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La página de Robles

Melilla y los melillenses ante el SARS-CoV-2

Hoy escribo conociéndose ya, que el 71% de la población española está en la fase 1, y el resto se halla en la fase 0’5, un eufemismo que me recuerda a la nota que ponían los profesores, a aquellos exámenes por el “mérito” de escribir algo, y que era motivo de cachondeo aulario; si lo buscan no lo encuentran, término más dañino políticamente (escuché que una política la llamaba fase 0 avanzada), para los regidores de las zonas afectadas, por las repercusiones de toda índole que conlleva.
Que en esta situación se hallen, junto a las capitales de Castilla-León, la Comunidad de Madrid y la Barcelona metropolitana, no debe de pasar desapercibido desde el punto de vista epidemiológico; son núcleos de comunicaciones muy importantes de España y de Europa-junto al hecho de sus altas demografías-, lo que obliga a una especial consideración en el análisis de su evolución y consecuentes medidas. Cuestión aparte es que, y aquí me sale la condición de empleado público, a los informes proponentes de las CCAA, no se les responda mediante informe motivado del ministerio (cuando la misma sea negativa); ello daría imagen de solvencia científica y seguridad jurídica, además de guardar las formas y ser imagen de transparencia entre otras bondades. No hacerlo, alimenta la desconfianza y los bulos, e incrementa los enfrentamientos estériles entre administraciones que están obligadas a cooperar. Pero hoy no puedo ni debo dejar de tratar el tema de actualidad de la semana, en una cuestión como esta epidemia que da ¡varios titulares cada hora!, me refiero al primer informe de resultados de la Encuesta Nacional de Seroprevalencia, llamada oficialmente ENE-COVID, y en la que Melilla participa; hay que decir ante todo, que se trata de un avance de resultados-sólo de los tests rápidos-, por lo que no se pueden dar por definitivos, aunque responde a miles de encuestas, por lo que tiene su valor indiciario.

Un estudio de seroprevalencia busca conocer el número de personas afectadas por un fenómeno, en este caso la infección del coronavirus, ya que muchos casos no se detectan por el sistema sanitario al no caer enfermos, y por ello no se les hace la prueba (test); en el COVID-19, los asintomáticos pueden llegar a ser del 70-80%, y sólo se pueden conocer mediante tests para detectar anticuerpos (la IgM desaparece a los 15 días de la infección, y la IgG aparece entre 15 días y puede durar años). Hay en marcha actualmente más de 100 estudios de seroprevalencia en el mundo y con resultados variados-desde el 14% de prevalencia hallado en Francia y Alemania, al 3% de Países Bajos y Japón-; lo ideal es hacerlo no muy pronto, pero tampoco muy tarde, y su valor reside en que permite conocer el estado de inmunidad(protección) de una población frente a la enfermedad en cuestión, mediante lo conocido como inmunidad de grupo, de comunidad o de rebaño(por tomarse el concepto de la epidemiología veterinaria). Los expertos cifran que es efectiva si está entre el 60-70%.

De las muchas incógnitas aún por dilucidar en el COVID-19, está la cuestión de si la infección genera inmunidad, los antecedentes hablan en favor de ello (en un estudio del hospital Mount Sinaí de Nueva York, el 98% de los infectados la generaron), y en la ENE-COVID, el 83% de los que dieron positivo a la PCR tenían IgG. La otra incógnita es su duración, los antecedentes con otros coronavirus (SARS) eran que duraba 3 años, en este caso parece que podría durar al menos 2 años.

La ENE-COVID consiste en la realización de dos tests, uno rápido (brazo) -inmunocromatográfico, y otro más lento (sangre venosa del brazo) -ELISA-, ambos tienen técnicas y características distintas (el primero es de mucha menor fiabilidad); estos se harán de forma repetida cada tres semanas, para obtener un dato dinámico de la evolución y de acuerdo a las medidas de las distintas fases. Además se hace un cuestionario epidemiológico para el análisis posterior de los resultados y conclusiones. Entrando ya en los resultados, en lo más cercano se confirma lo que ya adelantaba en anteriores colaboraciones-sin mérito alguno, por ser lo esperado-, Melilla va a tener un muy bajo porcentaje de infectados, y por ello también de protegidos; el avance nos da el 1,9% (menor de lo esperado), pero al confinamiento legislado se ha unido de un lado el aislamiento de comunicaciones, y de otro el carácter quasi insular de Melilla.

En España se alcanza el 5%-2,3 millones de personas-(resultado menos esperanzador de lo esperado, ante la fuerza de lo sufrido), ya que incluso el Imperial College de Londres esperaba un 15% (7 millones de personas). El panorama nacional se completa con una prevalencia que oscila del 14 al 1,4% ( a destacar el 11% de C. Madrid y el 5,9% de Cataluña-7% en Barcelona-). Estos datos lo confirman también los resultados de tests rápidos en España ( fuera de la ENE-COVID), son 830.000 realizados y con un resultado para España del 5% de positivos, aunque para Melilla el dato es del 0,43%.

Como ya se expuso anteriormente, el confinamiento absoluto-surgido de la necesidad de adaptarse a la insuficiencia de recursos asistenciales-no acabará con la epidemia, ya que deja numerosas bolsas de susceptibles, como posibles focos de nuevos brotes; además de los daños de la gran crisis económica que origina, ocasionará un mayor número de muertes que la propia pandemia. El 5% de seroprevalencia nacional, confirma que tendremos el riesgo de epidemia por mucho tiempo. En cualquier caso la inmunidad de grupo queda muy lejos, y como ya avisé también, esta inicialmente grata noticia para Melilla, nos invita en realidad a que de forma obligada, sigamos siendo más prudentes aún en Melilla. ¡Y más cuando viajemos fuera!
Por ello viene a colación lo que ya se dijo en esta página el 8 de abril: La prevención del contagio es y seguirá siendo lo fundamental hasta disponer de una vacuna eficaz, por lo que la educación sanitaria-su puesta en práctica-, mediante distanciamiento eficaz, lavado de manos y medidas de barrera (mascarillas sobre todo), son imprescindibles. Ello se puede relacionar con lo apuntado el día 12 de abril, “ La historia de las pandemias en el mundo es cíclica, porque obedecen en último extremo al (errado) comportamiento humano.”. Sólo con un cambio del mismo podrá controlar y evitar su reaparición, aunque ya conocen aquello de tropezar dos veces con la misma piedra.

Nota.- El dr. Ángel Abad ha hecho un trabajo de estimación de la prevalencia basada en la letalidad real y la trasmisibilidad ( entre otros parámetros) que obtiene el 33 % de prevalencia en Madrid y el 14% en España, y lo publica en su blog “Salud y dos huevos duros". Personalmente estoy más cerca de estos resultados que de los del avance del ENE-COVID.

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