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Carta del Editor

De Vellido Dolfos a Delgado Aboy

“ ¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso/ que de dentro de Zamora, un alevoso ha salido/ llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido/cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco”. Vellido (o Bellido) Dolfos (o Dolfós) según el famoso romance, mató a traición, a las puertas de Zamora, al rey Sancho II de Castilla, con el que había ido a parlamentar, el 6 de octubre del año 1072. Desde entonces es uno de las grandes referencias de los traidores históricos españoles, como el conde D. Julián, Antonio Pérez o Fernando VII. Hay muchos más traidores, menos conocidos, pero no menos traidores, no con cuatro o cinco traiciones, sino con un historial mucho más amplio de traiciones varias.

En Melilla hay numerosos ejemplos de traidores. El último, muy destacado, el caso del diputado tránsfuga, inocultablemente tránsfuga, Jesús Delgada Aboy. Un tránsfuga y un traidor político pertinaz al que una clase política cada día más desprestigiada quiere llenar aún más sus bolsillos no por un altruista afán de mejorar sus ya repletas arcas, sino por una lamentable disputa partidista para ver quién da más dinero y puestos públicos a un diputado, a un político cuyo único mérito -ya que la traición es un claro demérito- es poder ser el diputado número 13, el que puede sustituir a Eduardo de Castro si este pretende actual como presidente de la CAM.

Lo que intentan hacer en la Asamblea de nuestra ciudad para “comprar”, con dinero ajeno, al tránsfuga Delgado Aboy es una vergüenza, un escándalo sonrojante para la clase ejecutiva y legislativa melillense. Retorcer el reglamento de la Asamblea de Melilla, cargarla con más gastos, con la excusa de que vaya a aportar alguna idea política útil alguien que, como Delgado Aboy, ha proporcionado tantas muestras de que es incapaz de hacerlo, es una burla, una más, a los empobrecidos, desilusionados, angustiados ciudadanos melillenses.
“Dar alas al transfuguismo”, era el título del Editorial de nuestro periódico el martes. Delgado Aboy no representa a nadie en la Asamblea, excepto a sí mismo. Se presentó con las siglas de un partido, que le expulsó. Si se hubiera presentado solo, bajo su nombre, hubiera obtenido muy probablemente entre tres y cinco votos (contando el suyo) y cero escaños, sin duda. La reforma del reglamento de la Asamblea para que Jesús Delgado, que ya vota, cobre más es una burla a los ciudadanos y un aliciente para que haya más tránsfugas, más “diputados no adscritos”, cada uno con un local, personal adscrito al Grupo (un grupo de uno), un asesor, dos auxiliares administrativos, más una subvención mensual fija y otra variable y -para colmo del disparate- una subvención extraordinaria en cada legislatura. Es increíble lo que está pasando.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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