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Carta del Editor

Pactos PP-PSOE

“Saber es poder”, dijo el filósofo inglés Francis Bacon en pleno Renacimiento, subrayando la utilidad práctica del saber. Ya en el Barroco, la época que sucedió al Renacimiento, el español Calderón de la Barca escribió una obra de teatro -el teatro fue muy importante en el Barroco, en el siglo XVII- una obra histórica, “La vida es sueño”, en la que se decía: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.
Saber (que es poder) y soñar (que es ilusión). Sobre esas cosas divago, leo, en estos días en los que vamos a entrar en la nueva subnormalidad, oficialmente mal llamada nueva normalidad, precedida por un acuerdo PP-PSOE, o Pablo Casado-Pedro Sánchez. Un acuerdo que se veía venir y que es considerado por una de las dos Españas (que han de helarnos el corazón, según escribió Antonio Machado) como una rendición vergonzosa de Pablo ante Pedro, y por la otra media España como un generoso apoyo de Pablo a Pedro (los dos nuevos apóstoles) para que los españoles -de nuevo amenazados por la pandemia- podamos entrar en una cierta -no demasiado previsible, por no decir absolutamente imposible, con este gobierno socialcomunista- nueva normalidad o nueva subnormalidad, que es lo que hemos padecido los españoles durante los últimos y trágicos meses.

Pero el caso es que los líderes nacionales del PP y del PSOE han pactado y le han dado la posibilidad de un nuevo aire al necesitado Gobierno español y la pregunta inevitable para nosotros, los melillenses, es la de si es posible en Melilla un pacto similar, y más que necesario dada la absoluta y demostrada imposibilidad de que el actual gobierno local pueda hacer frente a la monstruosa crisis que padecemos.

Melilla, como yo decía en mi Carta del Editor del pasado domingo, no podrá soportar viva tres años más del gobierno actual (del desamor y la desilusión que produce este Gobierno, como escribe Pepe Megías) presidido por Eduardo de Castro. Y sí, sí cabe un gobierno PP-PSOE en Melilla, incluso puede ser cierto que todo está hablado y acordado…excepto quién sería el/la presidente/a de la Ciudad. El PSOE quiere que sea Gloria Rojas, el PP no quiere, y ese es el único escollo. ¿Es comprensible que se mantenga la actual tragedia melillense por algo como el nombre de un presidente para poco más de dos años? Se puede comprender, pero es difícil admitirlo.

Mustafa Ahmed Moh, alias Mustafa Aberchán, presidente dueño y señor del segundo partido político de la española ciudad de Melilla, declaró el jueves que el transporte marítimo y aéreo de nuestra ciudad con la Península tiene que ser público. Hace 20 años, por estas fechas, el dueño y señor de CpM estaba a punto de perder la presidencia de la Ciudad que entonces ostentaba, como finalmente ocurrió, para que fuera Juan José Imbroda -líder del partido local Unión del Pueblo Melillense (UPM) por aquel entonces- el nuevo presidente de Melilla. Hace poco más de un año Mustafa consumó, parcialmente, su venganza y desalojó a Imbroda de la presidencia. Hace también 20 años Trasmediterránea era una compañía pública y lo había sido durante muchos años, en los que los melillenses -niños y jóvenes como yo en aquellos años- padecimos lo indecible por su mal servicio y sus abusos monopolísticos, todo lo contrario de lo que ocurrió cuando Trasmediterránea se privatizó. Ni la vuelta al pasado político, ni el retorno al transporte marítimo público son -como la experiencia y los hechos demuestran- la solución que Melilla necesita.

Tampoco es cierto, como Mustafa Ahmed asegura, que la posible entrada de Melilla -y Ceuta- en la Unión Aduanera Europea, sea una “inexistente fórmula híbrida”. El ejemplo de Canarias es una prueba fehaciente de lo contrario. Es más que probable que, para las aspiraciones oficiales de Marruecos de anexionarse Melilla y Ceuta, la entrada de ambas ciudades españolas en la Unión Aduanera, con la consiguiente conversión de sus fronteras en fronteras europeas, no sea oficialmente conveniente, pero para Melilla depender económicamente de Marruecos es, evidente y demostradamente, un suicidio, y se supone que para los políticos melillenses el objetivo es beneficiar a Melilla, no a Marruecos.

Hay que recordar -a propósito de la propuesta de Mustafa Ahmed, alias Aberchán, de “convertir” a Melilla en una Zona Económica Especial- que nuestra ciudad ya es tal Territorio Especial dentro de la Unión Europea, con ventajas fiscales ya aceptadas, pero con el gran inconveniente de no ser territorio aduanero de la Unión Europea, lo que prácticamente nos cierra todos los mercados europeos, España incluida. De cerrarnos el mercado africano ya se encarga Marruecos. También hay que recordar que las Zonas Económicas Especiales nacieron como un invento de la City de Londres para dar continuidad al colonialismo británico. Y Melilla, por mucho que Marruecos insista, no es una colonia.

Posdata
A vueltas con lo del campo de golf y el retorno al peor pasado -que se había superado- de este deporte, hay despistados que firman lo que los Manuel Matas y compañía les preparan, panfleto lleno de mentiras y calumnias. Como presidente de la Federación Melillense de Golf comprendo que haya críticas y personas que quieran ocupar el puesto que, para mi desgracia, ocupo, pero me parece muy sucio mentir y muy tonto firmar cosas falsas, sin conocer ni haber intentado conocer lo que firman y las consecuencias, para ellos, de esas firmas.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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