La escritora melillense Adelaida Díaz Gálvez falleció este sábado a las 17.30 horas en nuestra ciudad, acompañada de sus seres queridos. Adelaida Díaz ha sido colaboradora de MELILLA HOY desde prácticamente su fundación, con sus escritos y poemas, que forman parte ya de nuestro patrimonio literario, y autora de dos libros. En lo personal, también será recordada como una de las mujeres más detallista que hemos conocido. Su entierro será hoy sábado día 8 a las cuatro y media en el Cementerio de la Purísima Concepción de Melilla. Que descanse en paz.
Adelaida Díaz Gálvez nació en Melilla. Según el Sindicato de Escritores de Melilla, del que forma parte, Adelaida Díaz desde muy niña sintió inquietudes por la escritura, afición que pudo desarrollar en la pubertad y en la adolescencia. Es autora de los poemarios publicados “Poesía espontánea” y “Diálogos con mi memoria”, y en 2008 obtuvo la Medalla de San Isidoro de Sevilla, concedida por el Sindicato Nacional de Escritores Españoles, del que procede la actual Unión Nacional de Escritores de España (UNEE).
Perteneció a la Unión de Nacional de Escritores de España (UNEE), y participó activamente en muchas de las actividades que se desarrollaron en Melilla, publicó numerosos artículos de opinión sobre temas sociales en diferentes medios de comunicación, en especial en el diario MELILLA, periódico del que ha sido articulista prácticamente desde su fundación en 1985.
“Escritora de la serenidad”
En el prólogo de su segundo poemario el presidente de la UNEE, Juan Carlos Heredia, calificó a Díaz Gálvez como la “escritora de la serenidad”, considerando que “diseccionar” cualquiera de sus estrofas, sus pensamientos o vivencias es “entrar en un mundo que traspasa la profunda intimidad de la escritora, porque convierte al lector en protagonista de sus mensajes, tan cercanos que no parecen universales”.
La poetisa, según afirmó Heredia, “logra un equilibrio excepcional entre el mensaje y la estética necesaria de cualquier poema para transmitir reflexiones serenas, sobre su propia vida y sobre el ser humano, que nunca dejan indiferentes, especialmente porque en muchos casos tras el oropel de los versos aparecen las espinas de un rechazo desilusionado a todo lo que representa la maldad y la intolerancia”.
