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Museo de Arte Sacro de Melilla

La Fundación Melilla Ciudad Monumental se suma a la celebración del Día Internacional de los Museos dando a conocer la historia del Museo de Arte Sacro de Melilla ubicado junto a la Iglesia de la Purísima Concepción.

Desde el año 2008 Melilla cuenta con un Museo de Arte Sacro situado en la planta baja del Conventico, donde se exponen destacadas piezas litúrgicas, esculturas y otros utensilios religiosos datados entre los siglos XVII y XX.
El visitante puede contemplar objetos antiguos y tradicionales, junto a otros más modernos y actuales, dentro del ámbito geográfico melillense, que han sido seleccionados por su alto valor simbólico, artístico, devocional o religioso.

Tallas barrocas, principalmente del siglo XVIII, en base a las esculturas de las Ánimas del Purgatorio, San Roque, San Francisco de Asís y San Expedito.

Sin olvidar, el valor sentimental y funcional de piezas tradicionales en metal, como la custodia, copones, hostiarios, sacras, navetas, candelabros y una significativa reliquia del Seráfico Padre San Francisco de Asís, todas del siglo XX.
Sobresale además la indumentaria litúrgica centrada en la exposición de la dalmática y los corporales del siglo XVIII.

Génesis del Museo

La idea de que Melilla contara con un museo de estas características nace en los primeros meses de 2004 cuando la entonces Viceconsejera de Cultura Rocío Gutiérrez González y el técnico e historiador Jesús Miguel Sáez Cazorla presentan un proyecto museológico y museográfico para la creación del “Museo Sacro de Melilla”.

Esta idea la recoge la Fundación Melilla Ciudad Monumental y en 2008 el proyecto quedaba materializado gracias a la autorización y colaboración del Obispado de Málaga, siendo titular del mismo D. Antonio Dorado Soto, así como de las Cofradías y Hermandades de Melilla, Congregación de la Virgen de la Victoria, Asociación de Estudios Melillenses; de algunos particulares como Miguel Vivancos Gómez, Guillermo Herrero Ruiz y las Familias, Rubiales, Blasco, Martínez, Nogales, etc. que cedieron indumentaria, imágenes y diversos objetos religiosos.

Breve historia del edificio

Situado en el Primer Recinto Fortificado, en el mismo lugar donde hubo una serie de viviendas que fueron adquiridas en el siglo XVII por orden del rey Felipe IV para edificar y alojar el convento para los frailes capuchinos. Preocupado el monarca por garantizar los servicios religiosos en las fortalezas del peñón de Vélez y de Melilla pidió el apoyo de los Capuchinos para que se encargaran del mantenimiento de las iglesias en ambas plazas.

Anteriormente fue llamado “Casa del Pagador Miguel Álvarez de Perea” y constituye una de las edificaciones más antiguas de la ciudad, instalada en el Primer Recinto, zona declarada Bien de Interés Cultural.

En el padrón general de viviendas realizado en 1753 por Joseph de Ossorno se recoge la siguiente anotación sobre esta edificación:

“Lindando con la Iglesia Parrochial por una parte, y por otra con la Muralla Real y haziendo frente la Puerta principal ala Plazuela; esta situada la casa llamada el Convento propia del Real patrimonio y destinada para el alojamiento del vicario y curas sin pagar alquiler alguno, la que se compro por orden de Su Majestad en quinientos Reales de ocho de plata doble a Don Miguel Alvarez de Perea Pagador y Tenedor de bastimentos en esta Plaza, de cuia venta se otorgo escriptura ante Juan Romeral escribano deeste Juzgado en veinte y dos de Febrero demill seiscientos sesenta y dos”.

El edificio, de arquitectura sobria y sencilla propia de los espacios conventuales, posee como elemento a destacar que es uno de los pocos dentro del recinto amurallado, que aún mantienen elementos originales de la época de su construcción conservados entre las sucesivas reformas y consolidaciones, como son parte de la sillería y columnas del patio (23 metros cuadrados), lugar de esparcimiento y descanso, al que se puede acceder desde la sala de arte sacro, recuperando así el sentido simbólico de su origen. Otra de las singularidades, es la conexión desde el patio con las Cuevas del Conventico, lugar de refugio de la población y de enseres litúrgicos en tiempos de asedio.

Del edificio original, que contaba con un patio interior desde el que se accedía a las cuevas, destacaban parte de su galería abierta, con un entablado de madera sobre una columna toscana, algunos sillares de sus muros y el portal de acceso a la plazoleta de la Iglesia, junto a su atrio.

En el siglo XIX sirvió de morada a los diputados liberales de las Cortes de Cádiz y otras personalidades de la época que habían sido condenados al presidio de Melilla, tras el regreso de Fernando VII, para cumplir destierro a causa de su ideología. Entre ellos, José María de Calatrava y el poeta Francisco Sánchez Barbero. Este último falleció en la Plaza en 1819.

Una lápida en la entrada que existe junto a la de la Iglesia recuerda este hecho.

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Redacción

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