Este pasado sábado, muy de mañana, casi de forma acompasada con el toque de Izado de Bandera, que en esta ocasión resonaba desde el cielo, llamándole a sus filas, recibimos la triste noticia del fallecimiento del Coronel de Infantería D. José Gámez Sierra, uno de los nuestros…
Y ha partido envuelto en esa Bandera, la nuestra, la de España; esa Bandera a la que, mediado el siglo pasado, besó con unción, como señal inequívoca del rumbo que iba a seguir en su vida de Servicio a España y a los Españoles; y ha partido envuelto en esa Bandera que, en ocasiones, tuvo el privilegio de portar y sobre ésta, una fotografía de ese beso, unos cuantos años tras aquel primero, que no era sino un claro refrendo de una vida de entrega; y sobre ésta, también, un tarbuch, que ya llevó de joven Teniente y que casi usó de juguete muy de chiquito, pues nació en el acuartelamiento de Segangan, sede del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Alhucemas nº 5, allá por finales de agosto de 1932, pues por su sangre ya corría sangre regular.
El Coronel Gámez pertenecía a una gran familia (en tamaño y valía) que ha sido muy prolífica en lo que a vocaciones de servicio se refiere, pues cuenta con muchos componentes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en sus “filas”. Componente de la X Promoción de la Academia General Militar, obtiene su empleo de Teniente y es destinado a las Fuerzas Regulares en la zona oriental del Protectorado de España sobre Marruecos, cuando corrían los últimos años de éste. Tras su ascenso a Capitán, pasó también por nuestra ciudad hermana de Ceuta, precisamente implicado, entre otros menesteres, en el proceso de desmantelamiento y repliegue de nuestras unidades militares desplegadas para dicho protectorado.
Sin duda, su paso en el empleo de Teniente y como primer destino por las Fuerzas Regulares, parada obligada (y ansiada) en su periplo vital, marcaron sobremanera su carácter y maneras, haciéndose acreedor del cariño y admiración de compañeros y subordinados y elegido por superiores para los cometidos más comprometidos. Esta forma de ser y su profesionalidad conllevaron que le fuesen otorgadas numerosas condecoraciones en reconocimiento a su continua entrega. Este “carácter regular” no se extingue con su fallecimiento en la familia, pues cuenta entre sus hijos con un “Regular de Honor” y entre sus nietos con un “Capitán de Regulares”, que siguen su propio camino de servicio, iluminados y sobre quienes ejerce de luminaria con su ejemplo.
Pero ya ha partido, hacia ese juicio inexcusable ante el Altísimo, esperando recibir ese “Visto Bueno” tan asiduo en los documentos oficiales que en tantas ocasiones pudo manejar. No imaginamos otra opción que ésta, pues nuestro compañero llevaba los deberes muy bien hechos, con pocos pertrechos, pero con una mochila y un baúl llenos de recuerdos, de experiencias, pero sobre todo del amor y cariño de cuantos, hasta el último momento, le han arropado con su presencia o sus oraciones, que ahora aún le lloran desconsolados.
Su viuda, Concepción, sus hijos José Manuel, Luisa, Ignacio, Teresa, Inés y Belén, sobrinos, nietos, hijos políticos y demás familiares, así como una pléyade de amigos esperan que la perspectiva que da el tiempo les ofrezca ese consuelo ante tan sensible pérdida, ayudados por la paz espiritual con la que ha “finalizado su compromiso en este Ejército temporal”, ingresando, sin duda, en las filas de aquellos de quienes el Dios de los Ejércitos siempre se rodea.
Sus restos han sido incinerados y su alma aún permanece entre nosotros. La Comandancia General de Melilla y especialmente, sus compañeros del Grupo de “Regulares de Melilla” nº 52, rinden un sencillo homenaje en recuerdo del Coronel Gámez, que sirvió a España con vocación, entrega y ejemplo y envían un cariñoso beso de consuelo a familiares y allegados. Descanse en Paz.
