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La obligación de las mascarillas: se veía venir

A pesar de que Melilla lleva casi dos semanas con cero casos positivos de Covid-19 y el hecho de que no haya sufrido ningún rebrote desde el inicio de la llamada “nueva normalidad”, una vez que finalizó el confinamiento y el estado alarma, no ha evitado que muchos pensaran que la posibilidad de que se obligara en nuestra ciudad el uso de las mascarillas en todos los lugares era algo que se veía venir.
Hay quienes piensan que la medida es excesiva e innecesaria en una ciudad como Melilla, si se respetan las distancias de seguridad, el lavado de manos y el uso de mascarillas cuando es imposible mantener el metro y media de separación con otra persona, pero el hecho de que varias comunidades autónomas hubieran dado el paso, la última la cercana Andalucía, la suma de nuestra ciudad a esta línea era cuestión solo de tiempo.

Ese momento llegó ayer. El presidente Eduardo de Castro (Cs), anunciaba que encargaba al consejero de Salud Pública Mohamed Mohand (PSOE) "los trámites para implantar el uso obligatorio de mascarilla en Melilla, aunque se pueda guardar la distancia de seguridad". Eduardo de Castro justificó la medida señalando que "pudimos controlar el avance de Covid-19, pero vemos con preocupación los datos que llegan desde otras zonas de España".

El consejero de Salud, Mohamed Mohand, manifestó por su parte que su departamento lleva "días trabajando la norma que obligue al uso de la mascarilla", al tiempo que aseguraba que se pondrá en marcha "un reparto gratuito de mascarillas las primeras semanas" para que los melillenses con menos medios económicos puedan cumplir con la nueva norma.

Mohamed Mohand confió en que "a finales de semana podamos dar cumplimiento al encargo" con el que Melilla se sumará a otras autonomías de España que han obligado al uso de las mascarillas aun cuando se pueda mantener la distancia de seguridad.

Esta medida se une a otra llevada a cabo este fin de semana, en el que la Ciudad Autónoma de Melilla ha restringido el acceso a las zonas de botellón en la ciudad tras las aglomeraciones de jóvenes en estos lugares ocurridos el pasado fin de semana, con el fin de evitar riesgos de contagios del Covid-19.

Nunca hemos sido partidarios de las prohibiciones drásticas cuando hay otras opciones para lograr los mismos fines. Arreglar todo a base de sanciones no es la solución. Esperemos a ver qué ocurre y ya habrá tiempo de saber si la medida ha sido efectiva o solo ha servido para soliviantar a aquellos que están disconformes con este tipo de decisiones.

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