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La Semana

La tiranía del silencio

Muy sensato el artículo de Jorge Hernández Mollar del pasado sábado, “La Nueva Normalidad” y sus efectos sobre la libertad de expresión, a la que “la asfixiante presión del poder político” intenta forzar a “la docilidad y el servilismo”. “La verdad y la libertad solo se pueden defender desde la conciencia personal”, como hizo Andrei Sajarov, y Jorge recuerda, defendiendo los derechos humanos y las libertades frente a un régimen, el comunismo, que les causó innumerables sufrimientos personales, a él y a la mayoría del pueblo ruso. Vivimos bajo el peso de una “tiranía del silencio”, como denunció, entre otros muchos, el danés Flemming Rose, en su libro de ese nombre. Hay muchos políticos, y funcionarios públicos, proclives a la tiranía del silencio. Mustafa Ahmed Moh, alias Aberchán, en nuestro periódico del domingo: de las acusaciones de “racistas” a los que no estaban de acuerdo con su presidencia de la Ciudad de hace 20 años, al desafío al PP de celebrar un debata fuera de la Asamblea, posible buena idea -si no sonara tanto a escapismo antidemocrático- expresada en términos que demuestran que, después de tantos años, Aberchán sigue sin saber comunicarse correctamente en español.

Supongo que eso de “comparar la gestión de ambos -CPM y PP- al frente de la Ciudad” se referirá a lo que hizo CPM cuando Aberchán fue presidente (dejó de serlo el 17 de julio de 2000, hace 20 años), con lo que hizo el PP durante los casi 20 años de presidencia de Juanjo Imbroda. Ahora las gestiones “comparables” no serían solo entre PP y CPM, que no gobierna en solitario. Ahora, si vuelve a haber moción de censura, supongo -y espero- que Aberchán no volverá a acusar de “racistas” a los que la firmasen, entre otras razones porque con ese tipo de argumentación y contemplando la foto de la página 4 de nuestro periódico de ayer, se alimenta el recelo y se pone de manifiesto que los siete miembros de CPM en el Gobierno, más el propio Aberchán, son del mismo origen étnico, lo que no ocurre con ninguno de los otros grandes partidos de Melilla.

Sobre un asunto que nos mantiene a todos algo así cómo encogidos: Francisco Robles, escribió el sábado acerca de la situación de la pandemia y sus posibles rebrotes: “tengamos claro que la epidemia no ha acabado, porque se halla -al menos en Europa- en una especie de guerra de guerrillas, que todo apunta tendrá su desenlace en el último trimestre del año, en los que se espera la nueva oleada epidémica y los avances casi definitivos de las vacunas y los tratamientos eficaces”. De la “observancia y respeto de las normas en este período, dependerá el no recaer en el colapso asistencial que padeció España en abril”, termina Paco. De la observancia de las dispersas, a veces contradictorias y poco estudiadas normas, quizás no se puede esperar demasiado. De las vacunas y los tratamientos eficaces sí creo que podemos esperar más.

En el ámbito deportivo, buena iniciativa del diario El Mundo, resaltando la gloria de cuatro grandes deportistas españoles ya relativamente “mayores”, pero en pleno éxito: Rafa Nadal, a la cabeza del tenis mundial; Pau Gasol, ilusionado con su vuelta al baloncesto español en su equipo original, el Barcelona; Sergio Ramos, de gol en gol, acercando al Madrid al título de Liga; Fernando Alonso, que vuelve, lleno de esperanza y con Renault, a la Fórmula 1. Son los “inmortales” del deporte español, según resalta El Mundo en la portada de su edición de ayer.

En el ámbito melillense veo algunas de las instalaciones deportivas públicas de nuestra ciudad y observo una decadencia peor que la de los últimos tiempos del imperio romano. No solo en el golf, donde el desastre deportivo solo es comparable a la torpeza inaudita, suicida, de algunos de los jugadores, a los que calificarles, viendo sus escritos y analizando sus actos, de “imbéciles” es hacerles un gran favor. Me hubiera gustado que alguno de esos “imbéciles” hubieran podido estar conmigo en la reunión que mantuve el lunes con mi amigo y gran presidente de la Federación Española de Golf, Gonzaga Escauriaza, que conoce muy bien y desde hace muchos años el golf melillense. El golf en Melilla puede ser uno de los grandes atractivos de la ciudad, pero el camino actual, si los “imbéciles” históricos y modernos prevalecen, conduce a su desaparición, si no se pone remedio y se les planta cara.

Frases

Mustafa Ahmed Moh, alias Aberchán: de las acusaciones de “racistas” a los que no estaban de acuerdo con su presidencia de la Ciudad de hace 20 años, al desafío al PP de celebrar un debata fuera de la Asamblea, posible buena idea, si no sonara tanto a escapismo antidemocrático

Me hubiera gustado que alguno de esos “imbéciles” hubieran podido estar conmigo en la reunión que mantuve el lunes con mi amigo y gran presidente de la Federación Española de Golf, Gonzaga Escauriaza, que conoce muy bien y desde hace muchos años el golf melillense

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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