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¿Qué pasará con los marroquíes y melillenses atrapados?

El retorno de las personas que están atrapadas en Melilla, hoy por hoy, es más seguro para Marruecos que el que vaya a hacer desde esos puertos de Francia e Italia. Ahora es, incluso, más seguro que cuando se llevó a cabo aquella repatriación desde Melilla de 200 marroquíes seleccionados en una lista el 15 de mayo, cuando aún había casos activos de COVID-19 en nuestra ciudad. Por lo tanto, no caben motivos sanitarios para que Marruecos se siga negando a abrir un pasillo humanitario Marruecos se ha pronunciado, al fin. Abrirá de forma parcial sus fronteras aéreas y marítimas a partir de la medianoche del día 14 para sus ciudadanos nacionales y para los residentes en el extranjero, pero no incluye a las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla en su reapertura al resto del mundo desde el inicio de la pandemia.
Esto quiere decir que los marroquíes y los extranjeros residentes podrán llegar al país vecino por vía aérea o marítima. Los que decidan viajar a Marruecos en barco, solo podrán hacerlo desde el puerto francés de Sète o desde Génova, en Italia. Las comunicaciones desde España hacia Marruecos se verán limitadas, por lo tanto, al avión desde el 15 de julio.
Pese a que hoy tenemos más información que en las últimas semanas (y meses) respecto a Marruecos, nos asaltan dudas razonables: ¿qué pasará con los cientos de marroquíes que hay atrapados en Melilla? ¿Y con los melillenses que también llevan bloqueados al otro lado de la frontera, a escasos metros de sus casas en nuestra ciudad? Parece como si unos y otros no existieran para las autoridades del país vecino, aun cuando, posiblemente, sean los que más sufren las consecuencias del cierre por estar tan cerca de sus casas y, a la vez, más lejos que otros que se encuentran a miles de kilómetros de aquí.
Resulta paradójica la actitud de Marruecos, porque se sigue negando a aceptar a cerca de un millar de nacionales suyos que están en Melilla, a pesar de que esta ciudad fue la primera región de España en ser zona libre de coronavirus el 23 de mayo y actualmente lo sigue siendo, aunque haya habido un par de casos puntuales desde entonces, ya recuperados. Dicho de otro modo: el retorno de las personas que están atrapadas en Melilla, hoy por hoy, es más seguro para Marruecos que el que vaya a hacer desde esos puertos de Francia e Italia. Ahora es, incluso, más seguro que cuando se llevó a cabo aquella repatriación desde Melilla de 200 marroquíes seleccionados en una lista el 15 de mayo, cuando aún había casos activos de COVID-19 en nuestra ciudad.
Por lo tanto, no caben motivos sanitarios para que Marruecos se siga negando a abrir un pasillo humanitario, esta vez bidireccional, si quiere, por prudencia, mantener los pasos fronterizos terrestres cerrados. Cada vez es más evidente que detrás de esa negativa al corredor humanitario hay otros motivos que la diplomacia debe desbloquear, porque unos y otros, marroquíes y melillenses atrapados a escasos kilómetros, necesitan ya retornar a sus casas después de meses sin poder hacerlo.
Si Marruecos no lo permite siendo un país amigo y aliado, entonces desde Melilla habría que buscar la forma de llevar a estas personas a los puertos de Sète o Génova para que puedan regresar a Marruecos. Sí, es un sinsentido cuando en una mañana se podría arreglar el asunto cruzando a pie la frontera, pero no es menos cierto que en Melilla no podemos seguir manteniendo eternamente a unas personas que no son nacionales nuestras, que ya tienen libre movimiento y opciones de volver a su casa, al igual que el resto, y cuya atención nos ha costado a los melillenses no solo un dineral, sino también muchos quebraderos de cabeza. Eso, además de quedarnos sin un Bien de Interés Cultural que poco a poco se va deteriorando en su función de albergue no ya provisional, sino cada vez más definitivo.

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