Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

LA SEMANA

El poder absoluto corrompe absolutamente

Casi la mitad de España, Melilla incluida, pasa a partir de hoy a la llamada Fase 2 de esta etapa de limitaciones de la libertad, de prohibiciones inconstitucionales, de derechos cercenados, de intervencionismo brutal, a la que nos someten a los españoles…los que pretenden que España desaparezca.

Casi la mitad de España, Melilla incluida, pasa a partir de hoy a la llamada Fase 2 de esta interminable -según la evidente aspiración del maldito gobierno que padecemos- etapa de limitaciones de la libertad, de prohibiciones inconstitucionales, de derechos cercenados, de intervencionismo brutal, a la que nos someten a los españoles…los que pretenden que España desaparezca.
La pandemia, que el mismo gobierno contribuyó a propagar actuando tarde por motivos partidistas -la manifestación del 8 de marzo- es la excusa permanente que desea cualquier gobierno dictatorial, como el nuestro, para propagar el miedo, factor esencial de cualquier dictadura -especialmente la dictadura del proletariado- para ejercer el poder absoluto que, como dijo Lord Acton, corrompe absolutamente.
Aldous Huxley, en su libro Brave New World Revisited (Nueva visita a un Mundo Feliz), vuelve a citar al Gran Inquisidor (pongamos que hablo de la pareja Sánchez-Iglesias), personaje tomado de una parábola de Dostoyevsky que dice, desvelando su propósito: Al final el pueblo pondrá su libertad a los pies de los controladores, de nosotros, y nos dirán ‘hacednos vuestros esclavos, pero alimentarnos’. Ralph Epperson, en su libro “El nuevo orden mundial” concluye, premonitoriamente, “Los pueblos del mundo pondrán su libertad a los pies de los controladores, porque habrá una hambruna planificada o algún otro acontecimiento grave, como una crisis”. Como la del coronavirus, por ejemplo.
Los campos de golf de España ya podrán reabrir sus instalaciones a partir de hoy, 25 de mayo. Algunos campos, bastantes, ya habían abierto antes. Todos los campos, especialmente los privados, los que no dependen de la burocracia pública, han sufrido mucho, pero el daño mayor ha sido para los jugadores de golf, que no han podido practicar su deporte ni acogerse a los beneficios para la salud que ese deporte proporciona a todos los que lo practican, que son personas de todas las edades y de toda condición económica.
El campo de golf de Melilla es un campo público, que se construyó donde había un estercolero y se financió, en gran medida, con fondos finalistas -específicamente para la construcción de un campo de golf- de la Unión Europea. Es un terreno en el que, por razones militares, de Defensa, no se puede construir nada y mienten, o se equivocan, los políticos que prometen hacer lo que es imposible hacer. El campo de golf de Melilla tiene un enorme potencial de desarrollo beneficioso para la salud, el deporte y la economía (tan maltratada) de nuestra ciudad. Pero para ello es absolutamente imprescindible que la gestión -no la propiedad- del campo no sea pública, como realmente ha sido casi siempre, excepto en una corta etapa de libertad de gestión, en la que el número de federados -condición indispensable para jugar en un campo de golf- se multiplicó por diez. Como escribió Ayn Rand en su extraordinario libro “La rebelión de Atlas”, “trabajamos bajo directrices y controles promulgados por quienes son incapaces de producir nada”.
Resumiendo: o la gestión del campo de golf se privatiza y se pone en manos de los que saben de eso, si no se eliminan -para empezar- las absurdas, viejas, mal hechas y peor controladas tasas públicas, si se sigue despreciando por parte de políticos partidistas a la Federación Melillense de Golf cuyo concurso es imprescindible para practicar este deporte, el campo -que ya no es ni la sombra de lo que fue- morirá por dejación y abandono y Melilla habrá perdido uno de los pocos activos que tiene y que todavía sobrevive. Como presidente de la Federación Melillense insisto en la decisión de nuestra Asamblea y Junta Directiva de mantener una reunión con responsable públicos con capacidad de decisión para solucionar el presente y el futuro de este gran deporte. Seguimos esperando alguna comunicación oficial, que hasta ahora no se ha producido. El responsable de la pésima situación actual no es la Federación, es la Consejería de Deportes. Echamos de menos a consejeros como Francisco Robles, que tomaba decisiones y sabía que necesitaba ayudas.
Un apunte final: como recordaba el sábado Francisco Bohórquez en su “Libertad económica” del pasado sábado, la bien definida como “industria política” nos cuesta a los españoles la enorme cifra de 25.000 millones de euros anuales. Un ejemplo, a no seguir: En la gestión deportiva del Campo de Golf donde antes había tres personas, ahora hay, colocadas por la Consejería de Deportes siete, con un coste para las arcas públicas cinco veces mayor. “La cantidad de gasto no deberían decidirla los gobiernos que viven del gasto público, sino los propios ciudadanos, analizando si dicho gasto favorece u obstaculiza el crecimiento”, escribe Daniel Lacalle. Así debería ser, pero así no es.

Loading

Enrique Bohórquez López-Dóriga

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€