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Nuestro puerto se muere

Si la situación sigue como ahora, con un 63% menos de pasajeros y un 29% menos de movimiento de mercancías en comparación con los siete primeros meses de 2019, y si la pandemia sigue causando estragos a lo que movilidad y turismo se refiere, está cantado que tarde o temprano sufriremos nuevos recortes en nuestro transporte marítimo, que continuarán acrecentando ese retroceso que lamentaba la Autoridad Portuaria. ¿A qué esperan en Moncloa para devolver a Melilla un contrato marítimo que ayude a sostener la situación y a frenar la decadencia de nuestro puerto? La actividad del puerto de Melilla está, actualmente, en los mismos niveles de hace décadas por un retroceso de sus tráficos de pasajeros y mercancías que amenaza con dilatarse en el tiempo. La pandemia del coronavirus tiene mucho que ver en ello, aunque el problema ya venía de antes porque ese declive en las estadísticas ya se estaba dando desde hacía dos años por lo que ha supuesto para el comercio melillense el cierre de la aduana comercial y la decadente situación fronteriza. La pandemia ha venido a dar la puntilla a la mala racha que estaba viviendo nuestro puerto, aunque en este caso cabe ser más pesimistas aún si cabe, y no solo porque no se vislumbre, por ahora, la luz al final del túnel en el que nos ha metido la COVID-19.
También porque es obvio que nuestras comunicaciones marítimas atraviesan uno de sus peores momentos, sin contrato marítimo desde hace más de tres meses y sin nueva licitación a la vista. Sin apenas pasajeros ni mercancías y sin contrato marítimo, no parece muy probable que el transporte marítimo vaya a mantener el actual nivel de servicio que ofrece en las comunicaciones de Melilla por mucho tiempo. Las navieras tienen aún margen para reducir operaciones hasta llegar a los mínimos que establece el Real Decreto 1516/2007, que son tres frecuencias semanales en las líneas de Málaga y Almería, declaradas Obligación de Servicio Público hace más de un siglo.
De momento, las compañías Armas Trasmediterránea y Baleària están dando a Melilla mucho más de lo que les exige la ley al ser esta ciudad un territorio extrapeninsular, lo cual es mérito de ellas y no del Gobierno. Pero podrían dejarnos en el mínimo si las cuentas no les salen, como empresas privadas que son, y nadie podría reprocharles nada porque ahora no hay contrato marítimo, sino un libre mercado donde impera la ley de la oferta y la demanda, no el interés público, como debería ser en lo que afecta a nuestra conectividad.
Si la situación sigue como ahora, con un 63% menos de pasajeros y un 29% menos de movimiento de mercancías en comparación con los siete primeros meses de 2019, y si la pandemia sigue causando estragos a lo que movilidad y turismo se refiere, está cantado que tarde o temprano sufriremos nuevos recortes en nuestro transporte marítimo, que continuarán acrecentando ese retroceso que lamentaba la Autoridad Portuaria. ¿A qué esperan en Moncloa para devolver a Melilla un contrato marítimo que ayude a sostener la situación y a frenar la decadencia de nuestro puerto? ¿Alzará algún día la voz el Gobierno de Melilla, o seguirá mirando a otro lado mientras el puerto, que debería ser uno de nuestros principales motores económicos, se muere?

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