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Columna Castrense

Hecho Histórico: Entrega de la primera Bandera a la Legión

Con motivo de conmemorarse este año el centenario de la creación de La Legión, por parte de este Centro de Historia se pretende realizar una serie de artículos relacionados con tal significativo acontecimiento, en esta ocasión, este artículo versa sobre la entrega de la primera Bandera a La Legión.

Como toda unidad La Legión anhelaba tener su propia bandera, sin embargo esta se hizo esperar, parecía como si el compromiso que recogía el espíritu de La Bandera del Credo Legionario: “LA BANDERA DE LA LEGIÓN será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus legionarios”, era un anticipo de lo que esta le pediría a La Legión y sus legionarios para conseguirla. Fue un largo camino lleno de trabajo, entrega, sacrificio y de heroísmo que los legionarios demostraron para poder acariciar el paño de su propia bandera, en el que tuvieron que hacer gala del contenido de cada uno de los espíritus de su Credo: amistad, unión y socorro, marcha, sufrimiento y dureza, acudir al fuego, disciplina, combate, muerte…
Millán-Astray, escribió el espíritu de La Bandera con una expresión de futuro, tratando de hacer llegar a sus legionarios que para alcanzar la propia esta requería previamente unas acciones de duro trabajo y dedicación en el quehacer diario y en las misiones más importantes que eran y son las de combate, en las que se exige el máximo a sus hombres llegando incluso al sacrifico máximo como es la entrega de la propia vida. Es por ello que su creador recogía la imperiosa necesidad del mérito para lograrla con el “… será…”
Ante la falta, en los comienzos, de una bandera propia y dada la necesidad de que los primeros legionarios jurasen bandera, el 21 de octubre de 1920 se organizó un solemne acto de jura de bandera en los llanos del Tarajal. Era una mañana soleada y se encontraban formadas las tres banderas que en tan poco tiempo ya tenía La Legión. Llegado el momento y a su paso marcial, los primeros legionarios desfilaron ante la bandera que para este acto fue designada la del Regimiento de Infantería de Ceuta nº 60. Los legionario, depositaron su beso que les comprometía con España. El acto estaba presidido por el fundador Millán-Astray, la formación la mandaba su lugarteniente el Comandante Francisco Franco y el abanderado era el capitán Justo Pardo Ibañez.

La fórmula que se empleó para el juramente fue: “¿Juráis a Dios y prometéis al Rey, defender la Bandera de España hasta perder la última gota de vuestra sangre y no abandonar al que os mande?”.

En el libro “Diario de una Bandera” del entonces comandante Franco, expresaba lo siguiente al despedir la formación a la Bandera: “A los acordes de la Marcha Real se aleja por la carretera la Bandera en que prestaron su juramento los soldados, la vemos alejarse con emoción pero sin pena, ¡no es nuestra propia Bandera, que aún tenemos que ganar…!”
En el año 1923 se iniciaron los trámites para la entrega de la Enseña Nacional, así se dispuso que una bandera expedicionaria formada por legionarios de todas las unidades de La Legión se desplazara a Madrid para el acto, sin embargo los acontecimientos que se produjeron en esas fechas en el Protectorado de Marruecos hicieron aplazar el acto. No fue ya hasta finalizada la campaña y realizada la pacificación en el Protectorado, cuando se retomó el realizar la entrega de la Bandera.

El acto se realizó el 5 de octubre de 1927 en el lugar que se considera la cuna de La Legión, el acuartelamiento de Dar Riffien. Formaron para el acto las banderas IV, V, VI, VII, VIII y el escuadrón de lanceros, al mando del coronel jefe del Tercio Eugenio Sanz de Larín.

Según los datos, la bandera fue bordada por la propia Reina y las damas de su corte. La Bandera llevaba en su anverso, el escudo de España sobre la cruz de Borgoña en el centro, rodeado con el lema de La Legión: “LEGIONARIOS A LUCHAR- LEGIONARIOS A MORIR”. En los extremos superiores, el anagrama real y los inferiores las dos medallas militares colectivas concedidas hasta la fecha. En su reverso llevaba el escudo de La Legión sobre fondo rojo. En la moharra llevaba tres corbatas correspondientes a las dos Medallas Militares y a la Cruz de Guerra Francesa.

La madrina de la Bandera fue la Reina de España, Doña Victoria Eugenia y esta fueron las palabras que dirigió a los legionarios en el acto:
“La Bandera que recibís lleva en cada puntada de sus bordados las gotas de sangre heroica que los hombres a quienes se destina ofrecieron como anticipo a la gloria con que llega a vuestras manos. Y al referirme a los hombres a quienes esta bandera pertenece no lo hago solo a vosotros, sino a todos los que desde la creación del glorioso Tercio rindieron sus vidas y su esfuerzos al servicio de España, y que, faltos de estandarte real, vieron imaginativamente en este que hoy os entrego, el guion de su honor y sus proezas. Rindamos, pues, al recuerdo de los que murieron, nacionales o extranjeros, oficiales o tropa, el primer tributo de este día, para mi singularmente satisfactorio, en que me cabe el honor, por designación del Rey mi esposo, de haceros entrega de vuestra bandera.

Y a los demás, a los que desde hoy os incumbe la misión honrosa de guardarla, defenderla y glorificarla os digo, al entregárosla, que lo hago sin ningún temor ni desconfianza, que fían y garantizan vuestra conducta futura la tradición de un pasado breve, pero de gloria insuperable, y el espíritu que en vosotros vive.

Comprendo y recojo la emoción con que vais a recibir la enseña de la Patria que añorabais como la mejor recompensa a vuestros servicios; mi corazón palpita y mis manos tiemblan al despedirme de ella, aun conociendo lo muy fuertes y nobles que son los que la reciben, que nobleza redentora engendró y engendrará siempre la ofrenda de la vida, a los altos ideales de Humanidad, Patria y Civilización, por los que venís luchando, guiados y enardecidos por el nombre evocador y glorioso de España.”
El coronel Sanz de Larín, jefe del Tercio, en su alocución expresó su gratitud por la entrega jurando por el recuerdo de todos aquellos que habían entregado su vida, conservar la Bandera inmaculada y morir en su defensa.

En el mismo acto se procedió a imponerle la Gran Cruz de San Fernando al general Sanjurjo y al nombramiento del general Millán-Astray como Coronel Honorario de la Legión, nombramiento que hizo el propio Rey Alfonso XIII. El coronel Sanz, como acto simbólico, le entregó el bastón de mando a Millán-Astray y a continuación el general dirigió una especial arenga a los legionarios finalizando la misma con un agradecimiento al Rey: “Señor: Este es el día más feliz de mi vida, gracias por haberme nombrado Jefe de esta pléyade de bizarros soldados, que lucen cicatrices en la cara, la cual jamás han vuelto al enemigo”.

La Bandera permaneció en Dar Riffien hasta la llegada de la República, pasando al Museo del Ejército donde en 1991 su Director la entregó al Jefe de la Legión siendo depositada en el Museo de la Legión en Ceuta donde se encuentra actualmente.

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