Quienes hoy nos gobiernan deberían tener claro que no se puede sacar adelante una ciudad mirando al pasado, sino afrontando el futuro, cada vez más negro para muchos. Con su actitud, cargan de razones al PP para hablar de «salvar Melilla» En Melilla, ciudad dada a los rumores, hace ya tiempo que se vienen escuchando ecos de un posible acuerdo entre el PP y el PSOE. Cuando empezaron a surgir hace varias semanas, fueron desmentidos por los máximos responsables de ambas formaciones, pero este pasado lunes, el PP hizo una «reflexión en voz alta», a modo de ofrecimiento, sobre la necesidad de que los dos grandes partidos nacionales lleguen a «un acuerdo de largo alcance» para «salvar Melilla». Hasta el momento la sugerencia ha quedado ahí, sin respuesta, y quizá no ha levantado demasiada expectación por los efectos del verano, cuyos calores aplacan todo, hasta el interés de los ciudadanos por los grandes problemas, que se dejan para septiembre, con el inicio de un nuevo curso o temporada en muchos ámbitos. Este año, posiblemente más, ya que el verano ha llegado con fuerza y muchas ganas tras meses de confinamiento.
Pero lo cierto es que ese runrún de un acuerdo PP-PSOE está ahí. Posible es, aunque sea difícil verlo por las diferencias ideológicas, pues ya se llevó a cabo hace justo ahora dos décadas, cuando los dos grandes partidos nacionales sacaron adelante un acuerdo que terminó con el gobierno de CpM y el GIL, dejando a Mustafa Aberchán sin bastón de mando. Entonces era más complicado que ahora, ya que la llamada aritmética parlamentaria no daba entre ambas formaciones y hubo que recurrir a los votos de otros diputados que también dieron su apoyo a ese binomio que duró tres años, hasta las siguientes elecciones, donde el PP logró la primera de sus tres mayorías absolutas consecutivas en Melilla.
Ahora, PP y PSOE suman 14 escaños entre ambos, aunque bien es cierto que estos tiempos no son los de hace dos décadas y, pese a que los partidos deben recurrir con más asiduidad a los pactos por la práctica desaparición de las mayorías absolutas -salvo contadas excepciones, como en Galicia o Castilla-La Mancha, por ejemplo-, no es fácil que se pongan de acuerdo y menos con un panorama político tan crispado como el actual.
Sea como fuere, está claro que el PP está dispuesto porque ya lo ha hecho público y lo está demostrando, además, con hechos. No hay más que ver lo ocurrido este martes en la Asamblea, durante el Pleno de Control al Gobierno, donde los cuatro diputados socialistas fueron meros espectadores y estuvieron realmente relajados ante la ausencia de cuestiones para ellos. El PP concentró la mayoría de su arsenal de preguntas en las áreas de CpM, algo, por otra parte, no demasiado complicado ni descabellado, dado que los cepemistas concentran gran parte de las consejerías y entidades públicas de la Ciudad Autónoma por su mayor peso político en el Gobierno.
La incisiva estrategia del PP dio resultado, ya que quedó en evidencia la ausencia de respuestas claras del Gobierno a las preguntas concretas de los diputados de la oposición. Decepcionante que la única salida de diferentes consejeros de CpM en muchas de sus intervenciones fuera recurrir a la hemeroteca para atacar al adversario, rememorando sus tiempos en la oposición. Quienes hoy nos gobiernan deberían tener claro que no se puede sacar adelante una ciudad mirando al pasado, sino afrontando el futuro, cada vez más negro para muchos. Con su actitud, cargan de razones al PP para hablar de «salvar Melilla».
