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Carta del Editor

Seguimos “alarmados”

Esto no tiene remedio. El miércoles, en el Congreso, asistimos a un espectáculo triste, a una rendición lamentable, a un episodio más de lo que la famosa reportera Alma Guillermoprieto escribió el pasado domingo en el Especial de El País sobre la pandemia en Latinoamérica y en su espejo, España: “No sé si el fin del mundo se anuncia así: una peste bíblica y unos pobres políticos ignorantes, mediocres, rapaces, que se han creído faraones y van transformando una terrible emergencia médica en tragedia”.
¿Cómo hemos podido votar, elegir, a estos políticos ignorantes, mediocres, rapaces, que se creen faraones? La reportera antes citada nos describe cuál es el origen de esta catástrofe electoral en España y en América Latina: nos falla la educación. “Seguirá sin solución la educación, a la que generaciones enteras de políticos le han escatimado el presupuesto necesario para crear ciudadanos pensantes, que sepan elegir mejores gobernantes que ellos”.
¿Tenemos los políticos que nos merecemos? Es duro tener que responder que sí, puesto que les hemos votado. Ni siquiera nos vale la excusa de que pensamos poco, que no somos ciudadanos pensantes porque mayoritariamente nos educaron para obedecer, tener miedo y no pensar, con el resultado, evidente, maligno y triste, de elegir a gobernantes que son mucho peores que los que les elegimos.
¿Qué conclusiones podemos sacar de lo ocurrido el miércoles en las Cortes? Pues que Ciudadanos galopa hacia su desaparición, inevitable en un partido que nació defendiendo en Cataluña la unidad de España y ahora vota con los que quieren terminar con esa unidad (supongo que el gafe trasmitido por Eduardo Castro puede haber tenido alguna influencia en tan catastrófica decisión). Pablo Casado hizo un gran discurso culminado con una incomprensible y desilusionante decisión de abstención, en vez de votar no a la nueva prórroga; ha vuelto la derecha miedosa. Que la coherencia discurso-votación que le faltó al PP la tuvo Vox: discurso contra Sánchez, votación contra su propuesta de mantener el estado de alarma. Que no se puede, y además es imposible, gobernar España, como pretende Sánchez, en colaboración/sumisión con los que la pretenden destruir (independentistas, comunistas y minipartidos de izquierda sueltos).

Todo eso nos lleva a otra pregunta: ¿Acabarán las crisis sanitarias y económicas, sobre todo estas últimas, con este gobierno nacional (y con el melillense)? Una pregunta que enlaza con otra: ¿Hasta cuándo va a durar el estado de alarma? Hasta las próximas elecciones que se vea obligado a convocar Pedro Sánchez, es una de las respuestas posibles, quizás la más probable en el ámbito nacional. Seguiremos “alarmados” hasta que Sánchez/Iglesias puedan armar su campaña electoral con un electorado cautivo, asustado y encerrado.

En el ámbito local, melillense, como estamos en esta situación indeterminada de no ser ni Comunidad Autónoma ni Ayuntamiento, padecemos lo peor de ambas situaciones, estamos en una especie de limbo y, además, fuera de la Unión Aduanera europea. No puede haber elecciones anticipadas, por ejemplo, a pesar de que en Melilla nos hacen más falta que el comer. Ahora solo podemos movernos en el tortuoso terreno del bulo. Unos aseguran, con escasa credibilidad, que el pacto melillense PP-PSOE está prácticamente hecho, aunque los afectados todavía no se han enterado de lo que, presuntamente, han hecho. Otros, entre los que me incluyo, creemos que el futuro de Melilla pasa por un pacto PP-CpM. Y algunos, como Dunia Almansouri por ejemplo, creen que el actual Gobierno presidido por Castro puede continuar tres años más, a pesar de la “herencia recibida” y el caos del coronavirus.

En una reunión, muy agradable, que mantuve el miércoles con Dunia Almansouri -con la que no había hablado antes- ella me repitió lo que ya he oído una y otra vez: “Se está trabajando de manera incansable”. Esa es la frase más repetida en estos tiempos por los responsables de los diferentes servicios públicos. Puede que sea verdad, pero lo que indudablemente es cierto es que, hasta ahora, el resultado de tanto “trabajo incansable” es claramente insuficiente. Ejemplo palpable (aunque no es del área de Dunia): lo que está ocurriendo con el no pago a los afectados, desde hace dos meses, por los ERTEs. Son personas a las que la crisis ocasionada por el tratamiento que se ha hecho contra la pandemia del coronavirus ha colocado en una situación económica y socialmente desesperada. Pasa el tiempo, se sigue en las oficinas públicas trabajando “incansablemente “ y cobrando adecuadamente, pero muchos melillenses, debido a las medidas adoptadas por el Gobierno, no pueden trabajar -cansándose o descansadamente- ni pueden cobrar a tiempo, porque no se les paga a tiempo. Es un drama, un caos que explotará, porque el chiste de Ramón en la portada de la revista Hermano Lobo el 2 de agosto de 1975, se ha hecho realidad en Pedro Sánchez: “¿Qué preferís, nosotros o el caos? El caos, el caos, respondía el populacho”. “Es igual, el caos también somos nosotros”.
“¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?, preguntó Cicerón en el Senado romano el 8 de noviembre de 63 a.C., dando a conocer la conjura que preparaba Catilina para hacerse con el poder absoluto y consiguiendo que fracasara”. ¿Hasta cuándo seguirás abusando, Sánchez, de nuestra paciencia?

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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