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El Torreón del Vigía

La España cayetana

Mañana alcanzamos también en Melilla la fase dos y recuperamos libertad. Cuando hablamos con amigos o familiares de otros puntos de España, la pregunta es siempre igual: ¿en qué fase estás? Aquellos que aún permanecen en la uno, nos plantean que se puede hacer en ella. Y es que este país de varias velocidades tiene eso, además de frenadas, derrapes, extraños compañeros de cama para pactar a esa hora en que seguimos confinados. Pero cuando salimos no se cumplen las medidas ni de distanciamiento social y mucho menos el uso, ya obligatorio, de mascarillas, además de percibir el aliento, sudor, de unos corredores que no van por los sitios habilitados para ellos. Ayer observamos como las mascarillas o cuelgan de las orejas o van tapando la barbilla. De nada sirven en zonas no adecuadas del rostro y es profundamente irresponsable. El miércoles, el Congreso tuvo otra Sesión para prorrogar o no el Estado de Alarma, y ya con desescalada de votos, salió el sí, por quince días más cuando se quería desde el Gobierno de coalición, treinta. Al margen de números que sí que tienen importancia se ha hablado esta semana que termina, de Ciudadanos y su acercamiento al Ejecutivo, del abandono de pesos de importancia en las filas naranjas, de la sustitución de la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, del malestar de los del PSOE de toda la vida con Pablo Sánchez por sus socios en el banco azul, de la derogación de la reforma laboral del PP con ayuda batasuna, de las caceroladas, que decían que era de los “barrios ricos” y resulta que, como el aceite, se extiende por toda la Nación. Y entonces aparece el término “cayetanos” para definir desde colectivos de izquierda a aquellas personas que expresan su malestar contra la gestión del Gobierno en la pandemia del Coronavirus con cacerola en mano y pidiendo a gritos la dimisión del Ejecutivo. Para algunos, un nombre es una ideología, o pedir que se vaya Sánchez es de potentados, cuando la mayoría de quienes lo hacen son aquellos que a primera hora de la mañana levantan el cierre de su trabajo con la incertidumbre de cuál será su futuro porque el pasado reciente ya lo han sufrido…no percibir ni un euro por actividad cerrada, y estar en un ERTE. Quienes han acuñado el término siguen cobrando del Estado y su seguro, el escaño, lo conservan atornillados a él. Una cosa es expresar una opinión y otra son los escraches, los cuales y bajo ningún concepto deben producirse y mucho menos ser alentados. Ya lo decía D. Quijote… “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre, por la libertad, así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venirle a los hombres”.

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