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Columna psicológica

Las relaciones de pareja durante la pandemia

Muchas parejas, durante la cuarentena, han podido comprobar el grado de consistencia interna, de entendimiento, del que disponían en la relación, o bien, han podido descubrir el agotamiento o desajuste marital al que ha llegado. Son muchas las variables o factores, que positiva o negativamente, influyen en el ámbito de las relaciones de pareja para que ésta fluya o entre en crisis.
Algunas parejas salen de la cuarentena con un mayor grado de entendimiento y de ajuste marital. Otras han descubierto que la cuarentena les ha llevado a vivir la relación con sufrimiento psicológico, con incrementos significativos de estrés, de roces, conflictos y desavenencias. Han aparecido síntomas como la irritabilidad, labilidad emocional, ansiedad y depresión, entre otros, como consecuencia de haber entrado en lo que muchas veces denomino “una relación de pareja patológica”
A algunas parejas, el confinamiento les ha permitido conocerse más profundamente, lo que les ha servido para incrementar el grado de entendimiento, afinidad e intimidad. Han mejorado el estilo comunicativo, consiguiendo que ésta sea más asertiva; el confinamiento también ha sido útil, en muchos casos, para aumentar las muestras de cariño y las relaciones afectivas sexuales.

Sin embargo, en el extremo negativo, el de las “relaciones de parejas patológicas” el confinamiento ha aportado algunas de las condiciones necesarias para que la propia pareja descubra que ya no quieren continuar con la relación, ha permitido el aumento de los conflictos maritales y ha aumentado las probabilidad de ruptura y/o divorcio.

No es condición necesaria y suficiente que la ruptura venga provocada por el propio confinamiento, sino que éste ha permitido descubrir, con mayor rapidez y severidad, las dificultades que ya arrastraba la propia pareja y que no querían o no podían ver.

Por ejemplo, si la pareja ya sufría de frecuentes discusiones por distintas desavenencias en el funcionamiento diario; si tenían conflictos no resueltos; si algún miembro de la pareja ya sufría de problemas de adicción; si padecía de antecedentes psicológicos relacionado con la ansiedad, depresión, etc…; si existía inseguridad o celos; o si la relación ya arrastraba un deterioro significativo, entonces, es muy probable que alguna de estas variables hayan podido influir, de forma directa, durante la cuarentena, acelerando y/o motivando la separación o el divorcio.

Existen trastornos, que si algún miembro de la pareja lo padece, ha podido contribuir a empeorar la relación, presentando un estado de ánimo más inestable, menos seguro y con la sensación de estar más enfermo, trastornos que han podido contribuir a la posible ruptura.

Algunos de los trastornos más significativos, aunque no los únicos, que han podido afectar a la pareja durante la pandemia, han sido:
•La Hipocondría. La característica esencial de este trastorno es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal u otro signo que aparezca en el cuerpo. La propia pandemia ha contribuido a reforzar la sensación de enfermedad a la persona con hipocondría.
•La Agorafobia. Consiste en un miedo y una ansiedad intensos de estar en lugares de donde es difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda. La agorafobia generalmente involucra miedo a las multitudes, a los puentes o a estar solo en espacios exteriores. La pandemia también ha reforzado la enfermedad haciendo que el paciente sufra de mayor ansiedad y salga aún menos.
•El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), es un trastorno de ansiedad, caracterizado por pensamientos intrusivos y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación. Estos pensamientos van acompañados de conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada. Téngase en cuenta las obsesiones relacionadas con el contagio en la pandemia que han fortalecido los pensamientos obsesivos y las conductas compulsivas relacionadas con la descontaminación.

Antes todas las situaciones descritas, donde el resultado ha sido la formación de una “relación de pareja patológica”, qué podemos hacer.

La realidad es que todas las parejas pasan por diversas crisis a lo largo de la vida de la pareja. Si las superamos, nos permite afianzar más la relación. En caso contrario, la crisis se irá sumando a otros problemas o crisis no resueltas que agravarán más la misma. Cuando nos encontramos en una situación de pareja, donde empezamos a plantearnos la separación o divorcio (esto es siempre una opción más), es aconsejable pedir ayuda a un profesional que nos permita tener la visión de una tercera persona, siempre desde el punto de vista de la psicología. Los profesionales emplean la Terapia de Pareja, como herramienta para superar los conflictos, resolver los problemas acumulados y aclarar las desavenencias y errores cometidos durante la relación.

Durante la terapia, no se buscan culpables, sino soluciones a los problemas que han ido apareciendo y que no hemos sido capaces de resolver. Siempre, sin ser conscientes unas veces, y con consciencia en otras, ambos miembros de la pareja aportan algo negativo a la relación. De ahí que sea importante la intervención de un terapeuta especialista en terapia de parejas, para que pueda aportar una visión externa, correcta y objetiva que permita la resolución de los problemas y la restauración del afecto y el amor.

Durante la terapia se aprende a fomentar la comunicación más asertiva, se reestablece la confianza, se negocia sobre la toma de decisiones, el tiempo de ocio, la frecuencia de las relaciones sociales, se mejoran las relaciones afectivas sexuales…
No obstante, si tras la terapia, no ha sido posible la reconstrucción de la relación, siempre es mejor finalizar la misma y hacerlo de una forma adecuada y con el menor daño emocional posible. Si además hay hijos por medio, entonces existen razones más que suficientes, y de peso, para llevar a cabo la separación a través de un terapeuta que pueda ir mediando y explicando los pasos a dar para minimizar el dolor, que inevitablemente sufrirán los hijos. Recuerden siempre que los hijos no se divorcian y que quieren, en casos normales, tanto al padre como a la madre, independientemente de los problemas surgidos durante la relación.

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