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Libertad económica

No habrá calma después de la tormenta

Es importante diferenciar entre dos tipos de crisis económicas: las ocasionadas porque la estructura productiva de una economía es insostenible, y aquellas ocasionadas por shocks externos. Si la estructura productiva no se alinea con lo que los agentes productivos demandan, un reajuste de esta es necesario. Cuando, por otro lado, la crisis se debe a un shock externo, y por tanto no hay problemas con la estructura productiva del país, el gobierno debe tomar medidas para evitar que las empresas quiebren, y que dicha estructura, siempre y cuando siga atendiendo a la demanda de los agentes económicos, se mantenga. El gobierno español se enfrenta a una situación muy delicada, en la que un aumento del gasto público a niveles nunca vistos es necesario para paliar los tremendos efectos económicos de este virus. El aumento del gasto público va a tener que ser financiado por Europa, una financiación que probablemente esté sujeta a recortes y/o el aumento impuestos (en definitiva, cuadrar las cuentas). España no tiene otra opción, ya que la capacidad de España para adquirir deuda en los mercados está claramente mermada por la irresponsabilidad financiera de los últimos años (déficits constantes durante los últimos trece años) y mensajes que salen del gobierno abogando por un impago de la deuda.

España será de los países de la zona euro que más sufrirá el impacto económico del coronavirus. Su tejido empresarial, en el que solo el 3 por ciento de las empresas son “grandes” (las grandes siendo pequeñas comparadas con las grandes de otros países), y en el que el 54% del total registraron pérdidas, según la Agencia Tributaria, impide que muchas empresas españolas puedan sobrevivir un escenario en el que los impuestos y costes fijos aumentan y se acumulan, mientras los ingresos caen y no son suficientes para cubrirlos. El gobierno, que basa su paquete de medidas en un argumento tan poco fundado como que la actividad económica va a volver a los niveles (ya desacelerados) previos a marzo, debe introducir un paquete de medidas más realista y alejado de esa recuperación en forma de V que tanto predican. La recuperación económica llevará tiempo, muchos agentes reducirán su consumo, y la caída en el turismo, que supone el 15% del PIB español, es responsable de casi el 13% del total de empleados en España, y del que dependen otros servicios como los de alojamiento, ocio, transporte y restauración, será catastrófica para la economía española. Una de las claves será, por tanto, ofrecer a los turistas una seguridad que, de momento, brilla por su ausencia. Aquellos países que sean capaces de controlar el virus y tengan más medidas de prevención serán los que se acaben beneficiando de un mayor flujo turístico, mientras que aquellos que no controlen la epidemia verán los efectos de su nefasta gestión sanitaria agrandar las ya fatales consecuencias económicas.

Turismo aparte, el gobierno debe centrar sus esfuerzos en aumentar la liquidez de los agentes económicos, algo que se puede hacer mediante los ya existentes créditos ICO (aunque haciéndolos más flexibles), la reducción, aplazamiento, flexibilización o cancelación de cargas fiscales, la prolongación de los ERTES, y el aplazamiento o renegociación de aquellos costes fijos a los que los agentes económicos se van a tener que enfrentar con una menor renta. La reducción de las cargas fiscales va a ser de vital importancia, pues no solo los trabajadores verán su renta disponible aumentar, pero también las empresas tendrán una mayor capacidad para afrontar gastos y, en caso necesario, adquirir nueva deuda (sus activos serán mayores, y más activos se traducen en mayor capacidad para adquirir deuda). La reducción de las tasas impositivas, por otro lado, tendrán que venir acompañada de una consecuente reducción del gasto público. En caso de que el gobierno opte por mantener el nivel de gasto pre-coronavirus, o incluso aumentarlo, como parece ser que pretenden hacer, los resultados pueden ser caóticos.

Además de medidas para aumentar la liquidez, el ahorro tanto como nacional como extranjero van a ser de especial necesidad para afrontar la crisis que se avecina: muchos negocios van a desaparecer, pero eso la infraestructura de estos se mantendrá (el dueño de una tienda va a cerrar, pero el local y demás infraestructura seguirán allí para aquel que quiera adquirirlo). Es de vital importancia para la recuperación económica que estos activos sean adquiridos y puestos en marcha, algo para lo que, en este escenario en el que nos encontramos, mayor inversión extranjera será imprescindible.

En resumen, el débil tejido empresarial español, junto a la esperada caída del turismo, y los paquetes de medidas gubernamentales basados en una recuperación en forma de V, completamente alejada de la realidad, no pintan bien. Hace falta bajar impuestos, reducir al máximo el gasto discrecional por parte de la Administración Pública, proveer a los agentes económicos con liquidez, atraer inversión extranjera, y contener el virus. Difícil lo veo.

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