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Guelaya pide a la Ciudad actuar contra el gran número de gaviotas patiamarillas en Melilla

Las gaviotas están por todos los lados, incluido en el casco urbano, y llegan a abalanzarse sobre las personas

La Asociación Ecologista en Acción en Melilla-Guelaya ha asegurado que la campaña de descaste de puestas de gaviota patiamarilla (Larus michahellis) para reducir su población iniciada hace tres años “no ha sido eficaz” por el gran número de gaviotas existentes en la ciudad, que a veces incluso se abalanzan sobre las personas que se acercan a los nidos que colocaron durante el confinamiento y atacan también a otras especies y aves. Los ecologistas se ofrecen a la Ciudad para poner una solución bioética y no cruenta para resolver el doble problema originado por la falta de control de la población de gaviota patiamarilla actuando sobre los nidos evitando que nazcan los pollos”, con el fin de reducir su número en el casco urbano melillense así como en su costa.
Guelaya ha admitido que la gente se indigna, e incluso pasa miedo con los picados de las gaviotas, “pero el comportamiento de la gaviota no es agresivo, aunque lo parezca: las gaviotas no atacan, se defienden de nosotros, se adaptan y ocupan los hábitats que les dejamos después de que hemos ocupado los suyos en las costas”.

En este sentido, han subrayado que estas aves “cuidan a sus crías antes que la especie humana existiera y si anidan en los techos de las casas es porque no le hemos dejado otro sitio donde hacerlo libres de depredadores terrestres”.

Unos 400 nidos
La asociación melillense ha explicado que el aumento de la población mundial de gaviota patiamarilla “se debe a que le hemos proporcionado abundantes fuentes de alimento en forma de descartes de pesca y vertederos de basuras”. Al respecto, ha indicado que un censo de invierno de gaviotas patiamarillas en Melilla se pueden contar más de 1.000 pero el 70% se verán en el puerto pesquero de Nador a través de la valla en el dique sur.

Asimismo, han recordado que en el año 2009 prácticamente no había gaviotas criando en el entorno urbano de Melilla, aunque sí en muchas ciudades costeras peninsulares y europeas. “En la costa melillense había 206 parejas de gaviotas patiamarillas censadas” ha aseverado.

Guelaya ha asegurado que el primer censo de gaviota patiamarilla encargado por la Ciudad Autónoma es de 2017, “seis años después de que se reconociera el problema”. Entre 2009 y 2017 las gaviotas pasaron de 206 nidos a 336, “pero con más del 60% ya situados en la ciudad y no en los acantilados y algunas zonas que no pudieron visitarse hacen pensar que en realidad había más 336 nidos, probablemente casi 400”.

Al respecto, ha rememorado que durante la campaña de control de gaviotas patiamarillas de 2017 se recogieron 202 nidos y 136 huevos de gaviota, “datos totalmente insuficientes para controlar de forma efectiva a la población debido a la capacidad de hacer puestas de reposición”. “Si se le quita a las gaviotas 200 huevos en dos semanas serán sustituidos por otros tantos” ha apuntillado. Los ecologistas melillenses han destacado que debido a que las gaviotas adquieren la madurez sexual al tercer año “en 2020 se percibe ahora un aumento de gaviotas patiamarillas, porque el control en 2017 no fue suficiente y en la zona de especial conservación de Aguadú el aumento ha sido de más del 100% porque de los 82 nidos que había en 2017 han pasado a ser 190 nidos este año”.

A peor
Sin embargo, Guelaya ha advertido que los próximos años van a ser peores por motivos diferentes. “En 2019 se firma muy tarde el contrato de 2 años prorrogable 1+1, tan tarde que no había prácticamente huevos porque habían eclosionado ya la mayoría. Así que falló el control por falta de capacidad en la consejería para firmar el contrato a tiempo, a pesar de que lo estaba renovando” han aseverado.

Asimismo, en 2020 el confinamiento ha dejado libre mucha mayor superficie para que las gaviotas críen en ausencia de personas por todas partes. “Muchas personas no sabían que existía una empresa contratada para retirar nidos. Ha fallado sin duda la comunicación y los huevos han eclosionado y dado lugar a pollos, que cuando está volantones y salen de las azoteas empiezan a verse por cualquier sitio en Melilla, calles, plazas, playas y paseos marítimos, sobre todo en junio”.

No se les debe alimentar
Además, han añadido que tampoco la educación ambiental en centros educativos ha sido posible este año, ni el pasado. “En parte por eso todavía hay descampados donde se ve a la gente echar comida a las gaviotas, cuando al igual que a otros tipos de animales urbanos, no se les debe alimentar” han solicitado
En 2021, el año próximo, una década después de comenzar el debate público sobre gaviotas en Melilla, “tendremos dos problemas por resolver, el del control de la población y la consecuencia que ello ha provocado, la expulsión de la otra gaviota protegida, la de pico rojo, de la Zona de Especial Conservación de Aguadú, que ha sido totalmente ocupada por la gaviota patiamarilla, probable motivo por el cual ha desparecido en 2020 el 40% de la colonia de picorojos”.

Por todo ello, Guelaya ha asegurado que está a disposición de la Consejería de Medio Ambiente en este problema. “Mantenemos el consenso con el grupo local de SEO sobre la necesidad de una solución bioética y no cruenta para resolver el doble problema originado por la falta de control de la población de gaviota patiamarilla actuando sobre los nidos evitando que nazcan los pollos”. “La próxima tramitación del plan de conservación de la gaviota de audouin (picorojo) es una oportunidad que no podemos dejar pasar” han concluido.

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Redacción

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