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Historia

Emocionario Militar: Los heroicos Alféreces del Tercio Manuel Ojeda Gamón y Agustín Agudo López (II)

Campamento central de Bugardain, situado entre Kandusi y Dar Quebdani

En este año de 2020 se cumple el centenario de la creación del Tercio de Extranjeros motivo por el cual este y siguientes trabajos serán conmemorando a los heroicos legionarios que dieron su vida por la Patria. Hechos de Armas que dieron prestigio y renombre al Tercio de Extranjeros, hoy denominado La Legión.
…Las negociaciones para el rescate de los prisioneros, llevadas por el señor Fernández Almeyda, Delegado de la Cruz Roja, parecían haber llegado, durante la segunda decena de febrero, a un estado de fácil solución; pero enseguida dieron principio las acostumbradas dilaciones por parte de los rifeños, con pretexto de cierto número de presos que España había de entregarles en canje, dando todo ello lugar a que el día 4 de marzo se les enviara un «ultimátum», para que en un plazo no superior a cuarenta y ocho horas aceptaran las condiciones que se les había ofrecido. Los moros dejaron transcurrir el tiempo fijado, y el 6 se dieron como rotas aquellas negociaciones.

El día 7 por la noche, en la conferencia acostumbrada con el Ministro de la Guerra, supo el Alto Comisario que el Gobierno estaba en crisis y que se había encargado de formar Gabinete al señor Sánchez Guerra, lo que trajo consigo una paralización de los planes propuestos, precisamente en los críticos momentos en que se estaban ultimando detalles para operaciones militares de envergadura que, si se esperaba fueran reñidas, según confidencias confirmadas que acusaban la llegada al frente de combate de nuevos y nutridos contingentes de cabileños de Beni Urriaguel, Tensaman y Tafersit, estaban trazados sobre sólidas bases en las que daba cabida a la posible reacción contraria, se conjuraban los siempre perniciosos efectos de la sorpresa.

Solucionada la crisis y juzgado inexplicable el silencio del nuevo Gobierno sobre los asuntos africanos, que tan preeminente lugar ocupaban en la órbita nacional, el General Berenguer se creyó obligado, el día 9, a telegrafiar por hilo directo al Ministro de Estado, presentando la dimisión de su cargo de Alto Comisario. El mismo día el señor Sánchez Guerra, después de un saludo al Ejército de Operaciones en Marruecos –cual era costumbre–, manifestaba, por un telegrama al General Berenguer, que podía contar con la confianza del Gobierno y le rogaba “con el mayor cariño que, de momento al menos, accediese a continuar en su puesto”, autorizándole para proseguir las operaciones proyectadas.

Al fin, el día 14, después de la larga pasividad a que estuvieron sometidas las Tropas de la Zona Oriental, dio comienzo la primera etapa de las operaciones a que veníamos refiriéndonos anteriormente. Tendía este primer avance a extender nuestro dominio por toda la meseta de Tikermin y en gran parte por la de Arkab.

Como las informaciones recogidas señalaban fuertes concentraciones enemigas en Tuguntz y Chemorra, con destacamentos en Ichtiuen y en el arco formado por nuestras antiguas posiciones en el borde de la meseta de Tikermin, desde Sidi Salem a Sbuch Sbaa, a cuyo frente de combate era de prever acudieran también el núcleo de rebeldes que tenía por centro Nador de Beni Ulixek y la concentración de gran parte de los benisaides, fue necesario obrar con sumo tacto y emplear un gran número de Fuerzas combatientes para alcanzar una máxima efectividad, con el menor desgaste posible. En vista de tales circunstancias, las Tropas que habían de operar se agruparon en tres Columnas, más una de reserva, todas bajo la dirección inmediata del Comandante General y la directa de los General Berenguer (Federico) y Cabanellas, y los Coroneles Fernández Pérez y Morales Reinoso. Las fuerzas cubrirían un frente de unos veintidós kilómetros de extensión. La composición de cada una de estas Columnas era la siguiente:
Columna Berenguer. Cinco Batallones de Infantería; Tercio de Extranjeros; tres Escuadrones de Caballería; dos Baterías del 15,5, cuatro de montaña y tres ligeras; Grupo de Zapadores; Sección de tendido; estaciones ópticas; cinco compañías de Intendencia; dos ambulancias de montaña, y Columna de municiones de Infantería y Artillería.

Columna Cabanellas. Cuatro Batallones de Infantería; Grupo de Regulares; cinco Escuadrones de Caballería; cinco Baterías ligeras; un Grupo de Zapadores; una Sección de tendido; estaciones ópticas; una compañía de Intendencia; dos ambulancias de montaña, y Columna de municionamiento para la Infantería y Artillería ligera.

Columna Fernández Pérez. Cinco Batallones de Infantería; Fuerzas de Policía a pie y a caballo; dos Escuadrones de Caballería; tres Baterías de montaña y tres ligeras; un Grupo de Zapadores; una Sección de tendido; estaciones ópticas; dos ambulancias de montaña, y Columna de municiones de Infantería y Artillería.

Columna Morales (reserva). Tres Batallones de Infantería; dos Baterías ligeras y estación óptica. Con la mayor bizarría y pericia se batieron todas las Fuerzas combatientes, que consiguieron los objetivos previstos, al ocupar Ichtiuen y un punto más al Norte (Loma de Regulares), Sbuch Sbaa, Tisingar (con su torreta), Sidi Salem y el antiguo campamento de Kandusi. Se había logrado una extensa zona de maniobra, que aseguraba nuestra línea de comunicaciones en futuros avances, y se había dado, además, un paso importantísimo para la dominación de Beni Said, quedando al mismo tiempo acortado considerablemente el frente de contacto.
(1) Uno de los soldados heridos en la toma y ocupación de Sepsa, era el cabo del Tercio, Rafael Clavijo Puig, hijo mayor del general del mismo apellido. Tenía la carrera de piloto de la marina mercante. Al ocurrir los sucesos de julio, tras el Desastre de Annual, Rafael Clavijo mandaba un barco argentino (simultaneaba esta profesión con la de espía), mando que abandonó para presentarse en el consulado de España en Montevideo, manifestando su decidido propósito de formar parte del Tercio de Extranjeros, para combatir contra los rifeños. Era hijo del general Aureliano Clavijo y de Ana, tenía 34 años de edad, y era natural de Madrid. Falleció en el hospital el día 11 de marzo a las cinco de la mañana. Fue sepultado en el patio 19, fila fosa, nº 1, donde actualmente se encuentra el cementerio legionario. A su entierro concurrieron los oficiales del Tercio que se hallaban en Melilla y muchos amigos.

Al fin, el día 14 de marzo de 1922, después de la larga pasividad a que estuvieron sometidas las Tropas de la Zona Oriental, dio comienzo la primera etapa de las operaciones a que veníamos refiriéndonos anteriormente. Tendía este primer avance a extender nuestro dominio por toda la meseta de Tikermin y en gran parte por la de Arkab.

La Columna del General Berenguer, que en formación de marcha constituyó la izquierda en el avance, partió del campamento de Dar Drius a las 6 horas y a las 7,40 había coronado la meseta de Arkab, donde se establecieron dos posiciones, una en la antigua de Ichtiuen y otra a la derecha de aquélla. Durante el curso de la operación, grupos rebeldes a pie y a caballo se presentaron por el boquete de Carra Midar, corriéndose por detrás de Hamman con intención de envolver el campamento de Dar Drius y amenazar nuestras líneas de comunicaciones entre éste y Batel; pero como las previsiones y medidas adoptadas por el Mando habían sido acertadas, resultaron frustrados por completo los propósitos enemigos.

De Batel, donde acampaba, a las 5,30 horas salió la Columna del centro, la mandada por el General Cabanellas, desdoblada en dos que se concentraron minutos más tarde a la altura de Assel y a la izquierda y derecha de la carretera de Kandusi. Roto el fuego artillero sobre las trincheras enemigas situadas entre Tisingar, Sbuch Sbaa y Al-Lal-Hariga, y dada la orden de avance a la vanguardia de la Columna del flanco derecho, a las 8,20 coronaba Kandusi, y los carros de asalto, con el resto de las Fuerzas, pasaban el Kert. Seguidamente, bajo un intenso fuego adversario, dicha vanguardia alcanzó la torreta de Tisingar, después de asaltar las trincheras, al propio tiempo que uno de los carros que había ascendido a la loma de Sbuch Sbaa por el costado derecho llegó a Tisingar, batiendo de revés las trincheras enemigas de este sector. Las Fuerzas que componían el flanco izquierdo, alrededor de las 9,45 horas, se apoderaban de la posición de Sbuch Sbaa, no sin antes librar ruda lucha con el contrario bien armado y pertrechado.

Del campamento de Burgadain partió por la carretera a Calcull la Columna del Coronel Fernández Pérez, la que mediante una intensa preparación artillera y cooperación de la Aviación, ocupó Sidi Salem a las diez horas. Esta misma Columna, de la derecha, se dirigió a ocupar Tisingar, para lo cual realizó primero con la Caballería una demostración y, en vista de la resistencia opuesta, se efectuó el ataque por la Infantería, consiguiendo que a las 11,30 pasara definitivamente a nuestro poder dicha posición. Los rebeldes desalojados de los poblados inmediatos a Sidi Salem y de los atrincheramientos, se retiraron en dirección a Chemorra, hostilizando débilmente durante la fortificación. La Columna de reserva, del Coronel Morales, cumplió su misión al situarse a mitad de distancia entre las posiciones de Al-Lal-Hariga y Sidi Aisa, regresando a su campamento de Batel a las 15,50 horas sin haber tenido novedad alguna.

Las bajas del contrario fueron muy numerosas, habiendo contribuido poderosamente a reducir las nuestras la unidad de tanques de Artillería, y los camiones blindados, que por primera vez intervinieron en esta zona, los que no obstante las grandes dificultades ofrecidas por el terreno, surcado de profundas zanjas y trincheras, maniobraron con gran oportunidad y arrojo, influyendo también del mismo modo el certero fuego de la Artillería, dirigida por el General Correa Oliver (actuó mandando los Grupos de Artillería de la Comandancia General de Melilla, a la que había sido destinado por R.O. de 11 de enero de 1922, D.O. nº 9, en comisión y a las órdenes del Alto Comisario, como jefe de las tropas de Artillería), y el fuego, maniobra y coraje de la Infantería y Caballería. Fue una feliz convergencia de aportaciones, no siempre necesariamente rayanas a la misma gran altura, de todas las Armas y antiguos Cuerpos. Eficaz fue también, y a mayor abundamiento de lo acabado de decir, la actuación de la Aviación y la cooperación, asimismo, del otro de los dos Ejércitos hasta por entonces existentes –Tierra y Mar–, puesto que la Escuadra formada por los buques de guerra “Reina Regente”, “Recalde” y “María de Molina”, al mando del Capitán de Navío García Velázquez, bombardeó la costa entre la desembocadura del Kert y Afrau, simulando un desembarco y distrayendo la atención del enemigo.

Este día 14 la Legión que va en vanguardia de la columna Berenguer, se adelanta para colocar una posición en la meseta de Arkab, dominando el poblado de Ichtiuen.

Con escasa resistencia son ocupadas las lomas de Ichtiuen, comenzándose rápidamente los trabajos de fortificación. Mientras estos se realizaban, en el despliegue a vanguardia, tuvieron que habérselas las guerrillas legionarias con grupos enemigos que habían acudido de Beni Ulichex y parte occidental de Beni Said; pero los arbolitos y matorrales de que está cubierta la extensa meseta facilitaban al enemigo el acercarse sin ser visto, y en algunos puntos del frente el fuego es más intenso, siendo gravemente herido el joven y bravo Alférez del Tercio Manuel Ojeda Gamón, de la Primera Bandera, 2ª Compañía. Murió horas más tarde en la enfermería de Kandusi. Así tenía que morir este joven Alférez, siempre alegre y decidido para el combate.

La retirada se hace más tarde con facilidad, al abrigo de las posiciones establecidas. Durante esta operación sobre Ichtiuen fue ocupada una nueva posición, a la que se le dio el nombre de “Ojeda”, en memoria del heroico Alférez del Tercio Manuel Ojeda, muerto gloriosamente en dicho hecho de armas. En el campamento se habla de que seguirán las operaciones sobre Beni Said, cuyos moros han prometido someterse cuando nuestras tropas lleguen a la posición de Tuguntz. El total de bajas tenidas en la operación ascendió a tres oficiales, el citado anteriormente Ojeda Gamón y San Román Siles de Infantería, y Gómez Arriero (2), de Artillería, los dos primeros destinados en el Tercio y Regulares, respectivamente, y 27 de Tropa, muertos (entre éstos el Caballero Legionario de 2ª Anastasio Coello Fernández de la 2ª Compañía), y a ocho oficiales españoles, Capitanes Mamolar Martín y Gómez Iglesias, de Infantería, y Urrutia González y Barrón Ortiz, de caballería, los tres últimos en Regulares; capitán Médico Sayalero Martínez-Delgado; Tenientes Medialdea Albo y Rodrigo Martínez, de Infantería, el último en Regulares, y Mateo Raposo, de Ingenieros, uno moro Oficial 2º Buchaid Ben Mohamed, de Infantería, en Regulares y 107 de Tropa, heridos, más un oficial, Teniente Ramón Pedrera, de Ingenieros, contuso. Todos fueron enterrados al día siguiente. Entre ellos y en el mismo cortejo fúnebre iba el de Alfonso Travesedo “conde de Consuegra”.

El heroico cabo Alfonso Travesedo era soldado de cuota, ascendió a cabo y su entusiasmo le llevaron a las Fuerzas Regulares Indígenas, no obstante conocer que esas tropas como de choque que eran afrontaban el mayor peligro. Con ellos tomó parte en los más empeñados combates, hasta la brillante acción del martes día 14, en que tuvo la muerte de los héroes. El cabo Travesedo, conde de Consuegra, recibió mortal balazo al ocupar la loma que recibió a partir de ese día el nombre de “Loma de los Regulares”.

Expresando el deseo de su familia de trasladar sus restos a Madrid fue embalsamado el cadáver. En el vapor correo del viernes día 17 llegaron, el padre del finado, marqués de Travesedo y duque de Nájera y dos de sus hijos, desarrollándose en el cementerio dolorosa escena. En la capilla del cementerio se dijo una misa de cuerpo presente y por la tarde a las tres, se verificó la conducción del cadáver al vapor correo presidiendo los actos dichos señores, el general Fresneda, teniente coronel Capablanca, comandante de Regulares Pavón, capitán de Ingenieros Fernández Mulero y el suboficial de complemento hijo de los condes de Casa Madrid. El féretro iba envuelto en la bandera nacional.

El fotógrafo de Tistutin, Félix Torrado, tuvo el honor de ayudar a los camilleros que conducían el cadáver del heroico “conde de Consuegra”, desde la ambulancia sanitaria próxima a la línea de fuego, a los coches automóviles, recogiendo del suelo el pañuelo de bolsillo del bravo cabo de Regulares, teñido en su propia sangre. Al enterarse de la llegada del Marqués de Travesedo y duque de Nájera, padre del finado, hizo cuantas gestiones pudo para entregarle el pañuelo de su hijo…(Continuará)

La bibliografía consultada, ver último capitulo
José Antonio Cano
Con la inestimable colaboración de
Eduardo Sar Quintas
De la Asociación de Estudios Melillenses

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