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Columna pública

Cargos vitalicios en asociaciones ‘privativas’

La picaresca en el mundo asociativo cobra especial enjundia cuando se aborda la idiosincrasia de las denominadas entidades religiosas que componen lo que comúnmente llamamos, en esta ciudad, Comisión Islámica de Melilla (CIM). Una federación de asociaciones, que, a día de hoy, aún no sabemos a quienes rinden cuentas, cuándo, ni cómo. ¿Quién los elige?, ¿quién les da la potestad representativa? Y ¿dónde? En verdad las interrogantes no se acotan con estas rudimentarias cuestiones, sin embargo, son las más esenciales ya que se atribuyen la representatividad confesional de la comunidad musulmana personas que no han pasado por el filtro básico de la elección. Con toda seguridad, ni el filtro democrático que legitime la supuesta representatividad en el interior de cada una de esas entidades, ni mucho menos en el ámbito federativo, que es donde se cuecen las habas, dicho en su sentido cervantino original. ¿Puede estar una persona al frente de una asociación –religiosa en nuestro caso–, más de treinta y cinco años? Rotundamente, sí. Incluso si nos atenemos a los hechos objetivos, hay quien tiene el dudoso mérito de acercarse al medio siglo de ‘mandato’. Probablemente aún nos quede por ver, si nos lo permite la sobrevivencia biológica, lo que dio en llamar irónicamente Shlomo Ben Ami, la república monárquica. Es decir, pasar el testigo de padres a hijos, más allá de las patrañas estatutarias e infundados formalismos teóricos.

En puridad, cuando dedicamos una somera reflexión al surrealismo que engloba este mundo ‘asociativo’, la percepción que se obtiene es que son cargos que van más allá de lo vitalicio. Que sería, obviamente, lo más rancio del autoritarismo en un ejercicio de representatividad. Y ¿hay algo que pueda ir más allá del cargo perpetuo? Si, se han convertido en una suerte de espacio privativo, asociaciones que responden a una especie de finca particular. Por eso cuando se alude a una determinada asociación se hace indicando a “la asociación de fulanito”. Se refiere especificando con un adjetivo posesivo. Es decir, es algo así como un objeto particular a perpetuidad, vinculado perennemente a un nombre propio. Esto puede sonar a sarcasmo surrealista, nunca mejor dicho: más allá de lo racional, para una mentalidad educada en la lógica de la representatividad colegiada y del relevo democrático. Pero hay ‘costumbres’ tan arraigadas que han terminado por asumirse como un derecho consuetudinario. Para unos pocos, algo muy normal, y para los más consecuentes, algo absolutamente aberrante.

Si esta historia de nunca acabar, lleva ya muchos años coleando, es más que probable que ahora, dado que todos los mecanismos políticos están a favor, la cotización de estas asociaciones crezca enteros. Ya lo han hecho, sobradamente, aunque unas más que otras, en función de la militancia e inclinación partidista. De ahí, ese también perpetuo equilibrio que ha llevado a una acostumbrada confrontación del par contra el otro par de asociaciones, de las cuatro que conforman la CIM. Lo estamos viendo en las decisiones enfrentadas concernientes a la reapertura de las mezquitas tras el Estado de Alarma, o el aún caliente escándalo de presunta agresión sexual acaecido en la mezquita del cementerio. Hasta 10.000€ se ha llegado a ofrecer en total a la persona que aporte información y pruebas sobre el caso del sepulturero del cementerio musulmán. Sin duda, esto último, es digno de un guion de suspense, al estilo de la Camorra napolitana de Ford Coppola. Algunos han pasado, diametralmente, de ir contra el acusado subrepticiamente, a un apoyo “incondicional” ante la ‘insoportable’ avalancha acusatoria desde las redes sociales. Que en el ámbito ‘religioso’ se den estos comportamientos de supuestos complots e intrigas es a todas luces descorazonador.

Sin embargo, en lo referido a la apertura de las mezquitas, pintan bien poco las entidades de la CIM, más allá de sus estériles y rocambolescas deliberaciones. Detenta el poder quien dispone de los medios económicos necesarios. Inequívocamente, quien paga manda, y las nóminas de los imames son sufragas desde más allá de nuestras fronteras. Así que la deliberación de la CIM instando a la apertura de las mezquitas será, es ya, inútil a la vista de que las mezquitas seguirán cerradas.

En rara ocasión se han adoptado iniciativas en la que confluyan todas las entidades desde el acuerdo unánime, consensuado, aun pudiendo ser el tema de especial relevancia. Los intereses particulares de cada una de las entidades tienen un poder claramente disgregador. No existe la convergencia natural en un objetivo común. ¿Con estos mimbres se puede tejer alguna cesta?, ¿se puede construir desde la confrontación interna algo que dignamente pueda verse como prometedor? Difícilmente. Por eso cobran actualidad las palabras de Mircea Eliades cuando afirmaba que “Hay épocas en las que sólo puedes avanzar yendo en la dirección opuesta.” Sí, pero el problema es que más que una época, hablamos de casi toda una vida de conflictos internos y de manidos personajes que hegemonizan a perpetuidad nuestros intereses y destino.

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