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Libertad económica

¿Las ineficiencias de los mercados?

Bajo el sistema capitalista es imposible que no ocurran fluctuaciones económicas. Nuestro sistema de producción se caracteriza por la división del trabajo, lo que significa que distintas personas se dedican a distintas cosas, sin ninguna autoridad que controle el sistema económico. Millones de personas deciden libremente qué producir, qué consumir, cuanto dinero prestar, cuanto dinero pedir prestado, etc. Un sistema así lo tendrá imposible para encontrar un punto de equilibrio en el que demanda y oferta cruzan, un punto de equilibrio que, por otro lado, solo aparece en los libros de texto por motivos didácticos. Es de hecho increíble que un sistema tan complejo funcione y sea el responsable de los impresionantes resultados de los que hemos sido testigos en los últimos años. Las fluctuaciones económicas son, por tanto, el precio que deberemos pagar por la inmensa mayor productividad de un sistema económico basado en la división del trabajo. Y lo más importante, son fundamentales para el correcto funcionamiento del sistema capitalista y la continua mejora en las condiciones de vida de las personas. El objetivo de la producción es ofrecer un servicio a los ciudadanos a cambio de una ganancia, por tanto, es necesario entender que cuando una empresa se ve forzada a cerrar, en la mayoría de los casos, es porque su producción no es aceptada por los ciudadanos. En contra de la creencia popular, las crisis no ocurren por un exceso de producción, pues todavía, en cualquier país del mundo la producción se podría multiplicar por 10 y aún así habría millones de personas con necesidades materiales. Las crisis ocurren cuando se produce mal, es decir, cuando lo que se produce ya no es consumido por los consumidores. Por tanto, si el Estado se empeña en mantener dicha producción mediante subvenciones o rescates, no está luchando contra la ineficiencia del sistema capitalista, está perpetuándola al no permitir el ajuste necesario en la producción y al retener unos recursos que se podrían dedicar en otras áreas que los consumidores valorasen más. Después le dirán que es culpa del capitalismo.

También puede aparecer una crisis cuando se reduce el consumo, por el motivo que sea, pero eso no debería preocupar al regulador, pues el ahorro es indispensable para el correcto funcionamiento a largo de plazo de la economía. Es verdad que los sectores más próximos al comercio se verán afectados, pero aquellas industrias dedicadas a la inversión en bienes intensivos en capital verán cómo los tipos de interés bajan, a la vez que el ahorro de los agentes económicos aumenta, lanzándose por tanto a invertir. Es importante distinguir una bajada de los tipos de interés artificial por parte de los bancos centrales de una bajada de los tipos de interés por aumento del ahorro. En el primer caso, los proyectos de inversión se hacen más atractivos, pero el ahorro real de la sociedad no ha aumentado, lo que se traducirá, muy probablemente, en el fracaso de los proyectos de inversión. En el segundo caso, los proyectos de inversión se harán más atractivos, a la vez que el ahorro de la sociedad aumenta.

En resumidas cuentas, para luchar contra una crisis los Estados deberían únicamente flexibilizar el mercado laboral para permitir el rápido ajuste de la estructura productiva, no penalizar el ahorro de los agentes económicos, bajar impuestos, atraer la máxima inversión que se pueda, y usar el excedente de ingresos de las épocas de bonanza, en las que se debería mantener un superávit pues los ingresos son cíclicos mientras que los gastos no, para atender a aquellos afectados por la crisis mediante cursos de formación o con sustentos para garantizar que puedan desarrollarse como seres humanos. Las demás intervenciones tendrán el siguiente efecto: la perpetuación de un sistema ineficiente y la pobreza.

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