazamientos por motivo de trabajo, pero esta reducción solo supone un 18,7% de los movimientos totales. También sírvase como ejemplo que IAG, matriz de Iberia, British Airways, Vueling, Aer Lingus y Level, ha reducido un 90% la capacidad para los meses de abril y mayo, comparada con los mismos meses de 2019, para ajustarse a la demanda en el contexto derivado de la crisis del coronavirus.
Esta disminución en el consumo, forzada por la pandemia, ha logrado que algunas explotaciones petrolíferas que extraen el barril de crudo por encima de los 40/50 dólares el barril, convierten en insostenible dicha práctica empresarial. En los últimos doce meses el precio del barril de petróleo de la OPEP ha descendido un 70,28%, marcando un precio a día, 10 de abril de 2020 de 21,02 dólares, lo cual plantea grandes oportunidades para el negocio de las renovables.
Que el precio del barril de petróleo cayera por debajo de 30 dólares el barril, propone que algunos productores podrían decidir dejar de extraer crudo. Sírvase por ejemplo qué en Reino Unido, los yacimientos de petróleo del Mar del Norte comenzarían a perder dinero por debajo de los 50 dólares el barril. Otro ejemplo válido sería México cuyo el coste de extracción de un barril es de 20 dólares. Así, una de las mayores empresas petroleras en México, Pemex, indica que los costos de exploración y producción por barril de petróleo extraído son de alrededor de 5 dólares, por lo que el resto del coste vendría dado por la parte de impuestos, costes financieros y depreciación.
Teniendo en cuenta todos los factores inherentes al proceso de producción, queda demostrado que una reducción drástica en el precio de venta del barril de crudo, hará que los procesos de extracción energética sostenibles se vuelvan mucho más competitivos, parece que una ventana ya abierta hace años desde el punto de vista de la salud pública, impacto ecológico, consumo en el transporte, riesgo de vertidos, etc, se vuelve mucho más interesante desde la perspectiva puramente empresarial, al fin y al cabo ha sido siempre un factor determinante, incluso entre la clase política actual.
Cabe exponer que esta relación en cascada, entre los medios de producción energética actuales, fundamentados exclusivamente en la venta de petróleo y los medios de consumo derivados del mismo (transporte, energía, consumo), conforman un sistema, a tenor de los datos, demasiado frágil propio de un “sistema monocultivo” donde países cuya única fuente de ingresos se basa casi exclusivamente en la extracción de crudo, quedan sobreexpuestos en momentos de zozobra energética, en especial aquellos cuyo alto coste de extracción e impuestos derivados, quedan superados ampliamente por los bajos precios de venta.

Redistribución de la riqueza
El descenso del precio del barril, según afirma el Novel de Economía Paul Krugman, impulsa la “redistribución de la riqueza” y “eleva el consumo”. Si la primera frase no puede ser más positiva, la segunda, en un mundo donde el ritmo de consumo actual necesita de 1,8 planetas, se presume como poco inquietante. En línea con el discurso de la ONU, en cuyo escenario catastrofista afirma que si en los próximos 30 años persistimos en los hábitos de producción actuales la deuda ecológica será impagable, por decirlo suave y empleando un término conocido por todos “nadie nos sacará jamás de la lista de morosos”. Esta certeza matemática global tiene repercusiones negativas y potencialmente irreversibles sobre los recursos ambientales esenciales (agua, oxígeno, recursos geológicos) además de la impagable pérdida de salud humana (8,8 millones de víctimas mortales al año).
Conocer sin ningún tipo de ambigüedades la reducción de las emisiones de CO2, debidas al confinamiento impuesto, es de obligado cumplimiento por parte de las autoridades, su repercusión en temas tan de “moda”, como la salud pública deben ser valoradas de forma urgente. Llevamos reclamando durante años estudios serios que muestren su impacto en la salud, espero que tales propuestas queden fijadas en las agendas de los próximos planes de desarrollo y de esta forma la palabra sostenibilidad realmente tenga el sentido que se le presupone y deje de ser prostituida por el monologuista de turno.
Los titulares nos han recordado de forma incesante el valor de la salud pública, esa a la que le llevamos restando no solo tiempo de vida (3 años por ciudadano europeo, debido a la contaminación medioambiental) sino también calidad de vida, la importancia que le den a uno u otro queda a su sensibilidad. El frenazo económico ha puesto encima de la mesa una verdad innegable, la actividad humana es responsable directa del deterioro de nuestro entorno, prueba de ello son la gran cantidad de datos esperanzadores que inundan las redes, reducción en la temperatura de la Tierra, mejora en la capa de ozono, recuperación de la biodiversidad, reducción de la emisión de contaminantes y tantos otros. Mi esperanza es que los que nos representan dejen de lado sus intereses partidistas y se centren en la solución de los auténticos problemas que nos amenazan, la siempre presente extinción global.
El próximo Foro por la Movilidad deberá de coger el testigo de todas estas propuestas publicadas en tiempos de cólera y dejar de una vez de hablar de quién aparca y dónde, para proponer un discurso serio y coherente con los tiempos que corren y donde la salud pública tenga un valor real, tangible, evaluable y prime sobre el debate de los mediocres.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€