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La página de Robles

La vuelta al mundo del COVID-19.(V) El papel de la O.M.S en esta pandemia

Hoy quiero aprovechar el receso que nos da-y roguemos que no sea prolongado-, la espera de los resultados de la Encuesta Nacional de Seroprevalencia (E.N.S.), para tratar uno de los múltiples temas que trae a la mesa de actualidad la pandemia, se trata de la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) y su intervención en la pandemia del COVID-19; sin embargo, no debo dejar de referirme a la E.N.S., como el elemento imprescindible para guiar las medidas de amortiguación del estado de alarma, ya que de forma reiterada y por reputadas opiniones-incluida la propia O.M.S.-, se ha considerado imprescindible el realizar pronto y de forma masiva los tests. Incluso se ha vinculado a la diferente evolución que la epidemia ha tenido en aquellos países que los realizaron precozmente (por ejemplo, Corea del Sur), frente a los que han hecho tarde como es el caso de España, Italia o E.E.U.U.; pero seamos lo optimista que permiten la evolución actual de la epidemia en España, y la puesta en marcha de la E.N.S.

La globalización de las actividades humanas en el mundo era ya un hecho incontestable, tanto en sus efectos positivos como negativos, y entre éstos se halla el incremento de riesgos para la Salud Mundial; surgida en el siglo XX-incluso ya en la segunda mitad del XIX se podian atisbar esos efectos-, se creó la necesidad de establecer medidas para protegerse contra estos riesgos, y así nació la O.M.S., creada en el seno de la O.N.U. en 1948. Desde entonces y hasta la actualidad, entre sus funciones están ejercer el LIDERAZGO en temas cruciales para la salud, fijando las LÍNEAS de INVESTIGACIÓN y la aplicación de conocimientos valiosos, estableciendo NORMAS y su aplicación práctica a través, de formular opciones de política que aúnen principios éticos y de fundamento científico, prestando apoyo técnico si se precisa, y VIGILAR la situación de la salud determinando las tendencias sanitarias en el mundo. ( Tomado de la web WHO, y en mayúsculas las palabras clave en mi opinión).

La O.M.S., que actualmente tiene 194 países miembros, está organizada en seis regiones mundiales con sus oficinas respectivas, además de las oficinas nacionales en aquellos países que por motivos diversos así lo aconseje, casos de E.E.U.U. o China. Sus órganos colegiados son el Comité Ejecutivo-formado por 34 miembros de índole técnica-, y la Asamblea Mundial de la Salud, que es el plenario y que ostenta la máxima capacidad de decisoria de la organización. Su papel en la salud mundial desde su nacimiento, ha sido determinante en las situaciones de alerta o alarma sanitaria, tanto en las pandemias como en las llamadas Emergencias Sanitarias Internacionales-el nivel anterior en gravedad a las pandemias-. Ejemplos de éstas son las epidemias de Ébola, Zhika, Fiebre del Rift, etc…), y de aquellas, antes de la actual, lo fueron la conocida como gripe española de 1917-18 (infectó a un tercio de la población mundial, y causó ¡más de 35 millones de muertes!), o la gripe porcina o Gripe A de 2009, surgida en E.E.U.U.. Todas fueron declaradas por la O.M.S. en su papel de autoridad sanitaria mundial, como alarma para todos los países del mundo-y en especial para sus gobiernos-, para la adopción de medidas que prevengan y eviten los efectos del motivo de alarma, o al menos los mitiguen.

El problema es que sus alarmas, informes, recomendaciones u otro tipo de productos, no tienen carácter vinculante para los países-sí una autoridad técnica y moral de peso, con posibles repercusiones a nivel internacional-, quedando a veces en mera denuncia y/o aviso, porque puede dañar la imagen-si es un país o una actividad- pero sin capacidad ejecutiva per se; y un ejemplo de esto es la actual pandemia, en la que a pesar de haber declarado la O.M.S. la Emergencia Sanitaria Internacional el día 31 de enero de 2020, muchos países-entre ellos España e Italia, o los mismos E.E.U.U.-no se hicieron eco de forma diligente, de las recomendaciones de la O.M.S. ante tal urgencia sanitaria mundial, y con ello se perdió un tiempo precioso. El funcionamiento de la O.M.S. está ligado a su presupuesto, en el bienio 2018-2019 fue de 5623 millones de dólares (M$), de ellos 900 M$ están dedicados a personal, logística e infraestructuras; sus fuentes de financiación son de dos tipos, las cuotas de los países miembros-suponen algo menos del 20%-, y las contribuciones voluntarias (sobre un 83% del total). Estas últimas son de tres tipos, las especificas-con objetivos prefijados-suponen el 77 %, mientras que las liberadas y las de partners, aportan un 3% cada grupo. Un dato a destacar: E.E.U.U. es el mayor donante, en total aportó el 22% del presupuesto.

La controversia ha surgido con la denuncia del presidente de E.E.U.U., sobre la poco diligente actuación de la O.M.S. en preveer esta pandemia, además cita la información de que Taiwan denunció a la O.M.S. la existencia de casos de neumonía en la ciudad de Wuhan !en diciembre!; Trump acusa a la O.M.S. de estar más "cercana" a China que a sus obligaciones (recuerdo la de vigilar los problemas y tendencias de salud) y aceptar las explicaciones de China sobre la epidemia, por lo que ha congelado sus aportaciones a la O.M.S.. Ésta por su parte, responde a las acusaciones alegando la buena y franca actuación de China en la crisis, dando tiempo al resto de paises para prepararse, y que la transmisión interhumanos-que cambió toda la estrategia-no se le comunicó hasta finales de enero, declarando entonces la Emergencia Sanitaria Internacional, y que no es el momento de desunión y cejar en los esfuerzos, y aún menos desfinanciar las líneas de investigación y ayuda a países necesitados que la O.M.S. acomete en la pandemia actual. Por si faltara algo, sobrevuela la cuestión del origen del coronavirus causal,¿un laboratorio o el paso del virus desde un animal al hombre?, siempre en la ciudad China de Wuhan.

Realmente es muy difícil saber qué ha ocurrido, y puede que no lo sepamos nunca la verdad-al menos no sin que pase tiempo-, me voy a limitar a la cronología de los hechos ocurridos-y que cada uno saque sus conclusiones-, y que pueden resumirse en que una neumonía de causa desconocida, fue detectada en la ciudad de Wuhan (China), y se informó por primera vez a la Oficina de la O.M.S. en el país el 31 de diciembre de 2019, el 7 de enero de 2020, la OMS anunció que China había informado de que el causante del brote era un virus del tipo de los coronavirus y el 30 de enero siguiendo las recomendaciones del Comité de Emergencia, el Director General de la OMS declaró que el brote constituía una Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional. El 11 de febrero de 2020, la OMS anunció un nombre para la nueva enfermedad por coronavirus: COVID-19 y el 11 de marzo la O.M.S. declaró la pandemia.

Es un hecho también, que el 15 de febrero de 2020 el Director General de la O.M.S. en su discurso ante la Conferencia de Seguridad de Munich, dijo que estaba satisfecho con la colaboración de China en el brote, y aunque estaba preocupado por su evolución-aún incierta-, le daba esperanzas el que el 99% de los casos estuvieran en China; vino a concluir agradeciendo a China el tiempo que estaba dando al resto de los países para prepararse ante el brote ( material protector, normativa preventiva, etc..). Y ya entonces citaba lo preocupante que era, la numerosa afectación del persona sanitario.

En mi opinión, en el debe de los dirigentes de la O.M.S. hay que poner el que no acertaron a ver que la enfermedad X, consensuada en 2018 como la posible pandemia del futuro-¡en el seno de una conferencia de la propia O.M.S.!-, era la epidemia de Wuham; además, su obligada observancia del Reglamento Sanitario Internacional, que en sus preceptos rectores recoge el no limitar la movilidad internacional de viajeros y mercancías sin pruebas sólidas, retrasó en exceso la declaración de la pandemia, ya que con ello muy probablemente hubiera venido la restricción de la movilidad internacional. Un dato, hasta febrero estuvieron funcionando conexiones aéreas directas desde Wuham con tres ciudades italianas ( una era Milán). Lamentablemente, y a los hechos me remito, tampoco ello hubiera sido garantía de una mejor prevención-ante la inobservancia o falta de consideración de ello existida-, con la catastrófica situación que Italia y España están viviendo. El resto de acusaciones contra la O.M.S. y la propia China, las veo en el marco de la rivalidad China-Taiwan o en el de justificar errores propios al afrontar la pandemia-y ha sido el país que más tiempo ha tenido para prepararse-caso de los E.E.U.U., ello debido sin duda a la peculiar personalidad del presidente Trump. Todo ello sin entrar-por desconocimiento absoluto del mismo-en el tablero de las intrigas internacionales en pos del liderazgo mundial.

No quiero acabar sin hacerme eco de que "al fin parece que esta vez sí, hemos llegado-en palabras del ministro IlIa-a doblegar la curva", que a efectos prácticos consiste en que los curados superan a los nuevos infectados. Puede ser el final de la meseta a la que me refería en la segunda colaboración, y hago de nuevo votos sinceros para que esta vez, por fin acierte el ministro.

Nota.- Me hago eco de la esperada buena noticia de que, en Melilla al menos, se le han realizado los tests a todo el personal sanitario y sociosanitario, y se harán a otros colectivos de riesgo prioritario; y una cuestión relevante, era obvio que no estaban todos los contagiados contados-no se habian hecho tests de forma masiva-, pero atención a considerar como positivo de modo absoluto, una E.N.S. con resultados de muy baja o baja infección en la población, porque es un indicador de susceptibilidad a la infección/enfermedad a observar en el desconfinamiento.

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