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Carta del Editor

Economía y política, inseparables

¿Es un chollo o un martirio ser empresario en nuestro país? Y no digamos nada en nuestra hiperburocratizada e hiperempobrecida Melilla Economía
Con el artículo de Francisco Bohórquez del sábado pasado, abrimos una columna que será semanal, Libertad Económica, en la que aprovecharemos la formación y los conocimientos de un joven hijo de melillense, y querido nieto mío, graduado en Economía y Finanzas en la Universidad de Temple, Filadelfia. “No habrá calma después de la tormenta” fue el título de su primer artículo, que concluyó afirmando -coincidiendo con todos los grandes expertos en la materia- que la “recuperación en forma de V en las que se basan las medidas gubernamentales españolas está completamente alejada de la realidad; hace falta bajar impuestos, reducir al máximo el gasto discrecional por parte de la Administración Pública, proveer a los agentes económicos de liquidez, atraer inversión extranjera y contener el virus”.

Sin empresarios, no hay libertad económica. Algunos datos que dan idea de lo que es ser empresario en España: 1/ El 54% de las empresas españolas registraron pérdidas en 2017, último dato disponible y según la Agencia Tributaria. 2/ De ellas, el 71% de las que facturaron menos de 1 millón de euros declararon una base imponible negativa. 3/ El 90 % de las empresas españolas mueren antes de los 10 años. ¿Es un chollo o un martirio ser empresario en nuestro país? Y no digamos nada en nuestra hiperburocratizada e hiperempobrecida Melilla.

Política
Oigo una entrevista que le hacen en esRadio a Begoña Villacís, una de las contrastadas líderes de Ciudadanos y vicealcaldesa del Ayuntamiento de Madrid, gobernado por la coalición PP-Ciudadanos. Le preguntan sobre la salud de esa coalición PP-Ciudadanos en la ciudad, y la comunidad, más próspera de España y contesta que la relación entre los dos partidos es buena y que no encuentra razón para un adelanto electoral. Cuando le recuerdan que ya ha habido en Madrid casos de transfuguismo, que el PSOE gobernó en Madrid con un solo voto de un trásfuga del PP y que algo similar podía pasar si ella, a cambio de ser alcaldesa, votara con el PSOE, contestó que a ella ya le había ofrecido el PSOE en varias ocasiones ser alcaldesa, pero que lo había rechazado y lo seguiría haciendo, como lo debería hacer cualquier miembro de su partido en el mismo caso.

La diferencia con lo que sucedió y sucede en Melilla es total. Aquí Ciudadanos, con un personajillo a la cabeza del partido, obtuvo un solo escaño en las elecciones locales del mayo pasado. Como hubo un empate a 12 entre juanjoimbrodistas y antijuanjoimbrodistas, el voto de Ciudadanos era decisivo. De Castro recibió la orden de su partido de no votar a los anti. No hizo caso y vendió su voto a cambio de que le dieran la presidencia de la Ciudad. Lo extraño, aunque se pueda comprender dada la dramática situación política de Ciudadanos, es que, De Castro, que es un tránsfuga real, no haya sido ya expulsado del partido y pasado a ser lo que es, un trásfuga real y oficial.

Cierto es, y no hay que olvidarlo, que ahora el “número 13” puede ser otro tránsfuga, Jesús Delgado Aboy, susceptible de ser comprado, sin la exigencia de ser presidente, pero cualquier gobierno basado en ese tipo de socios tránsfugas y que consistiría en la sustitución de De Castro, cercano al PSOE, por Delgado, “convencido” por CpM, no sería una solución para Melilla, sino todo lo contrario, pasar de lo malo -que fue bastante en la etapa final sin cambios del PP y que ahora es aún más malo- a lo peor. Melilla necesita, desde hace muchos años, un cambio profundo. El cambio, sí, es desesperadamente necesario, pero no un cambio amoral e ineficiente.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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