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Carta del Editor

Del caballo apático y el moscardón Sócrates

Demócrito, filósofo no demasiado conocido, de aproximadamente los años 460-370 a.C., fue considerado como el precursor de la teoría del átomo, que significa indivisible. Él no creía en nada más que en lo material, así que está considerado como el primer materialista de la historia. En la naturaleza, decía, todo ocurre mecánicamente, porque hay una causa natural en todo lo que ocurre, una causa que le atraía tanto que, como dijo en una ocasión, prefería descubrir una ley de la naturaleza a convertirse en rey de Persia, que era algo así como el compendio de lo máximo que se podía ser en aquellos tiempos. Había, y hay, algo que está más allá del poder terrenal.
Años después el ateniense Sócrates, que jamás escribió nada -solo conversaba, con los que se encontraba por las calles atenienses- dijo que Atenas era como un caballo apático y que él era “un moscardón que intenta despertarlo y mantenerlo vivo”. Le mataron los jefes del caballo apático -le obligaron a suicidarse- como es históricamente habitual cuando uno se enfrenta a los que mandan. “Solo sé que no sé nada”, fue su máxima inmortal, y eso molestó mucho a los que sabían muy poco y presumían de saber mucho. Sócrates pensaba que es imposible ser feliz si uno actúa en contra de sus convicciones. Hay muchas personas, tóxicas e ignorantes, que constantemente mienten y hablan mal de los demás -en Melilla tenemos numerosos ejemplos de ello- pero, volviendo a Sócrates y analizando a esas personas, es cierto y bastante evidente que no son felices, además de ser enormemente ineficaces.

Hay pocas personas felices hoy en España, y especialmente en Melilla. El lamento de que tenemos a los peores gobiernos posibles en el peor momento imaginable es ya un clamor. Todos los indicadores económicos muestran una situación pavorosa en nuestro país y mortecina en nuestra ciudad, con los ERTE sin solucionar como fondo del sombrío panorama y las expectativas de futuro -las previsiones que los agentes económicos realizan sobre la magnitud futura de las variables económicas, de las que habló, entre otros, Keynes- bajo mínimos. Si las expectativas de futuro son pésimas, como es el caso, la inversión será mínima y no solo no se creará empleo, sino que aumentará el ya alto paro -en Melilla altísimo- que existe.

Solo faltaba que haya rebrotes del coronavirus y que la amenaza de que nos vuelvan a encerrar en nuestras particulares prisiones, en nuestras casas, asome en el horizonte. Con la libertad de nuevo cercenada por el gobierno socialcomunista, las expectativas de futuro serán aún peores y, como señala el Editorial de ayer del diario Expansión, “Ni el mayor gasto público ni el hachazo fiscal de Sánchez e Iglesias son viables en plena recesión”. Habrá más paro, más pobreza y más debilidad para negociar con la Unión Europea las condiciones de la cuantiosa ayuda que España necesita angustiosamente.

Posdata
Tenía dudas sobre si era beneficiosa para Melilla la decisión de Marruecos de suspender la Operación Paso del Estrecho. Al leer que a De Castro la parece bien, ya no tengo dudas: para Melilla es una decisión perjudicial.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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