La ucronía se utiliza mucho en la novela. Una ucronía es una suposición sobre la historia que pudo ser y no fue. Por ejemplo, lo que hizo en 1989 Fernando Vizcaíno Casas en un libro con curioso nombre: Los rojos ganaron la guerra. Una inversión del resultado final de la guerra civil que parte de una victoria del ejército rojo, republicano o popular -como se quiera- en la famosa batalla del Ebro, en abril de 1939. La ucronía se utiliza mucho en la novela. Una ucronía es una suposición sobre la historia que pudo ser y no fue. Por ejemplo, lo que hizo en 1989 Fernando Vizcaíno Casas en un libro con curioso nombre: Los rojos ganaron la guerra. Una inversión del resultado final de la guerra civil que parte de una victoria del ejército rojo, republicano o popular -como se quiera- en la famosa batalla del Ebro, en abril de 1939. A partir de esa ucronía, el autor elabora una serie de ficciones de lo que podría haber ocurrido en España, cuyo nombre fue transformado por el de Unión de Repúblicas Socialistas del Estado Español (URSEE) – la repúblicas independientes de Euzkadi, Catalunya, Archipiélago Canario y Territorios Marroquíes, junto con Iberia, integran la URSEE- presidido el Estado por Dolores Ibárruri, La Pasionaria, y el gobierno por el doctor Negrín y más tarde -cuando la dependencia de la URSS era ya total- por Santiago Carrillo.
Habría habido muchos cambios en esa España que no fue. En la ucronía de Vizcaíno Casas: “El paseo de la Castellana pasó a llamarse Avenida de Rusia. El Capital, de Marx, se convirtió en el libro de cabecera de muchos, oficialmente casi todos los compañeros, fervorosos marxistas sobrevenidos. La hegemonía del Partido Comunista sobre todos los demás partidos del Frente Popular resultaba incuestionable. La calle Fernando el Católico (de Madrid) ahora se llama de Boabdil el Chico. Se crea, por decreto-ley, el Tribunal de Represión de Actividades Antidemocráticas. La salida del nuevo periódico, edición española de Pravda, impresa en los antiguos talleres del cerrado ABC. La huelga se prohíbe de modo absoluto, por atentar contra el progreso del Estado. Del Ministerio de Agricultura se hace cargo (por elemental congruencia) el Campesino, o sea, Valentín González. El consejo de guerra que juzgó a Yagüe, Muñoz Grandes, Moscardó, García Morato y Moreno los condenó a tres penas de muerte cada uno, pero hizo uso la jefa del Estado de su derecho de gracia, conmutándoles generosamente dos de esas penas; fueron ejecutados. La plaza de España de Madrid ahora es la de la URSEE. Dolores Ibárruri quiere que el vodka lo fabriquen en Chinchón, en vez del anís. Gijón -la cuna de Carrillo- por acuerdo unánime del ayuntamiento, pasa a llamarse Gijón del Carrillo. La solidez del régimen y su firme asentamiento popular se reflejaban en las estadísticas: el 98,5% de la población laboral activa pertenecía al Partido Comunista y al Sindicato Socialista Unificado, y el número de reclusos se había reducido a 370.719, de los cuales solo el 82% lo eran por razones políticas. La general miseria del país (no merma) el fervor comunista bien notorio en nuestro pueblo. Victoria Kent ha creado el Comisariado General Judicial, como órgano máximo de control de los tribunales, cuyos jueces y magistrados son designados por dicho organismo. El Estado vio hecha realidad su aspiración de monopolizar el sector alimenticio; también la pequeña y mediana empresa desaparecía a ritmo creciente, absorbida por las grandes empresas estatales; así la URSEE se asemejaba cada vez más a su gran modelo soviético, suprimida la iniciativa privada en favor de los superiores intereses colectivos de la organización del partido. El pueblo comprendía perfectamente y aceptaba los cotidianos sacrificios, consciente de que se debían a la situación mundial y nunca a posibles errores de sus jefes. El día del tercer aniversario de la victoria, primavera del 42, apenas hay horizontes para la URSEE, famélica, pobre y en tan equívoca posición frente al mundo”.
Todo el entrecomillado del párrafo anterior son transcripciones literales de las ficciones del libro, que termina con dos posibles supuestos de cómo pudo cambiar el presente y el futuro de España, y el de Europa y el Mundo, de haber sido otro el desenlace de la guerra civil. Vizcaíno ofrece a los lectores unas páginas finales en blanco, para que puedan “formular sus hipótesis (supuesto C, o tercero) e “imaginar la solución ucrónica -y utópica- que más les satisfaga”.
Me parece muy conveniente leer cuidadosamente esta ficción, porque se parece mucho a nuestra situación actual, inmersos como estamos en una dilatada situación de emergencia disfrazada de alarma, de final incierto en el tiempo, pero muy cierto en la vulneración de nuestras libertades y en la ruina que se avecina. Quizá nuestra inclusión en la Unión Europea pueda evitar que España -como la URSEE de la ficción- se convierta en un país famélico, pobre y en tan equívoca posición en el mundo. Porque nuestros actuales e incompetentes dirigentes nos estás acercando, sin pausa, a esa terrible situación. Y prefiero no añadir más comentarios sobre el Gobierno melillense, tan evidente es que este Gobierno, con su actual composición y con lo que viene (más bien, no viene) del Gobierno central, no puede evitar la catástrofe de nuestra martirizada ciudad.
Posdata
Un alto cargo de la Guardia Civil me felicita, felicita al periódico, por nuestro 35 aniversario y añade: “y mi deseo de que sean muchos años más, por el bien de la libertad, porque solo hombres libres podrán traer progreso a esta tierra”. Viniendo de quien viene y teniendo en cuenta lo que ha pasado, lo que está pasando en España, lo que está ocurriendo en Melilla, su mensaje tiene un enorme valor. Reconforta y anima comprobar que aquellos que están para protegernos, para proteger la libertad en nuestra patria -no para perseguirla- están vivos y son libres. Sin libertad no solamente no hay progreso, como bien dice el alto cargo de la Guardia Civil. Sin libertad no merece la pena vivir.
