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Columna religiosa

¡Virgen de la Victoria, Madre de Esperanza!

Cada 30 de agosto, desde hace ya muchos años, da comienzo la novena en honor a nuestra Patrona, la Virgen de la Victoria. Siempre hay un lema que la rige; cada día es desarrollado por nuestro director espiritual en la homilía uno diferente que guarda relación con el principal. Para 2016 el título general escogido fue “María, Reina y Madre de Misericordia”. Hoy casi cuatro años después creemos importante, dadas las circunstancias que estamos viviendo, volver a recuperar este lema y los que titularon cada uno de esos días.
Desde tiempo inmemorial hemos acudido a nuestra Madre del Cielo, bajo la advocación de la Victoria para implorar su intercesión. Ella ha sido para Melilla, sin distinción alguna, consuelo en momentos de verdadera angustia, cuando todo parecía perdido. Ha sido la Luz que ha guiado los pasos de este Pueblo en la oscuridad.

Pero no podemos hablar en pasado cuando el presente está siendo muy difícil, terriblemente duro para todos y especialmente para algunas personas. Para quienes han contraído esta vil enfermedad y luchan por salvar sus vidas. Para aquellos que han perdido a un ser querido; miles de familias que no han podido ni tan siquiera despedirse, dar un último beso o decir ADIOS. ¡Qué momentos más tristes y dolorosos para todos ellos!
El Papa Francisco nos dice en una de sus intervenciones que: “No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo, que es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la espera, también cuando todo parece privado de sentido: Ella siempre confía en el misterio de Dios, incluso cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. Que en los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús nos regaló a todos, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decir a nuestro corazón: “¡Levántate! Mira adelante, mira el horizonte”, porque Ella es Madre de esperanza. “
Hoy más que nunca la Virgen de la Victoria es Madre de Esperanza, en estos días en los que todo a nuestro alrededor es tristeza y desolación, cuando todo parece estar cubierto de un negro manto de oscuridad que no nos permite ver la luz, y caemos derrotados, rendidos por el dolor que nos produce el sufrimiento de nuestros semejantes, debemos volver la mirada a la Madre del Cielo e implorar su ayuda.

Ella como Madre amante y generosa nos llenará de ánimo, nos cubrirá con verde manto y devolverá la esperanza perdida para que podamos seguir caminando por este valle de lágrimas y seamos también para nuestras familias, nuestros amigos, nuestros hermanos, SÍMBOLO DE ESPERANZA.

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